La policía surcoreana enfrenta una batalla titánica para capturar al autor de una ola de caos sin precedentes que ha desbordado la capital del país. No se trata solo de tiroteos, drogas, dinero, secuestros y asesinatos; la situación ha alcanzado un...
—¡Jeon Nari, ven aquí ahora mismo! —grité desde la cocina. En segundos, su pequeña figura apareció tímidamente por la esquina de la puerta, sabiendo que había cometido una falta. Sus pasos eran ligeros, pero el brillo en sus ojos delataba su nerviosismo.
—Ven aquí —le ordené con un tono firme, tratando de mantener la compostura. Aunque ella se acercó, algo nerviosa, su sonrisa inocente y esas pequeñas mejillas sonrojadas casi me desarmaban.
—¿Sí, papá? —preguntó, con una dulzura que hacía difícil no ceder.
—¿Me puedes explicar en donde están los postres que trajo tu tío Jin? Esos eran para tu fiesta de cumpleaños en la tarde —le dije, cruzado de brazos. Mi preocupación era genuina, especialmente porque sabía cuánto le gustaban los dulces.
—Es que... —estiró las palabras, buscando la mejor forma de justificar su acción— tenía mucha hambre —confesó con una mueca de arrepentimiento y un puchero que hacía difícil permanecer enojado.
—Pero te comiste una caja entera. Eso te puede hacer daño —le recordé, preocupado por su afición a los dulces y cómo estos podían afectar su salud.
—No lo volveré a hacer, papá. Lo siento —dijo, acercándose para abrazar mis piernas. Mirándome con esos ojos grandes y brillantes, que siempre lograban manipularme con su ternura. Aunque traté de mantenerme firme, mi corazón se derritió.
La tomé en brazos y, sin poder resistirme, comencé a hacerle cosquillas. Sus risas se esparcieron por la cocina, llenando el ambiente de una alegría que siempre me reconfortaba.
—¡Ya, papá, basta! —reía entre carcajadas, disfrutando del momento. Cada risa de mi hija era un recordatorio de lo valiosa que era para mí y lo mucho que significaba en mi vida. De repente, el timbre de la casa sonó, interrumpiendo nuestro juego.
—¡Oh, debe ser mi tía Karen y mi tío Jin! —dijo emocionada, bajando de inmediato para abrir la puerta. En cuanto la abrí, allí estaban, con sonrisas cálidas y brazos abiertos.
—¡Tío! —exclamó Nari, extendiendo los brazos hacia Jin. Él la levantó en sus brazos con una sonrisa y un abrazo cariñoso.
—¡Feliz cumpleaños, pequeña traviesa! —le dijo, dándole un beso en la mejilla con ternura.
—Feliz cumpleaños, princesa —añadió Karen, acariciando suavemente su cabeza con cariño.
—Bienvenidos —les dije, saludándolos con una sonrisa mientras los recibía en la entrada de la casa. La calidez de su llegada añadió aún más alegría al día, y el ambiente se llenó de risas y charlas animadas. Mientras Karen y Jin se acomodaban, Nari se lanzó a ellos con entusiasmo, mostrando cuán feliz estaba de verlos.
Hoy celebramos un cumpleaños doble: el de mi hija y el mío. Cada año, en esta fecha, no puedo evitar sumergirme en una ola de recuerdos y emociones. Recuerdo con una claridad abrumadora la inmensa alegría que sentí el día en que mi pequeña nació, cuando la tuve por primera vez en mis brazos. La sensación de tenerla tan cerca, tan frágil y perfecta, es un recuerdo que atesoro con todo mi ser. El tiempo ha pasado y ella crece a una velocidad vertiginosa, y en cada momento de su desarrollo, me gustaría poder detener el tiempo, guardarla en una cajita de oro para mantenerla siempre pequeña y a salvo.
Ella es la mejor hija que podría haber deseado, un regalo inestimable que la vida y Nabi me dieron. En este día, mi corazón se llena de gratitud hacia Nabi, dondequiera que esté, por el don más hermoso que pudo haberme ofrecido: nuestra hija. Siempre le agradeceré por su sacrificio y por el amor eterno que dejó como legado en la forma de nuestra pequeña.
Las velas del pastel se apagaron con deseos susurrados al viento y un sentimiento de inmensa felicidad. Mientras observo a mi hija disfrutar de su día, me lleno de esperanza y alegría. Mi única petición es que, en el lugar en el que te encuentres, mi amor, sientas la misma paz y felicidad que nos rodea hoy. A pesar del dolor y la pérdida que hemos enfrentado, en este día me esfuerzo por encontrar consuelo y gratitud, deseando que, desde cualquier rincón del universo, sientas nuestro amor y nuestra celebración en tu honor.
Te amo...
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