⌖②⑤⌖

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El detective se negaba a aceptar los testimonios de los soldados que aseguraban que Nabi los había ayudado a escapar y los había guiado de regreso a la base. Para él, ese comportamiento no encajaba con la mujer que conocía. Estaba convencido de que ella había provocado todo el caos como parte de un plan para escapar, lo cual resultaba lógico considerando su historial. Sin embargo, los soldados insistieron en que habían presenciado algo completamente diferente.

Según ellos, habían visto a Nabi enfrentarse a un hombre mucho más alto y corpulento que ella. 

Lo más sorprendente fue que, en lugar de usar armas, ella había recurrido únicamente a su fuerza física para combatirlo. A pesar de que los soldados intentaron intervenir, Nabi les ordenó que se mantuvieran al margen, y observaron, atónitos, cómo ella luchaba con una brutalidad que no sabían que poseía. Claro, esos soldados no conocían la verdadera naturaleza de Nabi, algo que el detective Jeon sabía muy bien.

—De verdad quisimos ayudarla, pero no nos dejó —añadió uno de los soldados, todavía impactado por lo que había presenciado.

—Sí, además, si disparábamos, temíamos herirla a ella —agregó otro.

El coronel, intentando recopilar más información, intervino: —No importa ya. ¿Pudieron distinguir al individuo con el que se enfrentó?

—Bueno, él era muy alto y corpulento, pero llevaba una máscara que cubría su rostro —respondió uno de los soldados.

—¿Y qué sucedió con él? ¿Escapó? —preguntó Jeon, con escepticismo aún latente en su voz. Los 

soldados intercambiaron miradas antes de responder.

—Bueno, es que no lo sabemos con certeza. Se movían muy rápido, y en un momento, los perdimos de vista. Además, todavía estaba oscuro.

—Sí, solo unos minutos después, Seo regresó, pero estaba muy lastimada. Nos ordenó que saliéramos de allí, pero nunca supimos qué pasó con ese hombre —concluyó el soldado, su voz cargada de confusión y preocupación.

El detective escuchaba todo esto con creciente incomodidad. Por más que intentara negar la veracidad de las palabras de los soldados, algo no cuadraba en su percepción de Nabi. ¿Había subestimado su capacidad de actuar por el bien de los demás, o era todo parte de un plan mucho más complejo de lo que él podía imaginar?

La voz de Nabi interrumpió los pensamientos del detective, trayéndolo bruscamente de vuelta a la realidad. Ella entró en la sala de monitoreo con una actitud despreocupada, como si nada hubiera sucedido.

—Lo que haya pasado con ese imbécil no es algo que debían ver —dijo con indiferencia, sus palabras cortando el aire con frialdad.

El coronel, sin perder tiempo, ordenó a los soldados que abandonaran la sala. —Ya pueden retirarse —dijo con un tono firme, asegurándose de que no escucharan la verdadera naturaleza de lo que estaba ocurriendo. Una vez que estuvieron solos, Nabi se dejó caer en una silla con una actitud relajada, casi arrogante.

—Vaya, pero si es el niño bonito —comentó, mirando al detective Jeon con una sonrisa burlona. Al escucharla llamarlo así, Jeon se estremeció. Hacía mucho tiempo que no la escuchaba decirle eso, y la familiaridad del apodo lo desconcertó más de lo que estaba dispuesto a admitir.

—¿A qué viniste, ah? —continuó Nabi, levantando una ceja mientras se cruzaba de brazos—. ¿A arrestarme?

El coronel intervino, tratando de suavizar la situación. —Nabi, deberías estar guardando reposo. Te acaban de operar —le recordó con un tono que mezclaba preocupación y autoridad.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora