El último día en Tailandia amaneció con el cielo despejado, como si la propia naturaleza celebrara la recuperación de Lisa. La despedida se acercaba, pero el corazón de Lisa rebosaba de felicidad. La semana junto a su familia había sido un bálsamo para su alma, un recordatorio del amor incondicional que la rodeaba.
Jennie, con el corazón lleno de alegría, la acompañó a la casa de los padres de Lisa. La familia, reunida en la mesa, irradiaba calor y amor. Las risas y las bromas llenaban la estancia, creando una atmósfera de celebración.
"Jennie, mi amor, te has convertido en parte de nuestra familia," dijo la madre de Lisa, con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro. "Eres como una hija para nosotros."
Jennie, conmovida, sintió que sus ojos se humedecían. Tener una familia grande era un sueño que siempre había anhelado, y ahora, con Lisa a su lado, ese sueño se estaba haciendo realidad.
La cena fue un banquete de sabores y aromas, una muestra de la generosidad y el cariño de la familia de Lisa. Los padres de Lisa, con una sonrisa cómplice, presentaron a ambas como una pareja, deseándoles un futuro lleno de amor y felicidad.
"Esperamos que se casen pronto," dijo el padre de Lisa, con un brillo de orgullo en sus ojos. "Cuando vuelvan a Tailandia, queremos grabar su amor. Aquí, el matrimonio del mismo sexo está permitido, y queremos celebrar su unión."
Lisa y Jennie sonrieron, sus corazones rebosantes de felicidad. La idea de casarse en Tailandia, rodeadas del amor de sus familias, era un sueño que ahora se veía más real que nunca.
Después de la cena, Lisa y Jennie salieron a divertirse con los primos y amigos de Lisa. La noche las llevó a una discoteca vibrante, llena de música y gente que celebraba la libertad de ser quienes eran.
En medio de la euforia, Lisa y Jennie se sintieron libres de expresar su amor en público. Se besaban apasionadamente, bailaban pegadas, sus cuerpos moviéndose al ritmo de la música, sus risas resonando en la noche.
Un grupo de personas, entre ellas algunas actrices tailandesas famosas, las miraban con interés. Engfa y Faye, dos mujeres hermosas y altas con cabello negro y lacio, sonreían coquetas a Jennie. Lisa, al darse cuenta, cogió a Jennie y la besó apasionadamente, demostrando su amor sin miedo ni vergüenza.
Las horas pasaron volando, llenas de baile, risas y la sensación de libertad que solo se encuentra cuando se está rodeado de personas que te aceptan y te aman tal como eres. En un momento, varias personas se acercaron a ellas para pedir autógrafos, y ambas, encantadas, se los dieron con gusto.
La noche terminó con la promesa de volver a encontrarse, de seguir construyendo su historia de amor, juntas, sin miedo ni límites. La sombra del pasado seguía ahí, pero el amor que las unía era más fuerte que cualquier oscuridad.
Ya eran más de las 2 de la mañana, ya tenían que regresar, por qué viajarán a Corea y el viaje será cansada, y necesitan descansar al menos un poco
