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Dos meses después

La llegada de la pequeña Nari llenó de felicidad a la pareja. Ambos disfrutaban cada momento con su hija, deleitándose en los primeros destellos de su personalidad. Su padre, completamente encariñado, la tenía como la niña de sus ojos, su hija se había presentado como el mejor regalo de cumpleaños al nacer en el mismo día que el. Nari, quien se parecía mucho a su padre, también lo amaba profundamente; siempre buscaba estar en sus brazos, encontrando en ellos el lugar más seguro y cálido.

—¿Dónde está mi princesa? —preguntó Jeon con una sonrisa en el rostro, mientras recorría la casa en busca de su hija. Al escuchar su voz, la pequeña Nari, que estaba en los brazos de su madre, amamantándose tranquilamente, reaccionó de inmediato, soltando una suave sonrisa que iluminó su carita.

—Mira quién llegó, mi amor, tu papá —le susurró Nabi con ternura, acariciando la mejilla de la bebé. Nari, al escuchar esas palabras, dejó de lado el seno de su madre, moviendo su cabecita en busca de la fuente de aquella voz tan familiar que siempre la llenaba de seguridad.

Jeon se acercó a ellas, y con un amoroso gesto, depositó un suave beso en los labios de Nabi. Luego, inclinándose hacia su hija, besó delicadamente su pequeña frente, sintiendo la calidez de su piel. Nari, al sentir el contacto de su padre, balbuceó algo ininteligible, estirando sus bracitos hacia él, como si supiera que ese era su lugar seguro, el lugar donde siempre encontraría amor y protección.

—Eres tan hermosa, mi princesa —susurró Jeon, acariciando la cabecita de Nari mientras ella lo miraba con sus ojos grandes y curiosos como los de su padre. Cada día que pasaba, Jeon se enamoraba más de esa pequeña que le había robado el corazón desde el primer momento en que la vio.

Nabi los observaba, su corazón lleno de amor al ver la conexión tan profunda que se había formado entre su esposo y su hija. Jeon, quien antes parecía tan duro y serio, se había transformado por completo al convertirse en padre, mostrando un lado tierno y cariñoso que ella adoraba.

—Es increíble cómo cada día se parece más a ti —dijo Nabi, sonriendo al ver cómo Nari imitaba los gestos de Jeon. Él sonrió de vuelta, con los ojos brillantes de orgullo y amor.

—Y ella tiene tu fuerza y tu dulzura —respondió Jeon, sosteniendo a Nari en sus brazos mientras la mecía suavemente. La pequeña se acurrucó contra su pecho, dejándose llevar por la seguridad y el amor que emanaba de él.

—Te amo tanto, Nabi —dijo Jeon, mirando a su esposa con una intensidad que sólo podía expresar el profundo amor que sentía por ella.

—Y yo a ti, mi amor. Gracias por ser el mejor papá para nuestra Nari —respondió Nabi, apoyando su cabeza en el hombro de Jeon mientras ambos observaban a su hija, sintiendo que sus corazones estaban perfectamente entrelazados por el amor que compartían.

La pequeña Nari crecía a un ritmo sorprendente, mucho más rápido de lo que Jeon y Nabi habían imaginado. El ADN especial de su madre estaba claramente presente en ella, lo que hacía que su desarrollo fuera no solo más acelerado, sino también notablemente fuerte. Día a día, Nari mostraba señales de una resistencia y agilidad inusuales para un bebé de su edad, lo que sorprendía y a la vez fascinaba a sus padres. Cada pequeño logro, desde sus primeros intentos de gatear hasta la firmeza de su agarre, reflejaba la influencia genética de su madre, revelando que la niña no solo heredaba su amor, sino también sus extraordinarias habilidades.

—La niña es muy fuerte—comentó el padre de Jungkook mientras cargaba a la pequeña Nari en sus brazos. La niña apretaba un pequeño peluche entre sus manitas, con una fuerza que sorprendía a todos. Su abuelo intentó quitárselo, solo por curiosidad, pero Nari lo sostuvo con tanta firmeza que resultaba imposible no admirarla.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora