┆Jeon Jungkook┆
Observaba cómo ella aún dormía, su respiración tranquila y serena llenando la habitación con una paz que contrastaba con la intensidad de la noche anterior. Su piel desnuda, iluminada por la suave luz de la mañana, estaba tan cerca que no podía resistir la tentación de deslizar mis manos sobre ella, disfrutando de la suavidad bajo mis dedos.
Cada caricia era un recordatorio de lo que habíamos compartido, de la conexión que habíamos alcanzado. La noche anterior... no sé cómo explicarlo, pero fue más que solo pasión. Fue como si todo lo que había reprimido, todos los deseos que había intentado ignorar, se hubieran liberado de golpe.
No me había dado cuenta de lo mucho que la necesitaba hasta que la tuve debajo de mí, gimiendo mi nombre con cada embestida, su voz cargada de deseo y entrega.Era un anhelo que había estado ardiendo en mí desde la última vez que estuvimos juntos, una necesidad que había crecido con cada día que pasaba.
Anoche, finalmente, lo sacié. Pero incluso ahora, al verla dormida a mi lado, siento que no es suficiente. Quiero más, necesito más de ella, como si nunca pudiera ser suficiente. La manera en que su cuerpo respondía al mío, cómo sus gemidos llenaban la habitación... no hay nada que se compare a eso.
Ella se removió con pereza entre las sábanas, su cuerpo buscando una posición más cómoda mientras sus párpados se levantaban lentamente. Sus ojos cafés, aún empañados por el sueño, se encontraron con los míos, y en ese instante vi un brillo especial en ellos, uno que nunca antes había notado. Era como si solo despertara de esa manera por mí, como si esa luz en su mirada existiera solo cuando me veía. Una sonrisa se dibujó en sus labios.
—Pensé que te habías ido a trabajar —susurró, su voz todavía adormilada, llena de esa ternura que solo el despertar puede traer. Su tono, tan suave y sincero, me hizo sonreír. Negué lentamente con la cabeza, disfrutando del momento. Hoy no había salido temprano, como solía hacerlo. Generalmente, mi rutina me llevaba a dejarla dormida en la cama, y no la veía hasta la tarde cuando volvía a casa.
—¿Quieres que me vaya? —pregunté en broma, levantando una ceja mientras la observaba atentamente. Pero ella negó con rapidez, moviéndose para acurrucarse más cerca de mí, como si quisiera aferrarse a este momento.
—No, casi nunca te veo en las mañanas —dijo ella, su voz suave y sincera, llena de una necesidad que no pude ignorar. Sus palabras me hicieron esbozar una sonrisa, una que se formó no solo por lo que decía, sino por lo que significaba. Saber que mi presencia en este momento, en este preciso instante, era algo que ella valoraba, algo que ella necesitaba.
Me acerqué más, rodeándola con mis brazos, dejando que nuestras respiraciones se sincronizarán. La calidez de su cuerpo contra el mío, la forma en que se acomodaba en mi pecho, como si este fuera su lugar natural, me hacía sentir una paz que rara vez experimentaba.
—¿Ya soy tuya? —su voz llegó a mis oídos como un susurro, cargada de vulnerabilidad mientras levantaba la cabeza para encontrarse con mi mirada. Había algo en esa pregunta que me desconcertaba, incluso me ofendía un poco. ¿Cómo podía dudarlo? Desde aquella primera noche, cuando nuestros cuerpos se unieron por primera vez, la había reclamado como mía en cada sentido posible, aun que lo hubiese negando antes.
—Eres toda mía —declaré, dejando que la firmeza en mi voz revelara la posesividad que sentía. Mis ojos la atraparon, sosteniéndola en ese momento como si quisiera grabar en su mente cada palabra—. Me perteneces y nunca te dejaré ir.
Cada palabra salió de mi boca con una determinación inquebrantable, como si fuera un juramento que sellaba algo mucho más profundo entre nosotros. Era más que una simple afirmación; era una promesa y una demanda, todo en uno. No era solo mi deseo, sino una necesidad incontrolable de mantenerla a mi lado.
