⌖⑧②⌖

79 7 0
                                    




—¡Muévanse, carajo! ¡e visto tortugas que se mueven mas rápido! —rugió Min, con una mirada gélida mientras observaba a sus subordinados cargar la mercancía. Su paciencia era corta, y su tono transmitía el peligro que siempre lo acompañaba. Cada hombre a su cargo sabía lo que estaba en juego si cometían un error. Las sombras del almacén apenas dejaban ver los rostros sudorosos de los que apilaban las cajas, con movimientos rápidos pero temerosos.

—¿Ya está todo listo? —preguntó Kim, acercándose con sus manos en los bolsillos, su actitud calmada contrastando con la tensión que dominaba el lugar. La sonrisa en su rostro era ligera, como si la situación no le importara en lo más mínimo.

—Ya casi —respondió Min, sacando un cigarro y encendiéndolo con un chasquido de su encendedor plateado—. ¿Dónde está Jukcheon?

—En el laboratorio —contestó Kim, sin molestarse en mirar a Min directamente—. Le estoy suministrando intravenosas para que esté lista para el siguiente ataque.Min soltó una risa breve y seca, una que parecía no tener ni pizca de humor.

—Luego sigues tú —añadió

Min había sobrevivido al proceso cinco años atrás, cuando todos lo dieron por muerto. La modificación genética había sido su salvación. Aquel "experimento" lo había transformado en algo más que humano. Su ADN estaba ahora conectado al de Nabi, pero aunque no poseía la misma fuerza imparable que ella, su cuerpo era lo suficientemente poderoso para convertirlo en una amenaza letal. Durante esos cinco largos años, mientras todos pensaban que había sido asesinado, Min se ocultó, reconstruyendo su imperio en las sombras, tejiendo una red de poder con las ratas más bajas y miserables, aguardando el momento preciso para reaparecer.

—Pronto tendré a toda esta maldita ciudad en mis manos —dijo, exhalando el humo del cigarro mientras lo decía, su tono lleno de una promesa que sabía que cumpliría. Su mirada se perdió en el horizonte oscuro del almacén, visualizando su dominio.

Kim levantó una ceja, intrigado por algo que lo había estado rondando desde hacía unos días.

—¿Y qué pasó con el detective? No dejaste que Nabi lo atacara... —mencionó en un tono casual, pero lleno de curiosidad—. ¿Puedo saber por qué?

Min no respondió de inmediato, dejando que el humo del cigarro flotara a su alrededor. Luego sonrió, una sonrisa llena de resentimiento y oscuridad.

—A ese infeliz lo mato yo —dijo lentamente, saboreando las palabras como si fueran una promesa de venganza—. Se metió donde no debía y con quien no debía. ¡Ella es mía! —gritó, la furia apenas contenida en su voz—. Y ese cabrón no solo la hizo su esposa, ¡también tuvo una hija con ella! —El cigarro tembló ligeramente en sus dedos, apretados por la rabia—. Esto lo debo arreglar con mis propias manos.

Kim permaneció en silencio por un momento, procesando las palabras, pero su mente fría y calculadora no dejaba de analizar.

—¿Y qué harás con la niña? —preguntó con un tono que sugería más una estrategia que una preocupación real.

Min se quedó pensativo por un momento, el cigarro a medio consumir entre sus dedos. Finalmente, sus labios se curvaron en una sonrisa cruel, su mirada fija en algún punto invisible en el espacio.

—Te la traeré —dijo con una frialdad espantosa—. Haz con ella lo mismo que hiciste con Nabi. Esa mocosa me puede ser útil en el futuro. —Su tono era desprovisto de emoción, completamente práctico, como si estuviera hablando de una mercancía, no de una vida humana.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora