Alistair volvió en silencio, derrotado.
Las manos: llenas de sangre, el corazón: desesperado.
Sin embargo, no pensaba con remordimientos la posición en que dejó a Dee; hasta podría decirse que era lo único que le causaba paz. Mientras le daba vueltas a lo ocurrido, la Reina Púrpura apreció de una esquina de la obscura habitación. Hablaron entre sombras.- ¿Encontraste a tu amigo? -preguntó ella.
- No -respondió él.
- ¿Dee?
- Muerto.
- Eso crees. Tuve que salvarlo.
- ¿¡Qué?! ¿¡Por qué?!
- Te di mi poder para ayudarte, no para convertirte en un asesino.
- Ya he matado antes.
- Pues deja de hacerlo. Ya hay suficientes asesinos.
- Pero él se llevó a Víctor. No sé a dónde. Dijo que desapareció junto con la reliquia que probaba, un “orbe”.
- Eso no te da derecho a matar. Tu amigo desapareció. Búscalo. No te rindas hasta que lo encuentres. Si está vivo, celébralo. Si está muerto, entonces habrá cabida para la venganza.Alistair guardó silencio, arrepentido e impotente. Se disculpó por usar de forma incorrecta el poder que le era prestado. Prometió no sucumbir al odio. La Reina Púrpura conocía bien esos sentimientos, así que lo perdonó. Por último, Al le pidió ayuda para seguir robando reliquias. Ella aceptó con una sonrisa. Estaría dispuesta a guiarlo. Se despidió, dejándolo solo. Los pensamientos lo carcomían. Se dio un baño y durmió, atormentado por pesadillas.
Cuando amaneció se vio obligado a hablar del fracaso con las chicas. Ninguna sabía cómo reaccionar o qué era prudente hacer. Lara sugirió ir a la policía, pero Christabel la detuvo. Era un despropósito. Tendrían seguir apoyándose en la Reina Púrpura para conseguir más reliquias. Mientras las robaba podía preguntar por Víctor. Alguien tendría que saber algo.
Durante los siguientes días pasaron dos cosas de gran importancia: Lara recordó la casa que quería comprar, así que convenció a Al de hacerlo. Con eso en mente, cuando salía de caza robaba dinero de los matones que encontraba, pues no quería robar otro banco. Demasiada atención innecesaria.
El otro asunto importante era que la Reina Púrpura le enseñó nuevos trucos con la lámpara de gas. Aprendió a ser sigiloso, a provocar miedo en sus contrincantes. Consiguió hacerse más fuerte.
Había dos distintos objetivos que señalaba la Reina Púrpura. Los más comunes eran algún grupo de pandilleros con conexiones indirectas a Zalman. Alistair, al tanto de su promesa, los dejaba noqueados y heridos, pero nunca muertos. En los casos más raros, la Reina Púrpura señalaba el lugar de una reliquia. Así recuperó el catalejo, no tan resguardado como esperaba. Desde entonces lo llevaba encima, esperando el regreso de Víctor para devolvérselo.
Conforme pasaba en tiempo, Al se sentía más en sincronía con la reliquia de las sombras. La Reina Púrpura lo mantuvo firme y le demostró que en las sombras también hay luz. A pesar de ser casi de la misma edad, (ella era dos años mayor), se comportaba con una madurez impropia de alguien tan joven. Siempre calmada, pero sonriente.
Mientras que su amistad florecía, la desesperanza de Al se desbordaba. Nadie sabía nada de Víctor, era como si la evidencia de su existencia solo fueran sus recuerdos. “¿Quién es Víctor?”, respondían, asustados, aquellos a los que interrogaba. Hasta incluso llegó a poner en duda la existencia de este, temiendo que el tal “Víctor” hubiera sido una ilusión implantada en su mente por el Testigo Turquesa.Así transcurrieron dos semanas. Alistair estaba destrozado. Esa noche había salido junto con la Reina Púrpura a cazar al que poseía el anillo de la traducción universal. Era un títere simplón al que se derrotó sin tocarlo, se aterró al ver que las sombras se movían. Su máscara de zorro sombrío siempre lo cubría durante las noches de caza. Los rumores acerca de un vigilante que se erguía contra Zalman no se hicieron esperar. Algunos decían la verdad y otros exageraban al punto de decir que el chico zorro se comía a sus víctimas, cosa que nunca ocurrió, pues siempre, después de amedrentarlos, se les entregaba a la policía.
La noche en que recuperaron el anillo, ambos subieron al techo de un edificio abandonado. Las nubes dejaban que la luna iluminara sus dos tristes siluetas mientras platicaban.- Perdón. No he podido ayudarte a encontrarlo -dijo ella en tono solemne.
- No es tu culpa -respondió él, en voz baja- Sabíamos que sería peligroso entrar en este mundo. Víctor sabía lo que estaba en juego, tal como la vez que casi me matas ¿Recuerdas?
- No fui yo, fue uno de ellos -dijo ella, riendo- Si no hubieras pausado el tiempo las cosas no hubieran escalado tanto. Técnicamente fue tu culpa.
- Claro, échame la culpa a mí ¿Y qué son “ellos”? Rara vez puedo verlos.
- Quizá no deberías. Ellos me conocen desde hace años. Tú eres nuevo.
- ¿Puedes mostrarme alguno?
- ¡Claro! – Al decir esto rebuscó entre los volantes del vestido que usaba. De entre los pliegues sacó un animal muy pequeño y extraño. Era panzón, cuadrúpedo y de trompa alargada. No tenía ojos ni pelaje, era tan pequeño que cabía en la palma de su mano. Se lo extendió a Al.
- ¿Q-qué es?
- No sé. No tiene nombre, ni especie, pero ¿Apoco no es bonito? Sujétalo -dijo ella, depositándolo en las manos de Al.Él lo tomó. Su piel era áspera, pero suave. El animalito no paraba de frotar su cabeza contra las manos de Al.
- Qué chistoso ¿Cómo funciona tu reliquia? ¿Por qué parece contener su propia fauna?
- La verdad no sé. Es raro. Llevo años usándola y casi desconozco todo de ella.
- ¿Cómo la obtuviste?
- …Fue raro. No recuerdo cómo llegué ahí. Estaba perdida en un bosque y tenía que continuar caminando a través de las sombras y la obscuridad, pero alguien me detuvo. Me dijo que si quería continuar debía tomar la lámpara. Lo hice, la tomé y pude salir del bosque, pero la voz me advirtió acerca de ella… acepté a la obscuridad para poder controlarla con libertad. Antes de eso no tengo recuerdos, no sé cómo llegué al bosque.
- Qué raro… -dijo Al, mientras el animal había escalado hasta su cabeza y hacía un nido con sus cabellos, acurrucándose ahí mismo.
- ¿Y tú cómo obtuviste tu primera reliquia, el reloj? Es un objeto muy codiciado.
- Era de mi abuelo. Me lo heredó.
- Espero que podamos recuperarlo. No quiero imaginar lo que Zalman hará con tal poder.
- Yo solo quiero encontrar a mi amigo, lo demás ya no me importa…La Reina Púrpura guardó silencio, era difícil darle ánimos tras dos semanas de fracaso tras fracaso. Poco después, el perezoso animal que Alistair tenía en la cabeza empezó a roncar. Ambos rieron.
ESTÁS LEYENDO
Las reliquias.
AdventureEn un mundo similar al nuestro, existen objetos de gran poder. Tiempo, espacio, obscuridad, inmortalidad, cualquier cosa que se desee puede hacerse realidad... Aquellos que portan una reliquia son temidos y respetados ¿Qué pasará cuando Alistair, un...