El sol de la tarde se filtraba por la ventana de la habitación de Lisa, pintando la habitación con un cálido tono naranja. Lisa, sentada en la cama, miraba el paisaje urbano con la mirada perdida. Había sido dada de alta del hospital hacía unas horas, pero la sensación de vacío que la invadía era tan profunda como el abismo que la separaba de Jennie.
La habitación, que antes rebosaba de vida y alegría, ahora se sentía fría y desolada. Las fotos de Jennie y ella, que adornaban las paredes, parecían burlarse de su soledad.
Lisa se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. El bullicio de la ciudad, que antes le parecía un canto a la vida, ahora le sonaba como un lamento.
Lisa: (Con un tono de voz triste) Jennie... ¿dónde estás?
La pregunta resonó en la habitación, sin encontrar respuesta. Lisa se sintió atrapada en un torbellino de emociones.
La alegría de haber superado el coma, la felicidad de volver a casa, todo se había desvanecido ante la inmensa tristeza que la consumía.
La conversación telefónica con Jennie la había dejado destrozada. Las palabras de Jennie, llenas de dolor y resignación, la habían golpeado como un puñetazo en el estómago.
Lisa: (Con un tono de voz quebrado) ¿Por qué no puedo estar contigo? ¿Por qué me has dejado?
Las lágrimas brotaron de sus ojos, empapando sus mejillas. Lisa se dejó caer en el sofá, con el cuerpo tembloroso.
La soledad la envolvía como una manta de hielo. La habitación, que antes era su refugio, ahora se había convertido en un recordatorio constante de su pérdida.
Mientras tanto, en el departamento de Jennie, la tristeza se apoderaba de su corazón.
Jennie: (Con un tono de voz triste) Lisa... ¿por qué me has dejado?
Las lágrimas caían por su rostro, empapando su almohada. El dolor era tan intenso que le costaba respirar.
Jennie: (Con un tono de voz quebrado) ¿Por qué no puedo estar contigo? ¿Por qué me has hecho esto?
El silencio de la habitación se llenó con el sonido de su llanto. Jennie se sentía atrapada en un pozo sin fondo, sin esperanza de escape.
La separación con Lisa la había dejado destrozada. El amor que sentía por ella era tan profundo que le dolía hasta los huesos.
Jennie: (Con un tono de voz triste) ¿Cómo voy a vivir sin ti?
La pregunta resonó en la habitación, sin encontrar respuesta. Jennie se sentía perdida, desesperada.
El dolor de Jennie era tan profundo como la soledad de Lisa. Ambas se encontraban atrapadas en un ciclo de tristeza, sin saber cómo escapar.