— Yo soy suficiente para tí, no necesitas a nadie más —añadí, esta vez dejando que mi voz se suavizará, pero manteniendo el énfasis en cada palabra. Lo dije no solo para reafirmar su valor, sino también para apaciguar el miedo que a veces surgía en lo más profundo de mi ser. Había una parte de mí que temía no ser suficiente para ella, que algún día pudiera encontrarme insuficiente, como si pudiera considerarme un simple plato de segunda mesa, algo prescindible.
Ese temor me carcomía en silencio, por mi pasado con Park aunque rara vez lo admitía incluso a mí mismo. Pero en este momento, con ella mirándome, sintiendo la intensidad de mi posesión, no podía evitar revelarlo de alguna forma.
Me acerqué más a ella, dejando que nuestras respiraciones se mezclaran, como si al unirnos en ese silencio pudiera transmitirle lo que mis palabras apenas alcanzaban a decir. Acaricié suavemente su rostro, trazando con mis dedos las líneas de su piel, intentando grabar en mi memoria cada detalle, como si pudiera anclarla más profundamente en mi vida, en mi realidad.
—No hay nadie más, nunca lo habrá, yo seré tu mundo—susurré contra sus labios, incapaz de contener la necesidad de besarla nuevamente, como si ese simple gesto pudiera reafirmar lo que sentía, lo que éramos. La besé con la misma desesperación con la que lo había hecho la noche anterior, como si en cada contacto intentara sellar mi promesa, una promesa de que no importaba lo que sucediera, ella siempre sería mía.
Y mientras lo hacía, sentí cómo la tensión en mi pecho se desvanecía un poco, reemplazada por una certeza renovada. En ese instante, con ella en mis brazos, con nuestras almas entrelazadas, supe que no había nada más que deseara en este mundo.
Había decidido no ir a la estación hoy, dejando de lado mis responsabilidades por algo mucho más importante: hacerla mía una vez más en la mañana. Había algo en esa intimidad que no podía resistir, una necesidad insaciable de sentirla cerca, de perderme en ella. Ahora, mientras preparaba el desayuno, ya un poco tarde, no podía evitar sonreír al recordar cómo había reclamado cada parte de ella, como si el mundo fuera solo nuestro.
Entonces, la vi salir de su habitación, y noté que caminaba un poco raro. Tuve que contener una risa, sabiendo que probablemente me había pasado un poco con ella. Había algo en esa imagen que me llenaba de orgullo y ternura a la vez. No era solo el hecho de que había sido intenso, sino que había sido real.
Mientras se acercaba, la sonrisa en mi rostro se hizo más grande. Ella no dijo nada, solo me miró con esos ojos que parecían saber exactamente lo que estaba pensando. Y en ese instante, supe que no me arrepentía de haberme quedado.
Le di sus suplementos y luego me dediqué a tomar mi desayuno, mientras ella estaba a mi lado. Mientras comía, no pude evitar observar con orgullo las marcas que había dejado en su piel, justo en su cuello y clavícula. Cada pequeño moretón era un recordatorio de la pasión que habíamos compartido, y aunque me daban ganas de hacer algún comentario, preferí mantenerme en silencio, disfrutando de la vista y de la sensación de saber que ella era mía en todos los sentidos.
Una vez terminamos, la miré y le propuse llevarla a pasear. Sus ojos se iluminaron al instante, y no pude evitar sonreír al ver cuánto la emocionaba la idea. Era increíble cómo pequeños momentos como ese podían hacerla tan feliz.
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ADN CRIMINAL ⌖ JK +18
FanfictionLa policía surcoreana enfrenta una batalla titánica para capturar al autor de una ola de caos sin precedentes que ha desbordado la capital del país. No se trata solo de tiroteos, drogas, dinero, secuestros y asesinatos; la situación ha alcanzado un...