Me miro por quincuagésima vez en el espejo del visor de mi carro y mi labio inferior sigue tan hinchado como las cuarenta y nueve veces anteriores. Qué mal, el lipstick rojo que uso no oculta la evidencia. Seguro Alejandro lo va a notar. Tampoco ayuda el que no haya pegado un ojo en toda la noche. Me la pasé llorando de rabia, dolor, frustración, son tantas cosas la que siento en estos momentos, que es normal mi apariencia demacrada, a pesar del maquillaje. Tengo que mostrarme muy tranquila cuando le suelte a mi ogro la mentira del porqué tengo la boca partida, debo evitar que se enfrente a mi padre, ahora más que nunca. Recordar lo ocurrido ayer aviva mi rencor. Nuca le perdonaré a Marcos la humillación que me hizo pasar, fue la gota que derramó el vaso. Lo único bueno que resultó de la malograda fiesta es que ahora sí me deshice de Salvador para siempre.
Desde el carro observo que Alejandro viene bajando las escaleras. Carajo. Subo el visor porque ya nada puedo hacer para verme mejor, mi suerte se lo dejo al vestido. Me apresuro en salir del auto para ir a su encuentro. Estoy usando a propósito algo más provocativo de lo que usualmente me atrevería a poner. Deseo distraerlo de mi cara, que se concentre en mi cuerpo, también necesito subir mi animo, y el vestido corto en color coral ajustado a mi talle me hace sentir sexy.
Sonrío por la camisa azul índigo que lleva puesta, doblada hasta los codos, su sello personal, jeans clásico y zapatos de gamuza oscuros, todo perteneciente a colección Valería primavera-verano. Su sonrisa se agrande mirándome de arriba abajo con fascinación. El minivestido lo ha enganchado. De pronto deja de sonreír y sé de inmediato que mi plan ha fracasado, ha descubierto la herida en mi labio. En dos zancadas lo tengo encima, coge mi rostro con ambas manos y examina la lesión de cerca.
—¿Y ese golpe cómo te lo hiciste? —Pregunta mientras su respiración se va acelerando.
—Soy muy torpe. Imagínate que después de la cena, mientras te escribía un texto, subía por las escaleras, tropecé y me caí como una tonta. Ya sabes, no sé masticar chicle y caminar a la vez sin caerme—. Me burlo de mí misma para distraerlo, pero su expresión no cambia, sigue examinando mi labio con el gesto contrariado—. Tranquilo, se ve peor de lo que es, casi no me duele—. Aparto la cara y por suerte me suelta.
—Juraría que alguien te dio un golpe, y no me vengas que no te duele, alguna vez me involucre en peleas y sé por experiencia que esa clase de heridas duelen. Pudiste perder un diente.
—Bueno, en realidad sí me duele, pero no quiero preocuparte—. Por fin de mi boca sale algo que se parece a la verdad. Él sonríe más conforme.
—Ves, no pasa nada con decir la verdad, ya sabes que no me gusta que me mientas, ni siquiera para protegerme—. Me matan lo que ha dicho—. Mejor entremos, te tengo una sorpresa—. De mejor humor rodea mis hombros con su brazo y me invita a ir con él.
No dirigimos hacia su casa caminando juntos, él me sujeta por la cintura y yo voy pensativa. Últimamente no me han gustado las sorpresas.
—Ah, se me olvidaba decirte, estás absolutamente hermosa y tus piernas se ven espectaculares—. Sonrío de modo tímido bajando la cabeza—. Estás muy rara. ¿Segura qué te encuentras bien? —Se escucha angustiado, y al mirarlo lo consigo con el ceño frunciendo. Este hombre me conoce y se da cuenta que no soy la misma.
—Sí, ogro. Lo que sucede es que estoy algo incomoda por usar un vestido tan corto. No estoy acostumbrada—. Le echo la culpa al vestido mientras sonrío intentando ser la misma de siempre.
—De verdad que está corto. Eres una tentación ambulante—. Dice con la mirada encendida, que es lo mismo a que se tragó el cuento.
Ya no hablamos nada más, en silencio subimos las escaleras y en cuanto pongo un pie en la cocina del apartamento me recibe un gran barullo que me sorprende:
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Cuando Tenga Alas ©
Roman d'amourAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...