Capítulo 13: Caída

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Toma segundos.

Piezas de tiempo minúsculas, casi sin valor, que de repente se vuelven tan valiosas y preciosas en situaciones en las que el tiempo lo es todo.

Se necesitan segundos para ganar o perder; todo depende de quién se mueve más rápido.

Lisa lo sabía muy bien: Hwangssabu se lo había repetido sin cesar.

"Verán, en el ring, no siempre es el peleador más grande y más fuerte el que gana", dijo mientras sentaba a las dos niñas en su regazo. "Es el más inteligente, el que piensa rápido y se da cuenta de la debilidad de su oponente. Aprende a trabajar de manera más inteligente, no más fuerte, cuando estás peleando."

"¡LISA, CUIDADO!"

Lisa se giró justo a tiempo para que un guante de boxeo le diera un golpe en la cara, enviándola volando hacia atrás.

Ah... no fui lo suficientemente rápida... Lisa pensó fugazmente mientras se estrellaba contra el suelo. Se tumbó aturdida, sintiendo el familiar chorro de sangre caliente y pegajosa correr por sus labios.

"¡Tor-na-do! ¡Tor-na-do!" La multitud cantó, instándola a levantarse.

"¡Acaba con ella! ¡Acaba con ella! ¡Acaba con ella!" Gritaron los fanáticos de su oponente.

Lisa sintió ganas de cerrar los ojos y caer en un sueño profundo donde nada pudiera tocarla, ni siquiera el canto sin sentido que la incitaba; ni siquiera la sangre; ni siquiera los puños voladores; ni siquiera los horribles gritos ahogados de los moribundos que aún resonaban en su cabeza...

El agotamiento era profundo, un gran peso en sus huesos en contraste con la adrenalina que la impulsaba a levantarse y pelear, pelear, pelear.

"¡Tor-na-do! ¡Tor-na-do!" Rugió la multitud, pisando fuerte. Sus vítores entusiastas alcanzaron un crescendo cuando Lisa se sentó con un gemido, sosteniendo su cabeza.

En una pelea, cualquier pelea, la reacción del cuerpo es siempre la misma para cualquiera: pelear o huir. Muy pocas personas tienen arraigado el modo de lucha para prolongar una pelea; es por eso que las peleas callejeras generalmente se desvanecen rápidamente, cuando el instinto de huir aparece poco después de un par de golpes.

El cerebro siempre busca alejar al cuerpo del peligro. Se necesitan años de entrenamiento para suprimir este instinto y luchar en su lugar.

A Lisa ya no le importaba: estaba demasiado cansada para luchar o huir.

Cansada de hacer ejercicio. Cansada de ganar y todavía atrapada en el mismo lugar.

Nada cambió nunca, ni siquiera cuando había ganado cuatro peleas seguidas esa vez, y había aumentado las esperanzas de Jennie de mejorar alguna vez su miserable existencia.

Estaba tan, tan cansada.

"¡Acaba con ella, vamos!"

"¡Cállate, puedo hacerlo!"

Entrecerrando los ojos para protegerse de las luces cegadoras, vio a la osa dando vueltas en su esquina, ignorando a su ansiosa entrenadora, que saltaba de un pie al otro agitado sus brazos mientras vitoreaba a su luchadora enmascarada.

Lisa tuvo que darle crédito a la Osa por mantener esa aura distante.

Por supuesto, ella no era la única boxeadora que ocultaba su identidad solo para crear esa personalidad misteriosa, pero sería progresivamente más difícil mantenerla una vez que su popularidad aumentara.

La chica era tan misteriosa como se puede ser, escondiendo la parte inferior de su rostro debajo de una máscara negra. Tenía el cabello negro azabache con flequillo que le cubría las cejas, pero sus ojos, duros en medio de la batalla, ahora brillaban con algo parecido a la preocupación nerviosa.

The Tiger King (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora