9-No me mires

4.3K 351 38
                                    

*Pedri*

-¿Por qué no me habías dicho nada?-me recriminaba Amalia mientras yo bajaba mi maleta por la escaleras.

No tenia novia por no aguantar pataletas, y aún así tenía que aguantarlas.

-No sabía que tenía que darte explicaciones-le dije con ironía rodando los ojos y ella agarró mi brazo dándome la vuelta enfadado.

-Ni siquiera me has preguntado si quería ir contigo-me recriminó y yo reí irónico poniendo mis brazos en jarra.

-Son unas vacaciones familiares-le dije casi sin mirarla.

-No te entiendo pedri, de verdad-me dijo mirándome sería mientras negaba-llevamos casi un año así, ¿cuando piensas sentar la cabeza? Ya no eres un crío de veinte años-me dijo y yo abrí los ojos escuchándola.

-Yo tengo la cabeza muy bien asentada-le dije ofendido y ella rió irónica.

-Si, con casi cuarenta años y sin haber tenido una novia seria en tu vida-me dijo cruzandose de brazos y yo apreté un poco los dientes cabreado.

-Yo no soy así, no estoy con alguien serio por estar y no voy a cambiar para contentar a nadie-le dije cogiendo mi maleta para salir por la puerta, ya llegaba tarde al aeropuerto.

Ella cogió mi brazo casi en la entrada y yo rodé los ojos cansado.

-Lo siento-murmuró haciendo ojitos y yo la miré-siento haberme puesto así, me hubiese gustado ir contigo a tu lugar, siempre hablas tan bonito de Tenerife...-me dijo y yo suspiré-se que no soy nadie para recriminar nada, ahora te vas y no quiero que te vayas estando los dos enfadados-me dijo acariciando mi torso con su mano mientras se pegaba a mi.

Amalia era perfecta por fuera, una mujer de revista. Pero su interior era tan vacío que había perdido todo el interés en ella ya.

-Tranquila, estoy acostumbrado-le dije y ella me sonrió pasando sus manos por su cuello.

-Te acompaño al aeropuerto y así por lo menos estoy este rato contigo antes de que te vayas-me dijo.

-No es necesario-le dije mientras ella salía de casa.

-Que si, no me importa, de verdad-me dijo y yo rodé los ojos con disimulo cerrando la puerta de casa.

El camino al aeropuerto se me hizo corto, íbamos con música y apenas hablamos. Ella se ofreció a traer su coche para dejar el mío en casa y no tener que pagar parking, yo solo acepté.

Creí que me dejaría en la puerta y se iría, pero vi que no era ese su plan cuando entro en el parking subterráneo.

Bajé mi maleta una vez que aparcamos y fui a despedirme de ella.

-Te acompaño dentro-me dijo y yo suspiré.

Gavi y su familia ya me debían estar esperando.

Y efectivamente, en cuanto entré los divisé en una esquina haciendo tiempo.

Y ahí estaba Aitana, pegada a la pantalla de su móvil como cualquier adolescente. ¿Estaría hablando con el gilipollas de la moto?

-Perdon, perdon, ya estoy aquí-les dije a todos captando todas las miradas.

-Hola-saludó Amalia a Dani con una sonrisa, y Dani le dio otra a ella en señal de saludo mientras le daba dos besos.

No le caía bien. A nadie le caía bien. No era la mujer que mis amigos y mi familia soñaban para mí.

Saludé a Gavi y después a Candela y Dario, que por sus caras entendí que debían estar ya impacientes, para acabar saludando a su hermana mayor que no había despegado los ojos de su móvil.

Murmullos-Pedri González y Aitana PáezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora