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—¡¿S-Se puede... sa-saber que diablos haces tú aquí?!—Tosió Somi pisando el cigarrillo en el suelo después de ver a la persona recién llegada—¡No puedes estar aquí!—Enfurecida caminó rápido hacia su dirección.

—¿Así me recibes después de tanto tiempo, Somi?—Habló tranquilamente el hombre de camisa negra con algunos tatuajes visibles en los brazos.

—¡Vete de aquí ahora mismo!—Ordenó señalando el pasillo por donde recién llegó el tipo—¡No puedes estar aquí!—Somi se mostró furiosa, pero a la misma vez nerviosa. Nadie más tenía que saber que Mina estaba allí muchísimo menos él.

¿De donde rayos salió?

¿Desde cuando estaba en el país?

¿Por que llegó a su cabaña a esa hora?

¿Acaso sabía que ella estaría allí?

—¿Ni siquiera me vas a dar las gracias primero por el favor que te hice? Uy, que mal educada eres...—La cabeza ladeó el hombre frente a ella y Somi frunció el ceño confusa por sus palabras.

—¿Favor? ¿Las gracias? ¿De que demonios hablas? Tu y yo no nos vemos desde hace un año. No recuerdo haberte pedido un favor jamás.—

—Eh, Somi.—Chan a su lado habló llamando la atención de la rubia—Él me ayudó con todo esto de Sharon.—Reveló el piloto dejando boquiabierta a Somi.

—¿¡Que!?—Atónita se mostró intercalando la mirada sobre ambos hombres.

—Ayudó a detectar con sus máquinas si las chicas tenían rastreadores encima, a desaparecer el auto y sus teléfono. Sabes que es un experto en cosas de tecnología. No tenía a nadie más a quien encargarle el trabajo.—Explicó

—No puede ser...—La mano se pasó en el cabello sin creer lo que estaba escuchando.

—También se encargó de hackear algunas cámaras de seguridad que hay por estos lados para que nadie supiera que vinimos para acá.—Añadió

—De nada.—El hombre dijo bebiéndose un trago de la botella de vino que traía en la mano.

—¡¿Y por que demonios no me dijiste nada!?—Recriminó Somi—Bien pudiste decirme que habías contratado a este imbécil.—Señaló al hombre.

—Bueno se lo dije a...—

—¡Tenías que decírmelo a mí, idiota!—

—Ya relájate Somi.—El hombre habló llevándose la botella nuevamente a la boca para darse otro trago—No diré nada si eso es lo que temes. No si me pagan todo lo que prometieron.—Somi respiró hondo intentando calmar las enormes ganas que tenia de golpear a Chan. Se supone que los hombres que contrataría iban a ser desconocidos no conocidos.

—Ya te dije que te pagaré.—Chan dijo.

—Bien, entonces considérenme una tumba.—

—Hola~ ¿Hay alguien aquí?—De pronto una voz femenina se oyó a lo lejos. Una voz conocida para todos.

—Esto debe ser una maldita broma.—Gruñó Somi volteándose hacia el pasillo de donde provenía el sonido de esa voz. Más furiosa no podía ponerse la estadounidense al saber quien era la persona que llegó.

—Oh, aquí están.—Y entonces una segunda persona inesperada se hizo presente en el lugar. Una sonriente pelinegra vistiendo un elegante abrigo gris se dejó ver en el pasillo.

—¿Que.haces.tu.aqui?—Hasta ella se acercó Somi tomándola del codo con brusquedad. La chica estaba que explotaba de coraje. Bastante tenía con que casi se les escapan las chicas y la presencia de aquel hombre.

Proyecto "SON" (Michaeng) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora