Capítulo 26: La Ciudad de las Lágrimas

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Lisa estuvo durante mucho tiempo sentada en la calle esperanzada, luego de mucho tiempo de esperar se fue destrozada a casa, con el cuerpo tambaleándose. Después de días estuvo decaída, con depresión e irritada.

Unos semanas después.La ciudad de Seúl, con sus luces brillantes y su ritmo frenético, se había convertido en un escenario de tristeza para Lisa. Las calles bulliciosas, las tiendas llenas de gente y los restaurantes con música a todo volumen no hacían más que acentuar el vacío que sentía en su corazón.

Jennie se había ido, y con ella se había ido una parte de ella. Lisa se sentía perdida, desorientada, como un barco a la deriva en un mar de dolor.

Cada esquina, cada calle, cada lugar que había compartido con Jennie se había convertido en un recordatorio de su ausencia.

Lisa: (Con un tono de voz quebrado) Jennie... ¿dónde estás?

Sus palabras se perdieron en el viento, sin encontrar respuesta. Lisa se sentía sola, abandonada, como si el mundo se hubiera puesto en su contra.

Caminaba por las calles de Seúl, con la mirada perdida, sintiendo el peso del dolor en su pecho.

Lisa: (Con un tono de voz lleno de tristeza) ¿Cómo voy a vivir sin ti?

La pregunta resonó en su mente, sin encontrar respuesta. Lisa se sentía desesperada, sin saber qué hacer con su vida.

Se sentó en un banco de la plaza, con el rostro empapado en lágrimas. El dolor era tan intenso que le costaba respirar.

Lisa: (Con un tono de voz quebrado) Jennie... ¿por qué me has dejado?

La pregunta se repetía en su mente, sin encontrar respuesta. Lisa se sentía atrapada en un ciclo de dolor, sin saber cómo escapar.

En ese momento, una mujer se acercó a ella, con una sonrisa amable en el rostro.

Mujer: (Con un tono de voz suave) ¿Está bien?

Lisa: (Con un tono de voz quebrado) No...

Mujer: (Con un tono de voz comprensivo) ¿Quiere hablar?

Lisa: (Con un tono de voz lleno de tristeza) No...

Mujer: (Con un tono de voz suave) Está bien.

La mujer se sentó en el banco, a su lado, sin decir nada. Lisa se quedó allí, sentada en el banco, con el rostro empapado en lágrimas.

La mujer observaba a Lisa con una mirada llena de compasión. Se llamaba Chae, y era una artista. Sus pinturas eran conocidas por su intensidad emocional y su capacidad de capturar la belleza y la fragilidad de la vida.

Chae: (Con un tono de voz suave) He visto tu dolor en tus ojos.

Lisa: (Con un tono de voz quebrado) ¿Cómo lo sabes?

Chae: (Con un tono de voz suave) No hace falta ser un adivino. El dolor es un lenguaje universal.

Lisa: (Con un tono de voz lleno de tristeza) No sé cómo vivir sin ella.

Chae: (Con un tono de voz suave) Yo tampoco lo sé. He perdido a mucha gente en mi vida. He aprendido que el dolor es parte de la vida. Pero también he aprendido que la vida sigue adelante.

Lisa: (Con un tono de voz quebrado) No lo sé.

Chae: (Con un tono de voz suave) No tienes que saberlo ahora. Solo tienes que sentir.

Chae se levantó y le tendió a Lisa una tarjeta.

Chae: (Con un tono de voz suave) Esta es mi tarjeta. Si quieres hablar, si quieres que te escuche, no dudes en contactarme.

Lisa tomó la tarjeta con manos temblorosas.

Lisa: (Con un tono de voz quebrado) Gracias.

Chae: (Con un tono de voz suave) De nada.

Chae se alejó, dejando a Lisa sola en el banco, con la tarjeta en la mano. El silencio de la plaza se llenó con el sonido de sus sollozos.

- BLACKPINK: Un Amor en Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora