Aquella noche, presa del odio febril, Víctor sufrió terribles pesadillas donde el recuerdo de su padre colgado lo perseguía sin tregua.
Al día siguiente, cuando el sol comenzó a calentar la tierra seca, todos despertaron.
Se reunieron en el mismo sitio de la noche anterior. Debían despedirse; Víctor estaba tan enojado que no podía ver a nadie a la cara. Mantenía la mirada fija en el suelo.
Antes del adiós, Guadaña les advirtió de un gran peligro que debían considerar. Les habló de un usuario conocido como el “Testigo Turquesa”.
Su reliquia: una pequeña pirámide de cristal.
Sus poderes: psíquicos. Controlaba la mente.
Era debido a él que todos los usuarios portaban máscaras. Necesitaba ver el rostro de la víctima para usar su poder. De aquí provenía el consejo de Guadaña. “Consigan una máscara para cada uno de ustedes y úsenla siempre que puedan”.
Después de eso, Alistair y los demás se marcharon. Ya no había razón para permanecer ahí. Todos, excepto Víctor, se despidieron de Guadaña, el cual dijo que debía permanecer ahí para cumplir su penitencia autoimpuesta, pero si llegaban a necesitar ayuda, acudieran a él.
Al alejarse caminando vieron en una zanja, destruidos, los equipos de oxígeno que Fermonsé les había prestado. El de Lara tenía un gran orificio en él, de cuando fue atacada.
Antes de que Víctor sacara su reliquia vieron por última vez el desierto muerto. Al desaparecer levantaron una pequeña nube de polvo que Guadaña contempló con preocupación. Pensó que quizá no debió haber dejado que se fueran.Cuando regresaron al lugar donde se hospedaban, Christabel y Aradia los recibieron un mucho gusto. Ambas estaban preocupadas, pues debieron regresar el día anterior. Antes de relatar lo ocurrido, lidiaron con una agradable sorpresa: Aradia ya usaba pantalones. Durante su ausencia, Christabel la convenció de usarlos y también de presumir su cola puntiaguda. Le hizo un pequeño orificio para que la llevara al aire libre. Todavía se sentía insegura, pero sonreía. Dejando eso de lado, aún no se sentía cómoda usando calzado. Sus piecitos seguían desnudos.
Antes de hablar, Víctor sintió un escalofrío de dolor por su herida y se sentó. Tendría que ir a algún hospital. Aradia lo notó decaído y se acercó a trompicones hacia él. Le preguntó con señas y ruidos por su malestar. Víctor le contó y mostró su mano. Aradia la tomó con gran cuidado. Lo analizó por un momento, sus cuernos empezaron a emitir una luz multicolor, la misma que inundaba la habitación de Al cuando le arrancó aquel gusano. Todos contemplaron ese extraño espectáculo. Cuando la luz se detuvo, Víctor se sintió extraño. Quitó las vendas y su herida, tan profunda como era, había desaparecido.
Nadie lo notó, pero la punta de la cola de Aradia había ennegrecido un poco.
Sorprendidos, no pudieron hacer más que especular acerca del origen de la niña.
Después, sin despegar el ojo de encima de la niña, platicaron sus aventuras. Aradia no entendía muy bien, pero pretendía hacerlo.
Alistair no comentó nada de la conversación que tuvo en solitario con Guadaña. Quería guardárselo para sí mismo, pensarlo un poco. Pero primero necesitaba platicar con Víctor a solas, le preocupaba el aspecto consternado que había adquirido.
Por su parte, Víctor tampoco sabía muy bien cómo se sentía. Aquel penitente parecía arrepentido de su pasado. Pensaba que sería mucho más fácil odiarlo si se comportara de otra manera, pero cuando lo tacleó y presionó el cuchillo contra su garganta sintió cómo ese hombre estaba dispuesto a morir con tal de expiar su pecado. Sintió miedo por considerar el homicidio.- Tengo algo que confesarte -dijo Víctor- Mi papá está muerto.
Alistair enmudeció, consternado.
- Fue en el temblor -continuó Víctor- …no… fue un día antes. La noche en que nos reunimos. Cuando regresé a mi casa lo encontré. Había sido él mismo. Él fue el que terminó con…
- No digas más. Entiendo, pero ¿por qué no lo habías dicho?
- No sé, no quería hablarlo. El día después ocurrió el temblor y su cadáver quedó sepultado ahí. No volví a verlo, se sentía irreal, si lo decía en voz alta sería admitir que pasó, que está muerto, pero al estar en el desierto lo supe. No hay cómo eludir la realidad.
- No hay nada que pueda decir para hacerte sentir mejor, pero quizá te gustaría pensar que, no sé, no todo está perdido. Tú estás vivo. Puedes hacer las cosas mejor, puedes ser el legado que quieras. Honra su memoria, si así deseas, u olvídalo. Tomó su decisión y no estoy de acuerdo, pero tú todavía puedes elegir.Aunque no llegaron a una conclusión satisfactoria, Víctor se sintió mejor después de confesar sus confusos sentimientos.
Después fue Al el que tuvo la necesidad de desahogarse, pues había un pensamiento que lo empezaba a molestar. Contó que sentía cómo las cosas se le iba de las manos. Cada vez se metían en peores situaciones, por ejemplo, si Guadaña fuera menos indulgente, podía haberlos matado. Hasta ahora habían tenido suerte, pero podía acabárseles en cualquier momento. Por eso es que Al le pidió que, si veía que algo podía salir mal, tomara a las chicas y desapareciera. En especial le pidió consideración para con Christabel, pues era la menos implicada en esas circunstancias. Víctor notó lo preocupado que estaba, no podía negarse. Le prometió que cuidaría de todas ellas sin importar lo que pasara. Desde ese momento tanto Alistair como Víctor se sintieron más tranquilos sabiendo que no estaban solos y que contaban con el apoyo el uno del otro.
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Las reliquias.
MaceraEn un mundo similar al nuestro, existen objetos de gran poder. Tiempo, espacio, obscuridad, inmortalidad, cualquier cosa que se desee puede hacerse realidad... Aquellos que portan una reliquia son temidos y respetados ¿Qué pasará cuando Alistair, un...