LVIII. ¿Sabes dónde está mi amigo?

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Las sombras rodeaban a Alistair en un vaivén malévolo, cada vez más cerca, pero, apenas despierto, no lo había notado. Unos dedos finísimos lo jalaron del cabello con gentileza. Dio un respingo y casi fallece por el susto. Su primer pensamiento fue que era una broma de Christabel, pero notó el remolino sombrío que lo rodeaba. Enmudeció de miedo.

- Bonne nuit, jeune renard -dijo ella, en tono burlón.

Él volteó. Cuando la vio se dio por muerto. Ella le preguntó algo en francés; él respondió con una mueca confusa que la hizo darse cuenta de la falta del anillo. Le pidió su mano. Alistair no entendió de inmediato, pero cuando lo hizo le entregó la misma, titubeante. No podía confiar en ella, pero en vista de las circunstancias estaba por completo a su merced. Las sombras tenían ojos y lo miraban hambrientas. La Reina Púrpura tomó la mano de Al con firmeza, sujetó su dedo anular y lo acarició de una forma peculiar, para después soltarlo. No entendió. Revisó su mano y un anillo negro había aparecido en ese dedo.

- ¿EH? -dijo él, sonrojado- ¿Qué está pasando?

Ella se dio cuenta que parecía una petición nupcial y rio por lo ridículo de la situación.

- ¡El anillo no es para eso! -respondió ella, sonrojada.
- ¿Ah? ¿Puedes hablar español? ¿Entonces?
- ¿No entiendes? Es un sustituto de la reliquia original. Nos dejará entendernos.

Alistair se impresionó muchísimo.

- ¿¡Tienes tal poder!? ¿¡Puedes imitar otras reliquias!?
- No todas… hay condiciones muy específicas; si tuviera más poder yo sería más que la Reina de las sombras.
- ¿Y por qué quieres hablar conmigo? ¿No ibas a matarme?
- Ya superaste mi muerte una vez, sería infructuoso intentarlo de nuevo. Necesitaba hablar contigo porque preciso de tu ayuda.

Alistair permaneció en silencio, dejando que ella se explicara.

- …Las sombras escuchan y saben de tu amiga. Oyeron tus intenciones. Planeas encontrar al Testigo Turquesa y quitarle lo que es suyo. Puedo ayudarte a encontrarlo. Abriré un portal hasta él e incluso te prestaré mi poder para que luches.
- ¿Eh? ¿Por qué? ¿Qué quieres a cambio?
- Lo que quiero es que el Testigo Turquesa sea alejado de su reliquia y tu objetivo es el mismo. Lo haría yo misma, pero el círculo de Zalman me considera aliada. No me conviene levantar sospechas. Si aceptas puedo llevarte ahora mismo, está distraído.
- Está bien, llévame ¡Pero espera! ¡Tengo una pregunta! ¿Sabes dónde está mi amigo? Su nombre es Víctor. Desapareció.
- Perdón, pero no sé. Está escondido en algún lugar lejos de mis sombras. Quizá el Testigo Turquesa pueda decirte algo.
- Bueno… Vamos. Estoy listo.
- Asegúrate de ganar esta pelea. Si te derrota te arrancará los ojos y los dientes; por alguna razón le gusta hacer eso…

Esas fueron las palabras de aliento que recibió Al, que apenas pudo reaccionar ante tal advertencia. Las sombras lo cubrieron. Quedó ciego por un momento. Cuando recuperó la vista fue para ver a las sombras convertirse en mariposas negras y volar, mezclándose con la noche que se vertía sobre él. Había aparecido en un páramo baldío. Estaba de rodillas en el suelo. A unos centímetros de su alcance estaba la lámpara de gas encendida. La sujetó, temeroso. No sabía cómo usarla. Se levantó abrazándola. Caminó antes de recordar algo importantísimo, el consejo de Guadaña; había dicho que necesitaban enfrentar al Testigo Turquesa con una máscara, de lo contrario él tendría toda la ventaja. Empezó a buscar con qué cubrir su rostro. En medio de su desesperación, una sombra espesa se lanzó sobre su cara. Primero lo invadió el miedo, seguido por la confusa calma al no sentirse atacado. Se dio cuenta de que consiguió una máscara hecha de obscuridad, misma que agudizó sus sentidos. Podía ver con claridad debajo de aquella luna y su audición era mucho más nítida. No lo notó, pero la sombra que lo cubría tomó una forma muy parecida a su máscara de zorro. La noche era silenciosa, pero el eco de unos pasos lo cautivaron. Era un andar lento, en círculos ¿Acaso sería él?
Alistair se dirigió hacia el sonido, gracias a las sombras que lo cobijaban, era invisible. Con sus ojos renovados pudo ver con mayor detalle su entorno. Había varias casas derruidas y abandonadas. Las plantas crecían sin control por todo el lugar ¿Qué haría un usuario tan poderoso ahí? Continuó caminando con cautela hasta que el sonido de pasos se hizo muy obvio. Agudizó su oído. El ruido provenía de dentro de una casa. Se acercó a ella de cuclillas. Conforme más distancia acortaba, más certero era que lo encontraría dentro. La entrada no tenía puerta. En cuanto cruzó el umbral, los pasos se detuvieron. Él también se quedó quieto, esperando algún nuevo sonido, pero ya nada emitía ruido. Continuó moviéndose, entrando en la sala. No había nada más que una bolsa de tela pequeña que cabría en la palma de una mano. Se acercó a ella y la levantó. Cuando vio lo que contenía la dejó caer. Su interior se derramó por todo el suelo ¡Eran ojos humanos!
Se incorporó de golpe, aterrado. Una voz que provenía de todas partes y de ninguna susurró:

"Te veo".

Las reliquias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora