MARATÓN 1/3: 50-Más fuerte

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*Pedri*

**24 de diciembre**

¿Estaba soñado o estaba en el cielo? Descubrí que no soñaba cuando tuve que abrir los ojos para soltar un gemido ahogado.

Dirigí mi vista hacia más abajo, y las vistas no podían ser mejores jamás en la vida.

-Mi amor...-gemí al ver como volvía a meterse mi miembro en su boca hasta el fondo y puse los ojos en blanco sin poder evitarlo.

-Buenos dias-me dijo ella con una sonrisa y yo sonreí como un bobo mirándola atontado y enamorado, completamente enamorado.

-Estupendos días si empiezaaaa..an..así...-gemí de nuevo por sus movimientos sobre mi. Recogí su pelo en una coleta con mis manos a guié sus movimientos de cabeza mientras ella se dedicaba a hacer magia, pura magia.

Ella siguió metiendo y sacando mi miembro de su boca mientras con su mano hacia movimientos arriba y abajo también.

-Para, para, para...que me corro...-le pedí cuando estaba a punto de correrme y ella me miró desde abajo frunciendo el ceño.

Ella también estaba ya desnuda, los dos lo estábamos después de la noche tan estupenda que habíamos pasado el día anterior, asique solo la subí encima de mi y busqué un preservativo en la mesita de noche estirando el brazo.

De lo di a ella para que lo pusiese mientras yo pasaba mi mano por su entrada húmeda y preparada para mi, llevé mis dedos a mi boca y metí un par de ellos en ella haciendo que soltase un gemido.

Después los saqué y los chupé bajo su mirada mientras ella bajaba el preservativo por todo mi miembro. Lo llevó a su entrada y de lo introdujo poco a poco cerrando los ojos.

Yo repetí su gesto al sentirla tan estrecha como siempre, tan mojada, tan preparada para mí y solo para mí. Llevé las manos a su cadera para ayudarla con los movimientos aunque ella no lo necesitaba, sabía moverse perfectamente.

Sus pechos rebotaban sobre mi en esta posición y tuve que arquear su espalda para poder llegar a ellos con mi boca.

-Quiero más fuerte, igual que ayer-gimió en mi oido y la miré deseoso.

Cambie de posición automáticamente poniéndola en cuatro sobre la cama y acaricié su espalda arqueandola un poco mientras me acercaba a su oído.

-Quiero oírte gritar, nadie nos va a escuchar-le dije pegado a su oreja y ella asintió cerrando los ojos. Me dirigí de nuevo a su entrada y volví a entrar en ella pero esta vez de una sola estocada dura, chocando mi cadera con su culo y haciendo que ella soltase un grito al sentirme tan de pleno.

Aceleré mis movimientos dando golpes secos con mi cadera, mientras ella se aferraba al colchón con sus uñas y gemia de forma descontrolada igual que yo.

Llevé mi mano a su clítoris para estimularlo también, y mi otra mano libre fue a uno de sus pechos para pellizcar su pezón mientras seguía entrando y saliendo de ella con fuerza. Se escuchaban nuestras respiraciones agitadas y nuestros gemidos en toda la habitación.

-Sigue, sigue, ¡sigue!-gimió gritando cuando su abdomen empezó a contraerse y noté como unos segundos después sus paredes se contraian mientras soltaba un gemido exhausta. Sólo un par de minutos después noté como yo también explotaba bajando mis besos hasta uno de sus cachetes del culo para dejar un beso en él con una mordida incluida. Madre mía como había esperado a tener cuarenta para tener el mejor sexo de mi vida.

Salí de ella tirando el condon al suelo y le di la vuelta tumbandola sobre el colchón y abriendo sus piernas para meter mi boca entre ellas y chupar todo su sabor.

-Pedri, ¿a dónde vas?-me preguntó ella soltando una carcajada al ver mis intenciones, carcajada que acabó en un gemido al sentir como pasaba mi lengua por toda ella.

-A probarte mi amor, me encantas-gemí sorbiendola todo lo que pude y después fui subiendo mis besos hacia su cara pasando por su abdomen, sus pechos y su cuello para acabar en su boca donde me quede bastante rato sin querer separarme de ella.

De mi niña preciosa.

De la que me había enseñado el significado de la palabra amor.

De la que estaba enamorado hasta las trancas.

La abracé contra mi cuerpo desnudo posando una de mis manos en su culo y ella pasó su pierna sobre mi cadera mientras nos besabamos.

-Tenemos que ducharnos mi vida-le dije entre besos y ella asintió.

Teníamos nuestra partida de padel de los viernes.

-Mmm...solo espera cinco minutos más porfa-me dijo ella dejándome varios besos en el cuello y yo asentí, ya nos duchariamos luego con más prisas, me encantaban estos momentos de los dos abrazados en la cama.

-Cada día te superas más-me dijo ella con los ojos cerrados y una sonrisita y yo sonreí devorando su cuello con ganas.

-Tengo que tenerte satisfecha amor-le dije y ella cogió mi cara besandome.

-Tenemos-me dijo y yo sonreí.

-Yo no puedo estar más satisfecho princesa, me tienes loco desde que me levanto hasta que me acuesto-le dije y ella sonrió orgullosa.

-Tu a mi también, no quiero que te vayas-me dijo soltando un suspiro pasando los brazos por mi cuello y yo suspiré.

Hoy me iba a Tenerife a pasar hasta fin de año allí, era solo una semana pero iba a ser una semana larga separados.

-El año que viene ya todos lo sabrán, y podrás venir conmigo, seremos una pareja más que tiene que tornarse las fiestas de pasar Navidad con mis padres y año nuevo con los tuyos y viceversa-le dije y ella sonrió asintiendo feliz.

-Estoy deseando que llegue ese momento mi vida, no veo la hora-me dijo y yo asentí, yo tampoco veía la hora de acabar con todo esto por fin.

Nuestros teléfonos sonaron a la vez, Alex había reservado la pista de padel y nos mandó el horario a todos.

A nuestros viernes de padel se les había sumado ya Alex y Estela, que traían un tonteo que ni ellos mismo se aclaraban, pero Aitana decía que los veía felices.

Aitana le había explicado a Gavi que lo de Alex solo había sido para llamar la atención de Estela, pero si que tuvo una conversación bastante seria con él y Gavi estaba más calmado con ese tema.

Al final Alex era un buen chico e incluso había empezado a pedirnos consejos a Gavi, ansu, ferran, fermin o a mi sobre chicas o más bien sobre Estela.

Era gracioso, porque todo había vuelto a su cauce, aunque quedaban solo dos semanas mal contadas para que se mascara la tragedia...

(CONTINUARÁ...)

Murmullos-Pedri González y Aitana PáezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora