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Nabi se movía con rapidez entre la frondosidad del entorno montañoso, avanzando con una destreza que dejaba claro su conocimiento del terreno. Ella iba encabezando el recorrido junto con el comisionado, sus movimientos eran fluidos y precisos. Detrás venía el detective Jeon, seguido de Park y tres agentes más, quienes caminaban con algo de temor, vigilando cada paso con atención para evitar sorpresas desagradables.

El grupo mantenía un silencio tenso, roto únicamente por el crujir de las ramas bajo sus botas y el susurro del viento entre los árboles. Cada uno de ellos estaba alerta, consciente de que un solo paso en falso podría tener consecuencias fatales en ese entorno lleno de peligros ocultos. La oscuridad de la noche y la densidad de la vegetación añadían una capa de dificultad a la misión, pero Nabi parecía moverse con una confianza innata, como si cada obstáculo fuera parte de un juego que conocía demasiado bien. 

Y esto, por una parte, estaba bien ya que no se perderían. Sin embargo, para el gran orgullo del detective Jeon, era un golpe bajo. Ambos eran competitivos y arrogantes, aunque Nabi lo sobrepasaba con creces en esta última cualidad. Su actitud desafiante y su desprecio por las normas le resultaban insoportables a Jeon, y la idea de que ella liderara el equipo le provocaba una mezcla de irritación y frustración. A pesar de esto, se obligaba a concentrarse en la misión, sabiendo que cualquier distracción podría ser fatal. Mientras avanzaban por el terreno escarpado, Jeon mantenía su atención en el entorno, pero no podía evitar lanzar miradas de disgusto hacia Nabi, cuya destreza y confianza solo aumentaban su fastidio.

De pronto, uno de los agentes tropezó, cayendo de manera aparatosa y llamando la atención de todos los presentes. Park se apresuró a ayudarlo, mientras Nabi rodaba los ojos con visible desdén por la torpeza de su compañero. Aunque llevaban lentes especiales para navegar la densa oscuridad, el terreno era traicionero y cada paso podía ser peligroso.

—¿Se encuentra bien, agente Kim? —preguntó Jeon con preocupación, acercándose rápidamente.

—Sí, detective, solo tropecé con una raíz de un árbol —respondió el agente Kim, levantándose con la ayuda de Park. Sin embargo, mientras lo hacía, Park se detuvo y miró más de cerca lo que había causado la caída.

—Carajo, eso no es una raíz —dijo, agachándose para inspeccionar más de cerca. Sus temores se confirmaron cuando vio el objeto de cerca—. Es un fémur humano.

Este descubrimiento instantáneamente tensó el ambiente. Los demás agentes se agruparon alrededor del hallazgo, sus rostros reflejando una mezcla de horror y fascinación. Incluso Jeon, que normalmente mantenía una fachada imperturbable, frunció el ceño al darse cuenta de la gravedad de la situación. Nabi, sin embargo, permaneció impasible, observando la escena con indiferencia mientras se cruzaba de brazos.

—No puede ser, tal vez es de algún animal —dijo uno de los agentes, mirando a su alrededor con temor. Sin embargo, uno de los agentes criminalistas se agachó para inspeccionar el fémur y negó con la cabeza.

—No es de un animal. Este fémur es humano —confirmó con gravedad.

—Joder —murmuró Jeon, tensionando la mandíbula.

Mientras los demás estaban distraídos, Nabi caminó con cautela alrededor del grupo, como buscando algo. Una sonrisa de medio lado apareció en su rostro al encontrar lo que quería, confirmándole que estaban cerca de su objetivo. Con aire de satisfacción, regresó a donde aún estaban los demás.

—Yo encontré a su dueño —dijo, llamando la atención de todos.

—¿Pero qué carajo? —exclamó Park con molestia, al tiempo que los demás agentes miraban atónitos lo que Nabi sostenía entre sus manos: un cráneo humano.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora