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Los pasos firmes y pesados de las botas del detective resonaban en la unidad, un sonido que hacía eco en los muros de concreto y alertaba a todos de su presencia. Sus compañeros y el personal sabían que el detective no estaba de buen humor esa mañana.

Con una expresión ceñuda y los ojos filosos, el detective escaneaba cada rincón del lugar en busca de su objetivo: el oficial Kim. Al no verlo en la recepción, su lugar habitual, el detective apretó los dientes y se dirigió con paso decidido hacia las oficinas. Mientras caminaba, sus ojos vigilantes inspeccionaban cada detalle, cada oficina, sin perder de vista ni el más mínimo movimiento.

Al girar a la izquierda, se adentró en otro pasillo que conducía a las celdas. La atmósfera se volvió más densa, impregnada del olor característico de la zona de detención. Entonces, sus ojos captaron a su objetivo. El oficial Kim avanzaba para adentrarse a las celdas.El detective aceleró su paso, sus botas golpeando con mayor fuerza el suelo, un sonido que parecía marcar la cuenta regresiva para el enfrentamiento que se avecinaba.

—Oficial Kim—llamó el detective con voz gruesa y firme, un tono que exigía inmediata atención.

—Dígame, señor—respondió Kim, tratando de mantener la compostura mientras saludaba marcialmente a su superior.

—Esta no es su zona. No puede estar aquí—dijo el detective con seriedad, sus ojos penetrantes fijos en el joven oficial.

—Oh, disculpe, solo venía...—intentó explicar Kim, pero el detective lo interrumpió bruscamente.

—Escúcheme bien, Kim. Si usted, al igual que la delincuente que está en esas celdas, cree que puede hacer lo que se le dé la gana, entonces esta no es su zona y será mejor que se vaya—la voz del detective era una mezcla de dureza y advertencia, haciendo que el oficial novato tragara saliva con dificultad.

—Pero señor, yo...—intentó defenderse Kim, pero fue interrumpido de nuevo sin piedad.

—No le he dado permiso para hablar—dijo el detective con un tono cortante—. Déjeme darle un consejo—añadió, acercándose un paso más al oficial, sus ojos clavados en los de Kim en un intento claro de intimidarlo—. Si sabe lo que es bueno para usted, aléjese de ella.

La sugerencia del detective, más que una orden, parecía llevar una carga emocional adicional. El tono de su voz no solo estaba impregnado de autoridad y enojo, sino también de una posesividad que no podía disimular. No lo decía por el bien del oficial, sino porque no soportaba la idea de ver a ese hombre rondar la unidad, especialmente cuando sabía que se acostaba con la reclusa más peligrosa.

El ambiente entre los dos se cargó de una tensión palpable. El oficial Kim, sintiendo el peso de la advertencia y la intensa mirada del detective, apenas pudo articular una respuesta antes de que el detective se diera la vuelta y se alejara. La voz de Nabi detuvo sus pasos.

—Él sabe lo que le conviene y lo que quiere. A diferencia de ti, no es un niño que se chupa el dedo y hace berrinches tontos—dijo Nabi con sorna y firmeza, sus palabras llenas de desprecio mientras clavaba su mirada en el detective.

El detective se giró bruscamente hacia ella, sus ojos encendidos de enojo y la mandíbula apretada.

—Regresa a tu celda—le ordenó con voz firme, tratando de mantener su compostura ante el desafío.

—Tú no me das órdenes, imbécil—respondió Nabi, cruzándose de brazos y sosteniendo su mirada con un aire de absoluta confianza. La atmósfera entre ambos se tensó aún más, sus personalidades chocando como dos fuerzas opuestas.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora