⌖⑤⑤⌖

112 12 0
                                    



┆ Jeon Jungkook ┆


Cuando terminamos de desayunar, me senté con Nabi para hablar sobre lo sucedido anoche. Tenía que entender qué había causado tanto miedo en ella. La vi tensarse al mencionar el incidente, y su mirada se volvió más baja. Mordió su labio ligeramente antes de hablar, y eso me preocupó aún más.

—Tuve una pesadilla —confesó, y asentí con comprensión.

—¿Y qué pasaba en esa pesadilla? —le pregunté suavemente, tratando de no hacerla sentir más incómoda.

—Estaba en una habitación, todo estaba oscuro —empezó a relatar, su voz temblaba un poco—. Pero había un hombre con una bata blanca que me quería hacer daño.

Conecté inmediatamente con lo sucedido en el refugio, cuando un médico la había intentado revisar. Tal vez ella tiene un miedo profundo hacia los doctores, y ese temor podría estar relacionado con Namjoon. Después de todo, él es un científico y médico, y fue el responsable de modificar su ADN. Puede que ella asocie a Namjoon con el hombre de la pesadilla.

—¿Pudiste ver su rostro? —me atreví a preguntarle, aunque sabía que era una pregunta delicada.

Ella negó lentamente, su expresión reflejaba el miedo persistente.

—No pude verlo claramente, solo traía una bata blanca y se acercaba a mí. Quería hacerme daño —repitió, y pude ver cómo sus manos temblaban ligeramente. Las tomé entre las mías para ofrecerle algo de calma.

—Está bien, tranquila —le aseguré con la voz lo más reconfortante posible—. Solo fue una pesadilla, no tienes de qué preocuparte. En cuanto a los médicos, te prometo que no tendrás que enfrentarte a ninguno sin que yo esté allí contigo. No permitiré que te lastimen.

La miré a los ojos, tratando de transmitirle toda la seguridad que podía. Su expresión aún mostraba algo de ansiedad, pero su respiración parecía empezar a calmarse. La abracé suavemente, esperando que el contacto físico le proporcionara algo de consuelo.

—Si necesitas hablar sobre esto más adelante, o si te sientes incómoda en algún momento, por favor, házmelo saber. Estoy aquí para ayudarte —le dije, mientras ella asentía lentamente.

Para ayudar a Nabi a disipar su temor, le propuse llevarla al parque de juegos. Su rostro se iluminó con una sonrisa, y me sentí aliviado al ver que su miedo parecía desvanecerse. Cuando llegamos, su expresión de ansiedad se transformó en la misma Nabi alegre y juguetona que había conocido.

—Vamos a jugar a las escondidas —le propuse, y aunque me sentía un poco dudoso, acepté. Le advertí que no debía alejarse demasiado del parque. Ella asintió, emocionada, y se preparó para esconderse mientras yo me giraba para contar.

Comencé a contar en voz alta, dándole tiempo para encontrar un buen escondite. Al terminar, me lancé en su búsqueda. La encontré varias veces con bastante facilidad, y aunque no quería admitirlo, me estaba divirtiendo con el juego. Su risa y entusiasmo eran contagiosos, y ver su felicidad era gratificante.

Después de un rato de jugar, le dije que era hora de irnos. Nabi, sin embargo, no quería dejar de jugar y me pidió que jugáramos una última vez. Acepté, cediendo a su petición, y comencé a contar de nuevo mientras ella se escondía.

Revisé cada rincón del parque, pero esta vez su escondite era mucho mejor. Los minutos pasaban y no lograba encontrarla. La sensación de preocupación comenzó a crecer, aunque intenté mantener la calma.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora