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Luego de varios macabros encuentros en el camino, finalmente llegaron a la entrada de una carretera que llevaba a unas canteras.

—Bien, ya llegamos —anunció Nabi, mirando con despreocupación el oscuro sendero.

—¿Estás segura de que aquí es el lugar correcto? —habló Park con desconfianza, haciendo que Nabi rodara los ojos antes de dar media vuelta y comenzar a caminar por el camino de terracería.

—Oye, ¿a dónde vas? —dijo Jeon, apretando los puños.

—Pues a buscar a Kim. ¿No vienes? ¿O quieres que te tome de la mano, niño bonito? —lo retó burlona, con una sonrisa provocadora.

—Nabi, por favor, debemos rodear el perímetro antes de hacer algo —intervino el comisionado, tratando de mantener la calma en la situación.

—Ahg, ¡joder, ustedes son muy aburridos! —renegó Nabi, deteniendo su paso y lanzando una mirada de exasperación—

Cuando Nabi finalmente aceptó la orden de quedarse quieta, el equipo puso en marcha la estrategia de verificación del perímetro antes de actuar. Era crucial confirmar que el lugar era el correcto y que Nabi no les había mentido. La táctica era rodear el área y buscar cualquier indicio de movimiento o actividad sospechosa.

Se dividieron en grupos para cubrir el terreno de manera más efectiva, avanzando con la máxima cautela hacia las canteras. La oscuridad y el terreno irregular hacían que cada paso fuera una operación delicada. A medida que se adentraban, podían detectar señales de que había actividad cercana: sombras furtivas y el murmullo distante de voces.

Cada miembro del equipo estaba armado y listo para cualquier eventualidad. Nabi, junto con el comisionado, lideró el avance. Su familiaridad con el interior de las canteras era crucial para navegar el terreno. Le seguían Jeon y Park, ambos atentos a cualquier movimiento. Mientras tanto, el resto del equipo se mantuvo fuera del área principal, listos para recibir instrucciones y apoyar en caso de ser necesario.

Nabi condujo al grupo a través de varios pasadizos oscuros y estrechos, cada uno iluminado apenas por la tenue luz de sus linternas. El silencio era profundo, roto solo por el eco de sus pasos en el suelo de piedra. A medida que avanzaban, la vigilancia se hacía más evidente, con guardias patrullando ocasionalmente cerca de las entradas. Nabi parecía conocer cada giro y cada recoveco del laberinto subterráneo.

Finalmente, llegaron a una cámara específica, una habitación apartada que contenía los materiales y equipos utilizados por Kim en sus experimentos. La cámara estaba aislada y, sorprendentemente, carecía de cámaras de seguridad, lo que proporcionaba una sensación momentánea de alivio.

Park, con su cámara lista, comenzó a documentar meticulosamente todo lo que había en la habitación. Las estanterías estaban repletas de frascos y recipientes con líquidos y polvos de colores, etiquetados con símbolos y advertencias que revelaban la naturaleza peligrosa de los contenidos. También había equipo de laboratorio especializado y numerosos documentos esparcidos en una mesa, algunos de los cuales parecían ser informes y registros de experimentos.

Mientras Park trabajaba, Nabi se mantenía aburrida en el lugar esperando, viendo como el comisionado daba ordenes a los que se quedaron afuera de que informasen cada movimiento  y estuviesen atentos para dar aviso al ejercito.

—Ya tengo toda la evidencia —informó Park al comisionado, quien asintió con una expresión de satisfacción. La cámara estaba llena de frascos etiquetados, frascos rotos y equipos de laboratorio que documentaban claramente las investigaciones de Kim.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora