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—¿Planeas volver después de tanto tiempo? —preguntó Kim, concentrado en la mezcla de varios componentes químicos en su laboratorio, el sonido de los líquidos burbujeando era lo único que rompía el silencio.
—¿Por qué crees que te saqué de ahí? —respondió Min con una voz profunda y decidida—. Sajadan debe volver a ser lo que era. No pienso perder más tiempo ocultándome en las sombras. La ambición y el deseo de recuperar el control eran evidentes en cada palabra que pronunciaba.
—Tomará tiempo, Min. Así como empezaste, deberás volver a crecer —dijo Kim con calma, sin apartar la vista de su mezcla, que ahora tomaba un color verde fosforescente. Su experiencia le permitía calcular con precisión cada componente.
—No me tomará mucho si empiezas con tus creaciones —dijo Min, mientras sus ojos oscuros se paseaban por los frascos llenos de líquidos misteriosos que adornaban el laboratorio. Había una frialdad calculada en su voz, un rastro de impaciencia contenido—. Aunque esta vez, asegúrate de que no tengan ninguna falla. No puedo permitirme otro error.
Kim, ocupado en mezclar delicadamente dos sustancias, dejó escapar una leve risa, su confianza imperturbable.
—Mis creaciones son las mejores —contestó, con un tono que no admitía dudas. Para él, la ciencia no era solo una disciplina, sino un arte, y en su arte, no había margen para errores.Min entrecerró los ojos, la tensión en su mandíbula era evidente.
—Pues te falló la última que hiciste —replicó, el desdén impregnando cada palabra, como si fueran una bofetada en el aire. El nombre de Jukcheon resonaba en su mente, una sombra que no podía sacudirse.
Kim levantó la vista, sus ojos centelleando con una mezcla de curiosidad y desafío.
—¿Te refieres a Jukcheon? —preguntó, alzando una ceja en un gesto casi casual, aunque había un trasfondo peligroso en sus palabras.
—Sí, a ella me refiero —afirmó Min, su frustración palpable, su voz un susurro grave que parecía resonar en las paredes del laboratorio—. No pudo sobrevivir a un simple incendio en esa maldita prisión. ¡Mi mejor arma, perdida por una chispa!
Kim esbozó una sonrisa ladina, una expresión que en cualquier otra circunstancia habría sido relajada, pero que en este contexto estaba llena de una seguridad que rozaba lo arrogante. Sin prisa, tomó la jeringa que contenía el líquido recién preparado, asegurándose de eliminar cualquier burbuja de aire antes de girarse hacia Min.
—Cuida tus palabras, Min. Ella es, por mucho, mi mejor creación —dijo, su tono bajo, casi amenazante, mientras una pequeña gota de líquido salía de la jeringa con un ligero silbido.Min dio un paso hacia adelante, su voz temblando ligeramente con una mezcla de incredulidad y rabia.
—Investigué y su cuerpo fue enviado a una fosa común, Kim. ¿Acaso te estás engañando? —El aire parecía volverse más denso con cada palabra que pronunciaba, cada vez más desesperado por respuestas.
Pero Kim no se dejó amedrentar. A su modo de ver, Min estaba haciendo una suposición fatalmente errónea.
—Pues te equivocas —respondió Kim, su voz tan segura como siempre—. Ella está viva, aunque no sé con exactitud dónde podría estar ahora. El chip de rastreo parece haberse dañado, pero eso no significa nada. Jukcheon no es que un experimento fallido; es una obra maestra.Min frunció el ceño, la duda comenzando a abrirse paso entre su furia.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —su voz, baja y amenazante, mostraba una mezcla de desconfianza y un vestigio de esperanza.
Kim se giró hacia una camilla en el centro del laboratorio, donde un cuerpo inmóvil yacía bajo una sábana. Inyectó el líquido de la jeringa en la intravenosa, sus movimientos eran precisos, casi reverenciales.
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ADN CRIMINAL ⌖ JK +18
Fiksi PenggemarLa policía surcoreana enfrenta una batalla titánica para capturar al autor de una ola de caos sin precedentes que ha desbordado la capital del país. No se trata solo de tiroteos, drogas, dinero, secuestros y asesinatos; la situación ha alcanzado un...