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Las pisadas pesadas sobre la maleza resonaban en el espeso bosque, rompiendo el silencio con un eco inquietante. La figura se movía con sigilo, acercándose cada vez más a la prisión de máxima seguridad en Seúl. Con una precisión meticulosa, avanzaba por el terreno, consciente de cada trampa y dispositivo de seguridad que debía esquivar. Parecía conocer el lugar como la palma de su mano, moviéndose con una facilidad inquietante a través de los oscuros pasadizos subterráneos que se ocultaban bajo la prisión, permitiéndole infiltrarse sin ser detectado.

En el interior de la prisión, el científico Kim estaba absorto en su trabajo. Frente a él, una pequeña araña se movía lentamente, y sus ojos la seguían con un interés casi obsesivo. La observaba con una fascinación que solo él podía comprender, estudiando cada uno de sus movimientos. Era una costumbre para él, una obsesión casi patológica por desentrañar los secretos de lo que llamaba "los poderes de los animales". Desde su niñez, había sentido una conexión especial con la ciencia y los animales, un vínculo que lo alejaba del resto del mundo.

Mientras los otros niños jugaban y se relacionaban, Kim pasaba sus días en solitario, hablando casi exclusivamente con las criaturas que estudiaba. Para él, los amigos no existían; los únicos seres con los que compartía una empatía genuina eran los animales. Encontraba en ellos una belleza y un poder que los humanos, con su superficialidad, nunca podrían comprender.

Con el tiempo, su pasión por la ciencia creció, y en su adolescencia, se sumergió de lleno en el estudio de la química y la biología. Pasaba días enteros encerrado en su laboratorio, experimentando sin descanso, empujado por una curiosidad insaciable. Fue en ese entorno de aislamiento y dedicación donde una idea comenzó a tomar forma en su mente: ¿Y si pudiera extraer la fuerza, la agilidad, y la letalidad de los animales más poderosos y transferir esos atributos al cuerpo humano?

La idea lo consumió, volviéndose una obsesión. Día y noche, el pensamiento de combinar los "poderes" animales con el cuerpo humano lo acechaba, hasta que finalmente decidió llevar a cabo su inquietante experimento. Para Kim, esto no era simplemente ciencia; era la evolución natural de su fascinación por la vida animal y su implacable deseo de superar las limitaciones humanas.

Pero con este avance en la ciencia, para él también significó un oscuro paso hacia una vida criminal. Empezó a seleccionar víctimas para sus experimentos, utilizando su inteligencia superior para manipularlas con facilidad. Al principio, los resultados eran desastrosos; los cuerpos de sus víctimas no soportaban las modificaciones, y morían en el proceso. Sin embargo, él se deshacía de los cadáveres de manera impecable, sin dejar rastro alguno que lo vinculara a sus crímenes. Con el tiempo, perfeccionó sus técnicas y la modificación del ADN se volvió más precisa, aunque aún estaba lejos de alcanzar el éxito completo. Sin embargo, sentía que iba por buen camino.

Cuando ingresó a la universidad, becado por su extraordinario promedio, Kim se sumergió completamente en la ciencia. Sus experimentos se intensificaron, al igual que sus crímenes. No obstante, su fachada de estudiante ejemplar lo protegía de cualquier sospecha. Nadie habría imaginado que el estudiante que mantenía en alto el nombre de su facultad a nivel nacional, ocultaba una doble vida como científico y criminal.

Este estilo de vida lo llevó a relacionarse con personas del bajo mundo y con redes criminales. Fue en este entorno donde conoció a Min Yoon Gi, un hombre que apenas comenzaba a echar raíces en el mundo de la mafia. Al principio, Min se dedicaba al robo y secuestro, pero pronto su reputación creció, convirtiéndolo en el criminal más buscado del país. Fue apodado "El León Negro" por su letalidad, frialdad y capacidad de liderazgo, cualidades que lo ayudaron a expandir su territorio sin perder una sola batalla.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora