⌖②①⌖

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El oficial Kim había acompañado a Nabi hasta su celda. Abrió la reja y la cerró una vez que ella ingresó. Aun dolido, quería irse, pero algo lo detenía, una necesidad imperiosa de quedarse y pedir una explicación por lo cruel que había sido Nabi. Ella pareció notarlo, se apoyó en los barrotes, poniendo su rostro entre medio de dos de ellos para verlo más de cerca.

—¿Quieres reclamarme por lo que dije?—alzando una ceja, Nabi lo miró con una expresión que denotaba que había leído su mente.

El oficial alzó su mirada a ella, sus ojos reflejando confusión y dolor.

—Taehyung, debes saber la clase de monstruo que soy—añadió Nabi, pero el oficial la interrumpió.

—No eres un monstruo—dijo susurrando apenas para que ambos lo escucharan.

—Para ti, puedo ser lo que quieras, pero no puedes tapar el sol con un dedo—respondió con seriedad—. Soy lo que soy, una máquina asesina. Quizá no conozcas mucho de mí, pero lo que dicen es verdad, muchos como tú murieron por mi mano.

El oficial Kim sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras, pero no apartó la mirada de Nabi.

—No soy capaz de sentir dolor alguno, y tampoco puedo tener emociones fuera de la ira y el placer—continuó Nabi, mientras acariciaba el pecho del oficial con una suavidad perturbadora.

—¿Por qué?—susurró casi para sí mismo, pero Nabi lo escuchó claramente.

—Porque así son las cosas. Este es mi destino y no hay manera de cambiarlo—dijo, retirando su mano de él, dejando una sensación de vacío en su lugar.

El oficial Kim cerró los ojos por un momento, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Cuando los abrió de nuevo, encontró la mirada de Nabi, fría y decidida.

—No puedo sentir más que un deseo carnal por ti—añadió Nabi, mirándolo a los ojos, diciéndole la verdad sin ninguna traza de emoción.

El oficial Kim tragó saliva, sintiendo una mezcla de desesperación y aceptación. Sabía que sus sentimientos por Nabi eran profundos, pero también entendía que ella no podía corresponderle de la misma manera. La verdad de sus palabras era como un golpe, pero también le dio una claridad dolorosa.

—Nabi, no tienes que ser así para siempre—dijo en voz baja, pero firme—. Puedes cambiar, si realmente lo deseas.

—Eso es algo que muchos creen, Taehyung—respondió ella, su voz suave pero sin dejar lugar a dudas—. Pero yo sé que no es posible, esta en mi genética y eso no se puede cambiar...

El oficial Kim la miró por un largo momento, sus sentimientos claros en sus ojos, pero también sabía que no podía forzar a Nabi a cambiar. Finalmente, dio un paso atrás y se giró para marcharse, dejando a Nabi sola en su celda, con solo sus pensamientos como compañía.


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┆Jeon Jungkook┆  


Archivando otro caso resuelto en el sistema, me quité los lentes y froté mis ojos, sintiendo el cansancio acumulado, pero aún con esa chispa que me impulsa cada día. No había tiempo para descansar, no mientras hubiera otro caso por resolver. Tomé la siguiente carpeta del montón en mi escritorio y comencé a ojearla con la concentración renovada.

Este caso era de violencia doméstica, una realidad amarga que nunca deja de golpearme con fuerza. La víctima, una mujer de 40 años, había sido atacada brutalmente por su esposo, un hombre de 51 años. La había dejado inconsciente, y luego había huido, desapareciendo sin dejar rastro. Leer los detalles me encendió una furia contenida, esa sensación familiar que surge cada vez que veo la crueldad con la que algunos tratan a los más vulnerables.

Pero sabía que este hombre no se escondería para siempre. Puede que crea que escapar es una opción, pero se equivoca. Mi trabajo es asegurarse de que personas como él no se salgan con la suya, y no pienso fallar en esta misión.

Pero antes de seguir con el caso, recordé que debía hablar con el comisionado. Dejé la carpeta en el escritorio por un momento y salí en dirección a su oficina. Justo cuando estaba por tocar la puerta, esta se abrió de repente, revelando a Park, quien me lanzó una mirada esquiva.

—El comisionado no está—dijo, cerrando la puerta tras de ella con un movimiento rápido.

—¿Y qué hacías en su oficina? —pregunté, alzando una ceja con curiosidad. Ella rodó los ojos y comenzó a caminar, pero yo la seguí sin perder el ritmo—. Te hice una pregunta.

—Yo también vine a buscarlo, ¿ok? Necesitaba decirle algo—respondió, pero algo en su tono no me convenció. Como detective, sé cuándo alguien está ocultando algo, y ella definitivamente lo estaba haciendo.

—Si tú lo dices—dije, aunque mi voz reflejaba mis dudas. Entonces, Park se detuvo de golpe.

—Pues sí. Además, no tengo por qué darte explicaciones—respondió de manera tajante, su mirada desafiante.

—Solo te hice una pregunta, no es para que te pongas así—repliqué, tratando de mantener la calma.

—Pues no preguntes entonces—me lanzó de vuelta, con un tono afilado que dejaba claro que no quería seguir con la conversación.

Nos quedamos en silencio por un momento, ambos midiendo nuestras palabras y actitudes. Park, claramente irritada, dio un paso adelante para continuar su camino, mientras yo me quedé ahí, observando cómo se alejaba, sabiendo que había algo más detrás de esa actitud defensiva. Pero por ahora, decidí dejarlo pasar. Había otros asuntos que requerían mi atención.


Pasé los dedos por mi cabello, soltando un suspiro mientras me daba la vuelta para regresar a mi oficina. En el camino, me encontré con el agente Kim, quien me saludó con una ligera inclinación de cabeza, a lo que respondí de la misma manera.

—Agente, ¿sabe a dónde fue el comisionado? —pregunté, esperando que tuviera la respuesta que necesitaba.

—Oh, sí. Él llevó a Nabi a la prisión de máxima seguridad muy temprano—respondió, confirmando lo que había sospechado. Entonces, al fin se la llevaron. Genial. Ahora ya no tendré que verla ni lidiar con los dolores de cabeza que causaba esa sinvergüenza. Aunque, curiosamente, no me sentía tan aliviado como había esperado.

—Es un alivio, ¿no?—comentó el agente Kim, sonriendo con más entusiasmo del que yo era capaz de reunir en ese momento—. Ya no habrá más peligro con ella aquí.

—Sí, ya no habrá más problemas con ella—respondí, asintiendo con la cabeza. Pero mientras lo decía, no podía evitar sentir una pequeña punzada de contradicción en mis palabras—. Me tengo que ir, con permiso, agente—dije, queriendo cortar la conversación antes de que la incomodidad se hiciera más evidente.

—Sí, hasta luego, detective—respondió, y nos separamos. Entré a mi oficina y me dejé caer en la silla detrás de mi escritorio. Tomé nuevamente la carpeta con el caso de violencia doméstica, pero mientras intentaba concentrarme en la lectura, los recuerdos de Nabi se filtraban en mi mente, como una sombra que no podía ignorar.

Además de ser una sinvergüenza, ¿también se mete en mis pensamientos? suspiré, intentando concentrarme en los detalles del caso, pero me resultaba imposible. Sus ojos castaños oscuros, esa sonrisa socarrona y burlona, volvían una y otra vez a mi mente, interrumpiendo cualquier intento de enfoque. Era como si, aunque físicamente no estuviera aquí, ella seguía teniendo un control sobre mis pensamientos que no lograba entender, y mucho menos sacudir.


ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora