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Los puños de Min se cerraron con tal fuerza que llegaron a sangrar. La rabia se reflejaba en cada músculo de su cuerpo, y su mandíbula estaba tensa como una cuerda de guitarra. Las noticias que le traían sobre Jukcheon no solo lo enfurecían, sino que también lo dejaban perplejo. Cada palabra que escuchaba parecía avivar el fuego en su interior, revelando el descontrol que sentía ante la situación.

La puerta de su oficina se abrió con un chirrido sordo, y Kim apareció con su actitud habitual de indiferencia. Cerró la puerta tras de sí y se acercó a Min con una confianza inquietante, casi como si no entendiera la gravedad del asunto.

—¿Qué sucedió?—preguntó Kim con una sonrisa casi burlona, pero su expresión cambió al ver la furia en los ojos de Min.

—Ya la encontraron—dijo Min con una voz que parecía cortarse con cada palabra. Kim levantó una ceja, esperando más detalles.

—¿Dónde está?

—En Daegu—respondió Min con frialdad, mientras se levantaba de su silla, el enojo palpable en su postura. —Y al parecer, tu "perfecta" creación se ha vuelto defectuosa.

Kim frunció el ceño, claramente confundido y molesto por la acusación.

—¿A qué te refieres? Jukcheon es la mejor de mis creaciones. Está diseñada para ser infalible, una máquina perfecta.

—Pues parece que no lo es—replicó Min con amargura, sus palabras cargadas de una ira contenida—. Jukcheon está casada con un maldito detective de policía y, para colmo, tienen una hija.

El rostro de Kim se desencajo, sus ojos se abrieron en shock. La noticia lo dejó atónito; la idea de que Jukcheon, una entidad que él había diseñado para estar completamente desprovista de emociones humanas, pudiera involucrarse en una vida familiar y sentimental era inconcebible.

—Eso no puede ser—murmuró Kim, tratando de procesar la información—. Jukcheon no tiene capacidad para el amor, ni la alegría, ni mucho menos para formar una familia. Todo estaba diseñado para que eso fuera imposible.

—Bueno, parece que algo ha fallado—dijo Min, su tono lleno de frustración—. Mi mejor arma y mi mujer está ahora con un maldito policía, cuando su deber era eliminar a esos cabrones. ¿Cómo explicas eso?

Kim se acercó a la ventana de la oficina, mirando al vacío con una mezcla de desesperación y confusión. Su mente corría a toda velocidad, tratando de encontrar una explicación racional para lo que acababa de oír. Había puesto tanto empeño en su trabajo, asegurándose de que cada detalle estuviera controlado, y ahora, la realidad le golpeaba con una fuerza devastadora.

—No lo sé, pero necesito verla para poder encontrar el origen del problema—dijo Kim finalmente, dándose la vuelta para enfrentar a Min. Su tono era más sombrío que de costumbre, evidenciando la gravedad de la situación.

Min lo miró con una frialdad calculadora y asintió lentamente. Su expresión era implacable, como si estuviera tratando con un simple objeto roto en lugar de una persona que una vez fue parte crucial de su plan.

—Ya mandé a que me la trajeran—dijo Min con un desdén palpable, como si estuviera hablando de una pieza de maquinaria defectuosa—. Y más te vale arreglarla y dejarla como antes. No quiero que esto se convierta en un problema mayor.

Para Min, Jukcheon no era más que un componente en su esquema maquiavélico, un artefacto que necesitaba ser reparado para continuar funcionando según sus deseos. A pesar de que Jukcheon había sido modificada y manipulada, para él seguía siendo un simple peón en su juego, sin valor más allá de su utilidad como arma. El hecho de que ella fuera un ser humano parecía ser una consideración menor para Min; lo único que le importaba era cómo podía servir a sus fines, no su bienestar o su humanidad.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora