ADN CRIMINAL ⌖ JK +18

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Las respiraciones entrecortadas empañaban las ventanas del gimnasio, y el calor del intenso momento creaba una burbuja de éxtasis y deseo que los envolvía. La atmósfera estaba cargada de una tensión palpable, y el ambiente se había transformado en un santuario de placer y sexo desenfrenado.

Nabi se movía con una habilidad impresionante, saltando sobre el miembro del oficial Kim con una maestría que dejaba sin aliento a su compañero. Sus movimientos eran tan precisos y apasionados que habían llevado al oficial Kim a alcanzar el clímax varias veces. La intensidad de su encuentro era evidente, y su satisfacción era palpable en el gimnasio, ahora convertido en un escenario de desenfreno.

Después de que el detective Jeon se alejara, casi corriendo y con la respiración agitada, Nabi se quedó allí, una sonrisa burlona y victoriosa en su rostro. Había logrado infiltrarse en la mente del detective, aunque fuera por un breve instante, y sabía que ese momento efímero le daba un poder sobre él. Su satisfacción por haber alterado su estado mental era evidente. Sin embargo, Nabi no iba a dejar que la noche terminara ahí; el deseo que sentía aún necesitaba ser saciado.

Buscó al oficial Kim, quien, encantado por la presencia de Nabi, la recibió con entusiasmo. Así, comenzaron una sesión de sexo desmedido en el gimnasio. Nabi, entregada al placer, dejó que el oficial Kim la tocara y la acariciara sin reservas. Él amasaba sus senos con sus grandes manos, deleitándose con la forma en que se movían y brincaban ante él. La conexión entre ellos era visceral y carnal, una liberación de sus deseos reprimidos, que finalmente encontró su culminación en el calor de ese gimnasio.

La escena estaba marcada por un desenfreno desenfrenado y una satisfacción mutua que llenaba el espacio, y ambos se entregaron completamente a la experiencia sin preocuparse por las consecuencias.

Las embestidas que Kim le propinaba eran intensas y profundas, provocando gemidos incontrolables en Nabi. Ella se aferraba a la espalda del oficial con una necesidad desesperada, clavándole las uñas y dejando marcas evidentes en su piel. Sus manos se movían con firmeza, mientras Kim correspondía con besos apasionados por su cuello y clavícula, dejando un rastro de chupetones que testificaban su deseo desenfrenado.

Nabi era una adicción para él, y la manera en que ella se apretaba alrededor de su miembro lo llevaba al borde de la locura. Cada movimiento y cada contracción de su cuerpo aumentaban el placer que Kim sentía, haciéndolo perder la compostura en su totalidad. La conexión entre ellos era brutalmente intensa, y el deseo de ambos se manifestaba en cada embestida y en cada gemido, creando un torbellino de pasión y satisfacción sin límites.

Los ojos de Nabi reflejaban un púrpura tan intenso que parecía consumir todo a su alrededor, manifestando sin reservas su lujuria y deseo desenfrenado. Cada destello de esa mirada era una promesa de placer inalcanzable, capturando la esencia misma de su deseo en su forma más pura. El ambiente estaba cargado con el aroma inconfundible del sexo, un olor que se dispersaba en el aire con una densidad palpable. Este aroma se impregnaba en la piel del oficial Kim, marcándolo con el sello de su desenfrenado encuentro.

Era el mismo aroma que el detective Jeon había llegado a reconocer cada vez que ella estaba cerca. No se trataba de un olor desagradable o áspero; al contrario, era una fragancia dulce, envolvente y a la vez intensamente seductora. Su dulzura era casi embriagadora, un contraste seductor con la intensidad de su presencia. Esta mezcla de fragancia era tanto suave como penetrante, dejando un rastro casi etéreo pero persistente que se adentraba en la memoria y en el olfato de quienes estaban cerca. El aroma, lleno de sensualidad y una especie de magnetismo irresistible, no solo marcaba el entorno, sino que también se convertía en una declaración física de la pasión que había tenido lugar.