15-Nunca quieres

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*Pedri*

Me había parecido lo más irresponsable del mundo por parte de Aitana, ¿qué habría hecho ella sola en el yate? Ni siquiera sabía manejarlo y podría haber pasado una desgracia.

Iba absorbida por el paisaje. Ni siquiera me había mirado en todo el trayecto pero yo no había hecho otra cosa más que mirarla a ella.

Su sonrisa tímida se asomaba desde la parte de delante del barco cuando miraba El paisaje de los lados o buscaba los delfines mirando dirección al mar entusiasmada, pero se ponía sería cuando miraba de reojo en mi dirección.

Era preciosa, pero era una inmadura que había estado a punto de hacer una tontería.

Y yo era solo un gilipollas que le había hecho daño, pero lo hacía más por ella que por nadie, yo tenia que ser el maduro en esto y poner un poco de cabeza en el asunto, ella solo era una chica de diecisiete años sin miedo a las consecuencias.

Paré el barco no muy alejado del puerto en mitad del mar en una zona donde solía haber bastantes delfines y me acerqué a la proa del barco donde estaba ella tumbada en una rejilla de cuerdas que decoraban la zona y que casi tocaban el mar.

-¿Puedo tumbarme?-Le pregunté algo incómodo, no sabía que hacer pero sabía que quizá no había sido la mejor forma como sucedió anoche todo.

-Es tu yate a mi no tienes que pedirme permiso-me dijo encogiendose de hombros y yo suspiré, ni siquiera me había mirado para contestarme.

Me terminé tumbando a su lado poniendo mis brazos detrás de mi cabeza y suspiré mirando el cielo que se empezaba a tornar ya de nubes más grises.

-No quise hablarte así, quizá te hable mal-le dije queriendo romper el hielo de este silencio tan incómodo y escuché como ella chasqueó la lengua.

-¿Por qué narices le das más vueltas si lo tienes tan claro todo?-me preguntó incorporándose.

La miré por unos instantes más, estaba seria y me miraba fijamente esperando una respuesta por mi parte.

-No lo tienes claro, solo tienes miedo-dijo ella entrecerrando los ojos y yo cerré los mios con fuerza.

-Ojalá las cosas fuesen diferentes-fue lo único que fui capaz de decir y ella rió irónica mientras negaba frustrada.

-Cobarde, eso es lo que eres, ¡un cobarde!-me dijo dándome un manotazo en el brazo del que yo me quejé.

-¡Aitana!-le dije mientras ella dejaba unos golpes en mi pecho con rabia.

-¡Eres un cobarde, Pedri! ¡Un maldito cobarde!-dijo con rabia mientras me pegaba con las dos manos hasta que finalmente tuve que agarrar sus manos detrás de su espalda para que parase.

Nuestros pechos se juntaron, nuestras respiraciones eran aceleradas y su perfume una vez más llenaron mis fosas nasales hasta dejarme tonto.

-¡Si! ¡Claro que lo soy! ¿¡Te crees que es fácil admitir que me gusta una niña de diecisiete años?!-le dije casi sin pensar arrepintiendome al momento y ella abrió los ojos sin esperarse esa respuesta por mi parte.

Se zafó de mi agarre y cuando creí que volvería a golpearme hizo todo lo contrario.

Sus manos cogieron mis mejillas lanzándose a mis labios sin pensarlo y mi cuerpo y mi boca reaccionaron por si solos.

Su lengua se movía con rapidez, con más práctica que las primeras veces y mis manos fueron hasta su cintura de forma inconsciente.

Se subió a horcajadas sobre mis piernas y yo la apreté más contra mi bajando un poco más mis manos mientras la besaba con todas mi ganas.

Mis besos bajaron a su cuello de forma inconsciente mientras una de mis manos recorría su espalda poniéndole los bellos de punta.

Un jadeo se escapó de sus labios cuando mi boca succionó su cuello y la pegué aún más a mi a ser posible llevado por el deseo.

-Si...joder-jadeó en oreja y en ese mismo momento la razón me separó de ella de golpe.

La baje de mis piernas avergonzado sin saber donde meterme, joder estaba perdiendo la maldita cabeza.

-¿Otra vez?-me preguntó ella con los ojos algo cargados, joder esta vez había sido mi maldita culpa, ¿en qué cojones estaba pensando?

-Lo siento Aitana, yo no quería esto te lo juro yo...-empecé a intentar explicarme nervioso, pero ella me cortó enfadada y con la voz quebrada.

-¡Nunca quieres!-me dijo enfadada-¡Siempre está mal y nunca quieres! Estoy cansada ya-me dijo mientras una lagrima caía por su mejilla- llévame a casa, quiero volver a Barcelona se acabaron las vacaciones para mi no aguanto más-sollozó rompiendo mi corazón.

-Aitana....lo siento...

-Déjame en paz-sollozó haciéndose un ovillo-llevame a casa, no quiero saber nada más de ti nunca-sollozó con la cabeza entre sus piernas y senti como mi corazón se partía.

-Aitana...por fav...-empecé a decir cuando noté como una ola rompía fuertemente contra el yate salpicándonos.

Miré al frente después de no haberme esperado algo así, y lo que encontré fue algo que me heló aún más la sangre.

Estábamos tan sumergidos en nosotros que no nos habíamos dado cuenta del tiempo, y el mar parecía estar tan enfadado con nosotros como aitana conmigo.

-Hay que volver-dije cogiendo la mano de ella para volver al interior donde estaríamos más seguros.

-No me toques-me dijo deshaciéndose de mi agarre mientras andábamos.

-Aitana es muy peligroso estar aquí-le dije cabreado y ella se cruzó de brazos sin mirarme.

Paso delante mía sin mirarme y yo suspiré más tranquilo, al menos no se quedaría en la cubierta donde las olas no paraban de romper con calma.

Pero la cosa fue aún peor cuando una gran ola chocó de lleno con nosotros.

Me agarre a uno de los hierros de la cubierta y cuando mire en dirección donde estaba Aitana, ya no había ni rastro de ella.

-¡Aitana!-grité levantándome para ir a buscarla.

No estaba. No estaban por ningún lado, joder.

-¡Pedri!-escuché y cuando dirigí mis ojos hasta ahí no podía ni reaccionar.

Jamás en mi vida habia pasado tanto miedo como en ese momento cuando vi a Aitana pedir auxilio en mitad del mar en medio de una tormenta...

(CONTINUARÁ...)

¡Os leo!✨️❤️

En un ratito subo de Gavi también✨️❤️

Murmullos-Pedri González y Aitana PáezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora