69-La cascada

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*Gavi*

-¿A dónde crees que vas?-me preguntó Dani apareciendo detrás de mi dándome un susto del quince y haciendo que llevase mi mano al pecho.

-¡Amor! ¡Qué te vas a quedar viuda antes de tiempo!-me quejé y ella me dio un golpe en el hombro.

-¿¡Eres tonto?! ¡Con eso no juegues!-me dijo y yo sonreí abrazandola con todas mía fuerzas y dejándole besos por todos los lados donde podía-deja de hacerme la pelota y dime donde vas-me dijo ella y yo sonreí.

-Quiero espiar-le dije haciéndole ojitos refiriéndome a Pedri y Aitana, quería que todo saliese bien.

-Mi amor...déjales intimidad-me dijo ella y yo le hice un puchero.

-Venga...¿no te mata la curiosidad? Quiero que todo les salga bien...me siento fatal por ellos y necesito saber que todo va bien...-Le pedí y ella me miró por unos segundos sería para después rodar con los ojos con una pequeña sonrisa.

Conseguido. Convencida.

-Venga, vamos, pero solo tu yo-me dijo señalándome con el dedo y yo me fui directo a su cuello dejándole besos por todos lados donde podía mientras ella reía y yo la acorralaba entre la pared.

-Si todo sale bien esta noche vamos a por el cuarto-le dije haciendo referencia a tener otro hijo y ella me apartó de ella rápidamente.

-Eso ni lo sueñes, Gavira-me dijo riendo mientras negaba-a nosotros ya lo que nos queda son los nietos...-me fijo y yo mordí mi labio mirándola.

-Pues tu vas a ser una abuela muy muy sexy...-Le dije y ella rió besando mis labios.

-Venga tira, súper yayo-me dijo señalandome la puerta y no me lo pensé, actué rápido antes de que se arrepintiese.

*Pedri*

Llegué hecho un flan al sitio.

Arreglé mi pelo dándole un toque más informal en el espejo del coche, parecía un muñeco de comunión por culpa de los imbéciles estos.

Imbéciles que me estaban ayudando mucho, y esperaba que esta ayuda mereciera la pena.

Salude al camarero al entrar que me explicó que tenía la terraza entera cerrada para nosotros, una azotea donde se veía toda Barcelona y que estaba perfectamente ambientada para una cita romántica.

La que nunca habíamos tenido Aitana y yo hasta hoy.

Me acerqué a la barandilla y suspiré mirando al cielo.

-Yo solo la quiero a ella dios mio-suspiré abatido, si hoy las cosas no se solucionaban, yo acabaría destrozado.

Fui hasta el baño a refrescarme un poco, estaba incluso sudando de los nervios que llevaba encima y cuando salí, escuché su voz.

-¿Estela?-la escuché llamar a su amiga en la terraza.

Se abrazaba a si misma porque hacia bastante aire, llevaba un vestido precioso que se ajustaba a cada una de sus curvas y sus tacones la hacían un poco más alta de lo normal.

-Hola-le dije apareciendo desde atrás, haciendo que girase sobre sus talones y llevase su mano al pecho sobresaltada.

Me miró por unos segundos y sus ojos se aguaron a la vez que me miraban con rabia.

-No me lo puede creer...¡esto ya es lo último!-me gritó para empezar a andar hacia la puerta cabreada, dejándome plantado ahí.

No podía permitirlo, no esta vez.

Esta vez si me iba a escuchar.

Llegué antes que ella a la entrada, y la frené poniendome frente a la puerta.

Murmullos-Pedri González y Aitana PáezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora