LXXIII. La cara que se desmorona.

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Las risas continuaban dentro de la casa. Alistair usó la pirámide y durmió a tres Rowans más. Para cuando el cuarto cayó, se dieron cuenta que no era parte de la borrachera.

- ¡Nos atacan! -gritó alguien desde dentro.

Al instante, los Rowans restantes salieron corriendo por todas las ventanas y puertas, atropellándose. Algunos de ellos aún reían bajo sus máscaras.

- ¡Carajo! -gritó Al.
- ¡No te preocupes! -dijo la Reina Púrpura, riéndose- Atraparé los que pueda. Tú también intenta capturar algunos -concluyó mientras corría. Su cuerpo se transformó en decenas de mariposas moradas que volaron tras los forajidos.

Alistair corrió cubierto de una capa de obscuridad. Alcanzó a un Rowan, pero al no saber cómo retenerlo le rompió una pierna. Él gritaba. El hueso había atravesado la piel. Alistair lo dejó tirado. Persiguió al resto. Cuando alcanzó a otro le rasgó los tendones de las piernas. Adolorido, permaneció en el suelo. Continuó su carrera. Alcanzó a dos más. A uno lo sujetó por el brazo y lo azotó contra el suelo. Cuando cayó, empezó a gritar. Su máscara se había quebrado en varios trozos. Alistair, extrañado, lo dejó ahí. Se le ocurrió probar algo. Alcanzó al otro Rowan y le arrancó la máscara, tirándola al piso, rompiéndola. El Rowan se lanzó al suelo, desesperado, intentando reunir los trozos. Alistair sonrió. La persecución se reanudó, pero ya no hubo sangre, solo desesperación por reensamblar las máscaras. Así, la Reina Púrpura logró capturar a veintinueve copias, (indemnes y con las máscaras intactas, cabe aclarar), mientras que Al capturó a diecisiete, (algunos con graves heridas, como ya se mencionó). Ella se burló de su incompetencia, sin embargo, también aplaudió su ingenio. Ni un solo Rowan había escapado y, aunque tarde, se dio cuenta de cómo detenerlos sin que opusieran mayor resistencia. Con los rehenes reunidos en un solo lugar bajo la luna, Al fue durmiéndolos de uno en uno. Por curiosidad quiso asomarse en su mente, quería saber si había algún recuerdo de Víctor. Sin rebelar su intención, pretendió dormir a uno, pero en realidad echó un vistazo al subconsciente. Lo que vio lo horrorizó. Había sangre y una tumba burda.

- ¿Qué? -susurró con miedo- ¿Christabel?

Sintió algo dentro suyo quebrarse, presa del miedo. Se lanzó sobre el Rowan que había develado tal secreto. Empezó a golpearlo, azotarlo contra el suelo y maldecirlo. La Reina Púrpura no pudo reaccionar tan rápido, pues estaba distraída cuando Al perdió la cordura. Para cuando lo alcanzó y retuvo, ese Rowan había muerto.

- ¿Qué te pasa? ¿Qué hiciste?
- ¡La vi! ¡Estaba muerta! ¡Desnuda! ¡La mataron!
- ¿A quién?
- Christabel.
- No puede ser. Es tu amiga ¿No? ¿No has estado viviendo cerca de ella?
- Sí, pero ¡Podría ser una ilusión otra vez! ¿¡Es real!? ¿¡Esto está pasando o sigo dormido?!

Justo cuando terminó su pregunta, el cadáver del Rowan al que asaltó empezó a desmoronarse. Su piel se había vuelto gris y quebradiza. Se desvanecía con lentitud. Entonces Al observó a la Reina Púrpura. Por primera vez, su semblante era trémulo.

- Tengo miedo -susurró Al, acurrucándose en sí mismo. Ella lo abrazaba, incapaz de ayudarle más allá de eso.

Ambos contemplaron en silencio cómo la copia muerta desaparecía. Sus congéneres se sentían aliviados. Cualquiera de ellos aún podía aspirar a vivir más tiempo.

Las reliquias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora