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┆Jeon Jungkook┆


Analizaba los expedientes de las víctimas, tratando de encontrar cualquier pista que me llevara al asesino. Mientras revisaba los documentos, un patrón comenzó a emerger. Todos los policías asesinados habían estado involucrados en el caso del León Negro hace cinco años. Un escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta de la conexión. 

Sólo quedaban dos agentes más del caso: un detective retirado, el mejor amigo de mi padre, y mi propio padre, quien había encabezado y manejado la investigación. La realizad me golpeó con fuerza; el asesino estaba eliminando sistemáticamente a aquellos que habían trabajado en ese caso. 

Mi mente se llenó de preocupación y una determinación feroz. Sabía que debía actuar rápido para proteger a los últimos dos objetivos potenciales y desentrañar quién estaba detrás de estos crímenes. Aunque ya había un indicio por el testimonio de una de las víctimas antes de morir, quien supuestamente señalaba a Jukcheon como la asesina y responsable de estos crímenes, eso no me convencía. Según mi padre, ella estaba encerrada desde hace cinco años en una prisión de alta seguridad, de imposible escape. Y justo hoy, él había ido a verla.

Nunca he visto su rostro, no sé cómo luce, pues en su expediente no hay fotografía alguna de ella. Su juicio fue muy discreto, como si temieran mostrarla a la sociedad. Los rumores que he escuchado dicen que es una mujer de 40 años a quien se le ha modificado su ADN para que sea una asesina, pero son solo rumores. He intentado hablar con mi padre sobre esto, pero él siempre cambia de tema o lo evade. Nunca me ha dicho nada más de lo que ya sé por su expediente, y no entiendo por qué me niega la información. Soy un detective y hago parte del cuerpo policial; no me deberían negar esa información. Pero mi padre se guarda celosamente esos detalles, y eso solo aumenta mi frustración y desconfianza.


—¿Tienes algo? —habló Park, llegando a mi lado y sacándome de mis pensamientos.

—Sí, hay un patrón con las víctimas que forman parte de la policía —expliqué, señalando los expedientes dispersos sobre mi escritorio—. Todas las víctimas hasta ahora son los mismos oficiales que llevaron el caso del León Negro hace cinco años.

—Entonces esto se debe tratar de una venganza... —dedujo ella, tomando unos documentos y examinándolos con cuidado.

—Algo por el estilo —dije, mis pensamientos aún procesando la magnitud de lo que eso significaba.

De pronto, la puerta de la oficina de investigación se abrió bruscamente, revelando a mi padre, el comisionado, con un semblante preocupado y tenso.

—Comisionado, ¿cómo le fue? —preguntó Park, acercándose a él con un tono de respeto.

—No es ella —soltó directamente, su voz cargada de una mezcla de alivio y frustración.

—¿Jukcheon no es la responsable? —Park repetía la pregunta, buscando confirmación.

—No, he revisado su comportamiento de los últimos meses y no hay nada que reportar. Ella ha estado encerrada ahí sin salir —explicó, su mirada fija en el suelo como si tratara de encontrar una respuesta oculta en las baldosas.

—Pero entonces, si no es ella, ¿por qué la víctima la menciona? —insistió Park, frunciendo el ceño en confusión.

—Kim Namjoon...— llame su atención—... su cuerpo no fue encontrado cuando su laboratorio explotó el día de la captura, ¿no? —pregunté, mirando directamente a mi padre.

Él negó con la cabeza, sus ojos llenos de una preocupación que rara vez mostraba.

—¿Qué estás tratando de decir? —preguntó Park, visiblemente intrigada y cada vez más inquieta.

—Que si él aún está vivo y escondido en alguna parte, lo más probable es que haya seguido con los experimentos y haya logrado crear a otro igual que Jukcheon —dije, sintiendo una fría determinación asentarse en mi pecho—. Si lo logró una vez, es probable que haya podido hacerlo de nuevo.

Mi padre suspiró, pasando una mano por su cabello canoso.

—Es posible. Kim Namjoon era un genio retorcido, y si alguien pudiera replicar a Jukcheon, sería él. Pero necesitamos pruebas concretas, no solo teorías —respondió, tratando de mantener la compostura y la lógica en medio del caos.

—La última víctima fue encontrada en una zona montañosa, cerca de la frontera con Corea del Norte. Debemos buscar por ahí —dije, con firmeza en la voz, señalando el mapa extendido sobre la mesa. La ubicación exacta que marque con un círculo rojo.

Park asintió, sus ojos brillaban con determinación. —Eso tiene sentido. Esa área es remota y difícil de patrullar. Podría ser el escondite perfecto para alguien que no quiere ser encontrado.

—Exacto. Y la víctima dejó un rastro, aunque pequeño. Si seguimos esa pista, podríamos estar un paso más cerca.

Park se levantó de su asiento, tomando su teléfono. —Comunicaré al cuerpo policial de la zona fronteriza. Necesitamos coordinar un operativo lo antes posible —dijo mientras se dirigía rápidamente hacia la puerta. La determinación en su voz era palpable, y sabía que ella haría todo lo posible para asegurar la colaboración necesaria.

Observé cómo salía de la oficina y me quedé mirando el mapa un momento más. La zona montañosa no solo era remota, sino también peligrosa. No era un lugar fácil para llevar a cabo una búsqueda, pero no teníamos otra opción. Si el asesino estaba realmente escondido allí, necesitábamos encontrarlo antes de que pudiera reclamar otra vida.

—Hijo, esto es sumamente peligroso. Si tu deducción es correcta, debes tener en cuenta que la vida de muchos está en riesgo. No quiero que se repita lo de hace cinco años —habló mi padre, llamando mi atención. Notaba la preocupación en su voz.

Me giré para mirarlo a los ojos. —Papá, no te preocupes. Sé a lo que me enfrento. Siempre he estado en este tipo de situaciones. No dejaré que eso se repita —dije con firmeza, tratando de infundirle confianza.

Mi padre suspiró, sus hombros se relajaron ligeramente, pero la preocupación seguía presente en su mirada. —Sé lo terco y obstinado que puedes llegar a ser, y ese es mi temor —confesó, su voz cargada de una mezcla de amor y frustración—. Si no te dejé involucrarte hace cinco años, fue porque aún no estabas preparado para un caso de esos.

Me acerqué a él, colocando una mano en su hombro. —Papá, entiendo tus preocupaciones. Pero ahora tengo más experiencia y estoy listo para enfrentar esto. No voy a permitir que nadie más salga herido. Esta vez, lo resolveremos.

Mi padre asintió lentamente, aunque la duda aún se reflejaba en sus ojos. —Espero que tengas razón, hijo. Pero ten cuidado. No solo por ti, sino por todos los que dependen de ti.

Lo miré con determinación. —Lo sé. Y no fallaré.




ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora