35-Todas las constelaciones

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*Pedri*

-¿Dónde vamos?-me preguntó Aitana al ver que llevábamos más de media en coche mirando a todos lados con su preciosa sonrisa de emocionada.

-Deja de preguntar, no te lo diré hasta que lleguemos-le dije con una sonrisa y ella hizo una mueca pero sin dejar de sonreír.

La música nos acompañaba en el trayecto, con ella quejándose de que Quevedo estaba pasado de moda y yo discutiendole que no tenía ni idea de música.

Estaba preciosa con su vestidito azul que dejaban sus muslos al descubierto, quería que fuese el mejor fin de semana de su vida y seguramente yo estaba más nervioso que ella.

Había preparado todo de forma meticulosa para que fuese especial para ella, iba a ser el dueño de su primera vez y aunque ya habíamos hecho tantas cosas que me sabía su cuerpo de memoria quería que fuese especial.

Habían sido dos semanas de darle vueltas en que prepararle, algo que fuese nuestro y que no hiciera perder nuestra esencia y después de mucho investigar lo encontré.

Cuando ella era pequeña le encanta mirar las estrellas y en uno de sus cumpleaños le regalé un telescopio y me estuve formando mucho en el tema para explicárselo y enseñarle las constelaciones.

Aún recuerdo lo que lloró cuando Candela le rompió el telescopio un día sin querer y aunque insistí en comprarle otro ella se negaba diciendo que quería ese porque había el primero.

Por eso le iba a regalar algo que nunca se podría romper, una burbuja donde pasaríamos el fin de semana retirada a las afueras de Barcelona.

Una que sería de ella, para que pasase lo que pasase entre nosotros siempre tuviese donde sentirse segura y donde acordarse de nosotros y de nuestra primera vez.

Cuando llegamos ella abrió los ojos inspeccionando el lugar, era casi de noche y sus ojos se movían de un lado a otro sin querer perderse detalle.

-¿¡Es un hotel burbuja?!-me preguntó abriendo los ojos sonriente y yo negué mientras quitaba las llaves del coche y sacaba de la guantera las llaves de la burbuja.

-Es una casa burbuja-le dije y ella frunció el ceño, cosa que me hizo sonreír.

Me bajé de coche y ella repitió mi gesto, saque las dos mochilas que traíamos para estos días y ella cogió la suya colgandosela a la espalda.

Entrelacé nuestras manos por primera vez al aire libre, era una zona muy alejada de los focos y la gente y ella apretó mi agarre mirándome con una sonrisa preciosa.

Estaba pensando lo mismo que yo y lo sabía sin que hicieran falta palabras.

Metí la llave en la cerradura abriendo la puerta y le di paso para ella entrase primero.

Lo hizo sin soltar mi mano y vio el interior del sitio.

La habitación estaba hecha de cristales especiales que dejaban ver de dentro para fuera pero no de fuera para dentro. Y estaba totalmente equipada, cocina, baño y una habitación enorme que era la gran protagonista, donde yo había dejado solo un día antes un telescopio enorme que fue lo que más captó su atención.

-¡Un telescopio!-me dijo girandose en mi dirección y yo sonreí al ver su reacción-¡Dios mi amor me encanta! ¡Es que me conoces mejor que nadie!-me dijo dejando un pico rápido en los labios para correr hasta él.

Y sentí mis piernas flaquear. Mi amor.

Que bonito sonada de sus labios y era la primera vez que alguien se referia a mi de esa forma. Yo era su amor como ella era el mío.

Se acercó al telescopio mirando y apartó la mirada de él.

-Tiene que anochecer más, pero esta noche veremos todas las constelaciones-le dije y ella sonrió viniendo hasta mi.

Su cuerpo chocó con el mío y agarró mi cintura estampado sus labios en mi. La besé con todo el cariño del mundo porque ella era mi mundo.

-¿Todas...todas las constelaciones?-me preguntó pícara al separarse y yo sonreí viendo lo directa que era para todo.

Me acerqué a su oído mordiendo el lóbulo de su oreja haciendo que un suspiro se escapase de sus labios.

-Todas todas, princesita-le dije en un susurro para bajar hasta su cuello y darle un beso húmedo en él.

Ella aferro su agarre subiendo una de sus manos por mi abdomen hasta mi cuello y girar mi cabeza para dejar nuestros labios cerca.

-Gracias por fijarte en mi-me dijo y yo negué con una sonrisa pasando un mechón de pelo detrás de su oreja.

-Gracias por elegirme-le dije yo y ella sonrió.

-Te llevo eligiendo toda mi vida-me dijo ella y yo pase mis manos por su cuerpo dejándolas en su cintura.

-Yo te elegiré por el resto de la mía, cada día-le dije y ella ensanchó su sonrisa besando mis labios con pasión.

Sus labios me hacían tocar el cielo, querer más, la quería a ella para todo.

Me había enamorado y ahora entendía a mis amigos, era la sensación más bonita de todas.

Nos separamos buscando aire, y me acerqué a un lado de la cama donde cogí el ramo de rosas que le había comprado haciendo que ella abriese los ojos impresionada.

-¿¡Para mi?!-me preguntó desconcertada-nunca me habían regalado flores...-dijo mirándolas asombrada y yo pasé uno de mis brazos por su cintura dejando un beso en su mejilla.

-Yo nunca las había regalado, pero viendo la cara que has puesto lo haré cada semana-le dije y ella sonrió sonrojada dirigiendo su mirada hasta mi.

Cogió mis mejillas entre sus manos para darme un beso y dirigió de nuevo la mirada al ramo sonriente acercándose a olerlas.

-Gracias, de verdad-me dijo acariciando los pétalos.

Gracias a ella por enseñarme esta faceta de mi.

La invite a ponernos cómodos sacando la ropa para dormir de las mochilas y mis ojos se dirigieron hasta ella cuando vi que su elección había sido un conjunto negro de satén que dejaba su ombligo al descubierto.

Se recogió su largo pelo castaño con una pinza y dejaba su teléfono cargando en la mesita de noche para mirarme.

-¿Qué?-rió al verme embobado a los pies de la cama y yo negué sacando mi cargador.

Se subió de rodillas a la cama andando hasta los pies de la cama y dejó un beso en mi abdomen descubierto hasta subir a mi casi altura quedándose de rodillas en el colchón mientras yo estaba al lado de pie.

-¿Cuando es que empezamos con eso de que me hagas ver las estrellas?-me preguntó y yo sonreí besando sus labios.

Baje las manos a su culo abriendo sus piernas para colgarla en mi cuerpo y que sus piernas enredaran mi cintura.

-Primero vamos a cenar, y después vamos a ver las estrellas, hay tiempo para todo cariño-le dije andando con ella hasta dejarla encima de la encimera de la acogedora cocina y ella asintió con una sonrisa.

-¿Y con qué me vas a deleitar?-me dijo desde ahí cuando empecé a mirar la nevera y la miré.

Estaba tan sexy así, con ese pijama y esa postura mirándome que tuve que contenerme con no mandarlo todo a la mierda y follarla hasta por la mañana.

-Con muchas cosas princesita-le dije pícaro ganandome una sonrisa más sonrojada de parte de ella...

(CONTINUARÁ...)

Esta noche seguramente tendréis la segunda parte de este capi.

¿Qué queréis que pase?

¡Os leoo!✨️❤️❤️

Murmullos-Pedri González y Aitana PáezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora