Una vez al mes, en lugar de ser enviada a negociar acuerdos entre su jefe y alguna otra parte, Rosé tenía una reunión.
Y aunque las temía tanto como a su trabajo nocturno todas las semanas, la reunión era importante porque era como una auditoría— era el momento que el jefe usaba para evaluar su desempeño y revisar los tratos con los clientes con ella, y luego le entregaba a Rosé su presupuesto mensual.
Hacia esto con otros corredores como ella, pero eso no significaba que la idea de quedarse sola con el hombre que la poseía la hiciera sentir más cómoda, aunque había estado haciendo esto durante un buen par de años.
"Adelante."
Rosé cerró los ojos ante el acento agudo y aflautado que respondió a su llamada. Su Jay de esa noche, Jay-P, o Jimin, le abrió la puerta.
"Buena suerte, amor", susurró.
Apretó sus labios en una fina línea y se deslizó dentro— no le importaba el coqueteo de Jay en este momento, no cuando estaba a punto de enfrentarse a una amenaza mucho mayor.
La sala de la oficina familiar, espaciosa y bien iluminada, la recibió con el persistente humo fétido de cigarrillos que la hizo toser, a pesar de que él había dejado una ventana entreabierta— la brisa fresca la hizo temblar y, sin darse cuenta, se encontró deseando que ya fuera verano. Al menos las noches no serían tan frías.
"Hola Rosé. Siéntate."
Había estado esperando junto a la ventana mientras fumaba un cigarrillo, con las pesadas cortinas corridas para que nadie pudiera ver su silueta. Dios sabe, ya podría haber sido acribillado a balazos si se mostraba al aire libre.
El hombre de corazón negro jugó y apostó con la vida de los demás— había provocado la ira de muchos. Tanto los monstruos como los hombres aprovecharían la oportunidad de asesinarlo, pero hasta ahora, siempre se las había arreglado para mantenerse por delante de ellos— simplemente era demasiado listo para ser atrapado.
Era el diablo: tranquilo, sereno, calculador.
Pero por Dios, que el cielo tenga piedad de tu alma si incurres en la ira del diablo.
Rosé había sido testigo de su ira fría y clínica manifestándose frente a sus ojos: había visto cómo él se apoderaba de la desafortunada fuente de su molestia como un león que atrapa a su presa con sus mortíferas fauces. Observó con horror entumecido cómo su jefe le partía el brazo desde el codo, torcía los tendones y le arrancaba la extremidad a un lacayo por no cumplir una orden.
La articulación del codo que se asomaba había brillado tan blanca y aperlada, con extraños hilos blancos colgando de la carne mientras el hombre gritaba y gritaba. Su brazo flexible y gomoso yacía junto a su cara en un gran charco de sangre, hasta que dejó de gritar. Rosé había olvidado cómo respirar por unos momentos, pero nunca olvidó la vista del rostro impasible de su jefe mientras miraba el cadáver.
Su jefe no tenía ni una sola gota de sangre sobre él.
Se sentó frente a él, consciente de sus ojos entornados perforando su piel mientras él también reflejaba sus acciones y se sentó detrás de su escritorio.
"Entonces, ¿qué tienes para mí?"
Y así transcurrió la junta, con el espeso silencio pesando como un peñasco sobre Rosé mientras esperaba su veredicto, como un alumno que espera ansioso la calificación de un maestro. La irónica comparación mental hizo que Rosé sonriera irónicamente.
Había recopilado la información sobre sus transacciones del último mes con otras cifras y números relevantes, y los presentó en un papel escrito a mano con letra clara, para evitar dejar huellas en su PC. Mientras él leía, ella mantuvo la cabeza gacha, los ojos en la mesa mientras él hojeaba el informe que pronto terminó.
ESTÁS LEYENDO
The Tiger King (Traducción)
FanfictionLucha por la gloria. Lucha por el honor. Lucha por amor. Lisa es una boxeadora competitiva y una estudiante de pilates renuente que se enamora perdidamente de su instructora Rosé, una chica hermosa con muchos secretos que esconder. Pero a medida que...