La espera era la parte más difícil. Cada hora que pasaba, Lisa sentía que el peso de la incertidumbre se hacía más pesado. La operación estaba programada para la mañana siguiente, y la noche se extendía como un desierto infinito, lleno de miedos y preguntas sin respuesta.
Jennie se quedó a su lado, sin apartarse ni un instante. La acompañó en su viaje por la montaña rusa de emociones, a veces con palabras de aliento, otras con un silencio reconfortante.
"No te preocupes," susurró Jennie, acariciando la mano de Lisa, que se había agarrado con fuerza a las sábanas. "Todo va a salir bien."
"No estoy segura," respondió Lisa, su voz apenas audible. "Es como si estuviera en un sueño, y no sé si voy a despertar."
"No es un sueño, Lisa. Es la vida, y tú eres fuerte. Vas a despertar, y vas a estar bien," dijo Jennie con determinación, sus ojos llenos de amor y esperanza.
Lisa cerró los ojos, tratando de concentrarse en las palabras de Jennie, de aferrarse a esa esperanza que se sentía tan frágil.
"Tengo miedo," admitió, su voz temblorosa.
"Está bien tener miedo," dijo Jennie, acercándose más a ella. "Es normal. Pero no dejes que te paralice. Tienes que luchar. Por ti, por nosotros."
Lisa asintió débilmente. "Lo sé. Pero... ¿qué pasa si no puedo?"
"Lo harás," respondió Jennie con una sonrisa. "¿Recuerdas cuando te rompiste la pierna? ¿Te diste por vencida entonces?"
Lisa sonrió levemente. "No. Me recuperé, y salí adelante."
"¿Recuerdas que acabas de despertar de un coma? ¿Te diste por vencida?"Lisa sonrió levemente. ''No. Me recuperaré, y ahora estoy despierta.
"Exacto. Y esta vez será igual. Vas a salir adelante, y serás más fuerte que nunca."
Las palabras de Jennie, llenas de fe y amor, le dieron a Lisa un poco de paz. Se aferró a la mano de Jennie, sintiendo su calor y su presencia como un escudo contra la oscuridad.
"Gracias," susurró Lisa. "Por estar aquí conmigo."
"Siempre estaré aquí," respondió Jennie, sin soltar su mano. "No te preocupes. Te amo."
La noche pasó lentamente, llena de silencios y susurros, de miedos y esperanzas. La cuenta regresiva para la operación se hacía más corta, y Lisa se aferraba a cada momento con Jennie, a cada palabra de apoyo, a cada gesto de amor.
La mañana llegó con la luz del sol filtrándose por las ventanas, y con ella, la sensación de que la batalla estaba a punto de comenzar. Lisa respiró profundamente, sintiendo un nudo en la garganta.
"Estoy lista," dijo, con una voz que intentaba sonar firme, pero que aún temblaba un poco.
Jennie la miró con ojos llenos de amor y comprensión. "Lo sé, mi amor. Estoy aquí contigo. Siempre."
Las palabras de Jennie le dieron fuerzas, y Lisa se levantó de la cama, con la ayuda de su madre y su padre. Caminaron hacia la sala de operaciones, un pasillo que se extendía como un camino hacia lo desconocido.
Lisa se aferró a la mano de Jennie, sintiendo su presencia como un ancla en la tormenta.
"Todo va a salir bien," susurró Jennie, con una sonrisa que intentaba disimular su propia angustia.
"Lo sé," respondió Lisa, con una sonrisa que intentaba reflejar la confianza de Jennie.
La puerta de la sala de operaciones se abrió, y Lisa se adentró en un nuevo capítulo de su historia. La cuenta regresiva había terminado, y la batalla por su vida estaba a punto de comenzar.