10-Una tregua

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*Aitana*

Me había olvidado por un instante todo lo que me gustaba la isla de Tenerife.

Llevaba años con ganas de volver y por fin el día había llegado.

El hermano de pedri nos había venido a recoger y en cuanto vi a Jimena las dos nos abrazamos con euforia, llevaba meses sin venir a Barcelona y para mi era una gran amiga.

El coche de fer tenía ocho plazas asique después de cargar las maletas en el maletero nos fuimos montando todos mientras él nos empezaba a hacer un tour por la isla.

Me encantaba cada esquina, cada rincón que veía, todo estaba lleno de encanto y de personas que parecían ser felices entre arena y sal.

No se me borró la sonrisa en todo el rato, y menos aún cuando llegamos a la tasca.

Seguía igual que cuando la vi de pequeña, solamente habían cambiado un poco las fotos aunque seguía estando pedri en cada una de ellas.

-¡Ay! ¡Rosi, los niños llegaron!-escuché a Fernando padre hablarle a su mujer.

Ellos ya no trabajaban aquí pero rosi seguía echando una mano en la cocina y el se pasaba las horas en la barra del bar controlando el cotarro, como a él le gustaba.

Fuimos saludando uno a uno, nos preguntaron que tan el viaje, que planes teníamos...y después nos dirigimos nosotros seis a la casa de pedri a dejar las maletas.

Había tres habitaciones arriba, y tres abajo.

Papá, mamá y mis hermanos se quedaron con las de la planta baja, asique pedri subió mi maleta y la suya hasta la planta de arriba para que yo eligiese la habitación que quisiese.

Sabía cual era la suya. Yo fui la primera que vio esta casa con él cuando la compró hace algunos años.

Ni siquiera me lo pensé al elegir y repetí la que ya había ocupado cuando era pequeña, y nada más entrar lo primero que hice fue salir a la terraza para respirar la brisa marina cerrando los ojos.

La habitación era increíble, pero aún más el balcón que tenía justo al lado del mar, eso era alucinante.

Cerré los ojos llevando los pulmones de aire fresco y sonreí abriendolos viendo el horizonte.

-Podría pasarme todas las vacaciones en este balcón-dije cuando noté que pedri se ponía a mi lado.

-Lo sé-me dijo y yo sonreí mirándole-¿Quieres que vayamos a bajamar? Podemos ir al lago donde fuimos hace algunos años, ese que te encantó con la cascada adentrado en las montañas-me dijo y yo sonreí aún más dando un saltito emocionada.

-¡Si, si, si!-le dije y el rió asintiendo.

-Antes tenemos que ir a comer a la tasca, podemos decirle a Jimena que se venga-me dijo y yo asentí muy muy contenta.

Fui a entrar dentro para empezar a deshacer la maleta, pero el me frenó cogiendo mi brazo haciendo que lo mirase.

-Aitana-me dijo mirandome fijamente, haciendo que mis piernas temblasen como un flan-¿una tregua?-me preguntó algo serio.

-¿Qué?-le dije frunciendo el ceño.

-Se que...las cosas entre nosotros están complicadas, pero quiero que volvamos a ser los de antes y quiero disfrutar de ese viaje contigo-me dijo haciendo una mueca y yo suspiré.

-Ya sabes que no puedo ser la de antes, no cuando sabes que...que estoy enamor...-me cortó.

-Una tregua, al menos lo que dure el viaje, porfavor-me pidió haciéndome ojitos y yo acabé aceptando asintiendo suave.

Murmullos-Pedri González y Aitana PáezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora