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┆ Jeon Jungkook┆


- ¡Es una maldita perra! - expresó Park, su voz temblando de ira.

- ¡Cálmate! - le ordené con firmeza, intentando mantener el control de la situación. - No estás actuando como se debe. Necesitamos mantener la compostura aquí.

- ¿Y cómo se supone que debo actuar si no nos respeta en lo absoluto? ¡Hasta te dijo que no podías dar órdenes y que solo eras una cara bonita! ¡Y ni hablar de la manera en que se dirige a tu padre! ¿No te molesta eso? - exclamó, su voz cargada de frustración y desprecio.

- ¿Y qué? Recuerda que ella es extremadamente peligrosa. Cualquier provocación, como las que tú le haces, podría tener consecuencias desastrosas. ¿Acaso no entiendes con quién estamos tratando?

- ¡Claro que lo sé!

- Pues pareciera que no tienes idea, y tus acciones no reflejan la seriedad de la situación - le reclamé mientras cambiaba mi uniforme con rapidez. La tensión en la sala era palpable, y necesitaba salir de allí para calmarme.

- ¡Maldita sea la hora en la que a tu padre se le ocurrió involucrarla en esto! - gritó, su frustración evidente.

- Pues ya está hecho, y no podemos hacer nada al respecto. También me molesta su presencia, pero prefiero enfrentar la situación con madurez en lugar de actuar con estúpidos berrinches - respondí, poniéndome el chaleco con brusquedad antes de dirigirme a la salida.

- ¿Berrinches? ¿Crees que soy una mocosa? - Park insistió, siguiéndome mientras yo trataba de alejarme.

- Pues eso empiezo a creer - le dije sin girarme, mi tono cortante mientras me dirigía hacia la salida. La frustración y la impotencia me consumían, y no tenía tiempo para más disputas inútiles.

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A la mañana siguiente, al regresar a la unidad, nos reunimos nuevamente en la oficina de investigación. Entré rápidamente, pensando que el equipo ya estaría presente y listo para comenzar el día. Sin embargo, me llevé la sorpresa de que la oficina estaba vacía, o eso creía. Mientras me dirigía hacia la puerta para investigar la ausencia del equipo, un sonido leve me hizo detenerme. Me giré para ver una silla que se movía lentamente, y de ella surgió la figura de Na Bi, quien estaba sentada en una esquina, completamente tranquila. Su presencia, inamovible y serena, contrastaba marcadamente con el vacío de la oficina.

Sus ojos, fríos como el hielo, se posaron sobre mí con una intensidad que me hizo sentir una leve incomodidad, pero no suficiente como para que me dejara dominar. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro, como si estuviera disfrutando de alguna broma privada que solo ella conocía.

Me enderecé y cerré la puerta detrás de mí con una firmeza que reflejaba mi determinación de mantener el control. Caminé con paso decidido hacia el centro de la sala, estableciendo una postura de autoridad. No permitiría que su presencia desafiara mi sentido de mando. Na Bi no me intimidaba en absoluto; estaba decidido a no dejarme influir por su actitud provocadora o su extraño comportamiento.

Tomé asiento en la mesa de reunión, rodeado de carpetas que contenían información vital para el caso. Intenté concentrarme en revisar los documentos mientras sentía la mirada penetrante de Na Bi, que no se apartaba ni un momento de mis movimientos. Su presencia era una constante distracción, pero me negaba a dejarme intimidar. Había tratado con varios psicópatas antes, y estaba decidido a no dejar que Na Bi fuera una excepción.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora