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capítulos finales



Los funerales de todas las víctimas del ejército y de los oficiales de policía se llevaron a cabo en un ambiente cargado de dolor y tristeza. Varias familias estaban destrozadas por las pérdidas, sus vidas sumidas en el luto y la desolación. En medio de este lúgubre panorama, el detective Jeon estaba allí, despidiendo en silencio a su padre, el comisionado, y a su esposa, la mujer que había perdido de manera tan trágica. La carga emocional era inmensa; ella había sacrificado su vida para acabar con Min, llevándolo con ella al vacío de las rocas en el mar. El impacto había sido brutal, acabando con sus vidas al instante.

Jeon, con el corazón oprimido y un nudo en la garganta, ofrecía sus condolencias a las familias de los oficiales caídos. Intentaba mantener la compostura en ese momento tan sombrío, pero al terminar, se retiró a un rincón apartado. Allí, su fortaleza se desmoronó, su corazón roto en mil pedazos. Había perdido a su padre y al amor de su vida, a la madre de su pequeña hija que aún no sabía que había perdido a su madre. La culpa lo atormentaba, se recriminaba por no haber podido salvarla y por haber permitido que esto sucediera.

El dolor en su pecho era insoportable, su corazón desconsolado deseaba dejar de latir, ya no soportaba el sufrimiento que lo invadía. Jin se acercó a él, ofreciendo sus condolencias y apoyo. Ver a su mejor amigo en ese estado era desgarrador, y él comprendía la magnitud del sufrimiento. La simple idea de atravesar una tragedia similar le hacía sentir una profunda empatía. Jin se mantenía al lado de Jeon, dispuesto a ser su apoyo en estos momentos oscuros, aunque ninguna palabra pudiera aliviar el dolor inmenso que sentía.

Por un lado, había un rastro de esperanza en medio del caos: la mafia había sido desmantelada. La muerte de Min marcó el fin de esa temida organización criminal que había sembrado tanto sufrimiento en sus caminos. La justicia finalmente había sido servida. Lo mismo ocurrió con el científico Kim; fue capturado y condenado a pena de muerte, que se ejecutó al día siguiente. La sensación de cierre que estos eventos proporcionaban no podía ser ignorada, aunque la paz era un concepto distante para aquellos afectados directamente.

Sin embargo, a pesar de la caída de estos enemigos, el costo personal para Jeon Jungkook era inmenso. La pérdida de su esposa, Nabi, dejó un vacío irreparable en su vida. Aunque la amenaza que representaban Min y Kim había sido erradicada, la vida de Jeon había cambiado para siempre. Lo único que lo mantenía en este mundo, el único faro en medio de su tormenta personal, era su pequeña hija. Ella era el último vestigio de su amor, el vínculo tangible con un pasado que ya no volvería.

Jeon se encontraba sumido en una profunda tristeza, un dolor tan abrumador que sentía que su corazón no podía soportarlo. Cada día era un desafío para él, enfrentándose a la realidad de que su amor, Nabi, había sacrificado su vida para poner fin a la amenaza que los acosaba. La pérdida de ella no solo significaba la ausencia de su compañera de vida, sino también el final de sus sueños compartidos y el futuro que habían planeado juntos.

En medio de su desesperación, Jeon se encontraba de rodillas ante el ataúd de su esposa, ofreciendo sus disculpas a ella y a su hija, quien aún no comprendía la magnitud del dolor que su padre sentía. Ella, con su pureza e inocencia, trataba de consolarlo con sus pequeños gestos. Sus manitas, aún sin la fuerza suficiente para comprender el peso de la situación, intentaban secar las lágrimas de su padre. Sus abrazos, aunque frágiles, ofrecían un consuelo sincero en un momento en que la tristeza parecía interminable.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora