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El detective Jeon se debatía entre la preocupación y la determinación. La relación que había creado con Nabi, aunque ficticia en su mente, debía mantenerse en secreto. No podía permitir que nadie se enterara, especialmente porque Nabi había mencionado la palabra "novio," lo que complicaba aún más la situación. Si la noticia llegaba a oídos de sus compañeros de trabajo o, aún peor, a su padre, las consecuencias serían claras: Nabi debería regresar a la cárcel para cumplir su condena. La mera idea era insoportable para él.

En el fondo, Jeon no deseaba que eso sucediera. No quería perder a la Nabi que conocía ahora, aquella que mostraba una faceta más amable, vulnerable y, por decirlo de alguna manera, más humana. Este deseo de proteger y conservar a la nueva Nabi estaba motivado no solo por su creciente afecto hacia ella, sino también por un resentimiento acumulado y un reto personal.

El contraste entre la Nabi actual y su antigua personalidad era abismal. La antigua Nabi había sido indomable, desvergonzada, prepotente y grosera. A pesar de sus esfuerzos, Jeon había fracasado en intentar domar su orgullo; ella había sido una adversaria formidable que lo había dejado con el rabo entre las patas. Ahora, al enfrentar una versión de Nabi mucho más dócil y sumisa, el deseo de dominarla y controlarla creció dentro de él.

La nueva Nabi, con su carácter más suave y su actitud más cooperativa, despertó en Jeon un deseo conflictivo de ejercer su influencia y control. La idea de tener a alguien que, en su antigua forma, le había presentado tantos desafíos y resistencias, ahora rendida y manejable, añadía una capa de complejidad a sus sentimientos. Su deseo de mantenerla a su lado estaba entrelazado con un impulso de reafirmar su dominio sobre la situación.

—Disculpen que los interrumpa— la voz de la señora Min interrumpió sus pensamientos, y su presencia se hizo notar con una naturalidad tranquilizadora. —Rubí, ¿podrías ayudarme con la comida para los niños?— le pidió, dirigiéndose a Nabi con una sonrisa cálida.

—Sí, por supuesto— respondió Nabi, devolviendo la sonrisa y echándole una última mirada al detective antes de seguir a la señora Min.

—Me tengo que ir, ya vuelvo— le aseguró a Jeon, quien asintió con una leve sonrisa.

—Está bien, anda— dijo el detective, observando cómo las dos mujeres se alejaban, dejándolos a él y al profesor solos. Aprovechando la oportunidad, Jeon decidió que era momento de establecer algunas reglas claras con el profesor.

—Seré claro y directo con usted— comenzó Jeon en un tono firme y serio, inclinándose ligeramente hacia adelante para imponer su presencia. —No se acerque a mi mujer.— La palabra "mujer" fue enfatizada con un matiz de posesividad y advertencia. —Ella no puede salir de aquí sin mi autorización.— Su mirada intensa dejaba claro que estaba hablando en serio.

Jaesung lo miró con una mezcla de sorpresa y desafío. —No creo que sea necesario ser tan posesivo con una mujer. Comprendo que son pareja, pero eso significa que Rubí no pueda hacer ciertas cosas.— Su tono era inquisitivo, pero también había un toque de desdén.

—Ella es libre de hacer lo que quiera, siempre y cuando yo esté presente en "esas cosas" que ella desee hacer— Jeon recaló con firmeza, su mirada sin vacilar. —Además, ella no necesita de ningún otro hombre, para eso, me tiene a mí.— La última frase salió con una mezcla de orgullo y posesividad.

— ¿Y por qué entonces ella está aquí, en este refugio en lugar de estar con usted? — La pregunta del profesor desconcertó al detective. Jeon frunció el ceño, buscando una respuesta adecuada que no parecía llegar con facilidad. La acusación implícita en las palabras del profesor era clara: cuestionaba la autenticidad de la relación que Jungkook había creado para proteger a Nabi.

ADN CRIMINAL ⌖ JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora