Capitulo 24 Pasar La Pagina.

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Servando y Florentino; Pensando en ti.

—Ya el doctor revisó a la joven y vendrá muy pronto a conversar con usted, —me explica una cordial enfermera que se condolió de verme caminando ansioso de aquí para allá—. Estoy a su orden para lo que se le ofrezca, así sea simplemente conversar y matar el tiempo, sólo tiene que preguntar por mí en la estación de enfermeras, ahí mismo, —señala hacia un mostrador donde otras compañeras realizan su labor, —mi nombre es Lucinda—. Dicho esto se retira con las mejillas pintadas de rubor y una discreta sonrisa.

Qué amable ha sido al ofrecer su amistad. Lo bueno es que ya me enteró que el doctor está por venir a contarme la condición de Valería. No saber a ciencia exacta cómo está su salud me tiene en un sin vivir. De camino hacia acá la vi más alentada, pero con esas cosas nunca se sabe, la pobre se llevó un susto de muerte por culpa de ese maldito loco. Yo mismo estoy con un nudo en la garganta que se resiste en desaparecer. Sí hubiera demorado un poco más en llegar... Oh, lo mejor para mi salud mental es no darle más vueltas a lo ocurrido. Arrastro mis cabellos con desesperación. Pensar en la tragedia que por poco se cierne sobre nuestra familia me tortura. Por fin el doctor que atiende a Valería aparece y de la angustia brinco a los nervios. No sé qué es peor.

—La joven está bien, no presenta ningún trauma físico, solo está afligida, lo que es normal en estos casos, así que ya le di la alta médica—. Son buenas noticias. Asiento aliviado, como si me hubieran quitado un gran peso de mis hombros—. Le suministramos un tranquilizante, es probable que duerma mucho, si eso sucede, no se preocupe, verá que para mañana estará perfecta. Lo importante es que no sucedió nada más que un susto, —concuerdo a medias con el doctor, porque por un momento tuve un miedo atroz, no imagino lo que sufrió Valería.

—Gracias, doctor. Voy a reunirme con ella—. Le digo cordialmente.

—Pase adelante. Ya sabes en qué cubículo aguarda la paciente.

Sin perder un segundo más me dirijo con pasos ansiosos hacia el área de atención al paciente, y en el segundo reservado consigo a mi rubia acostada abrazando sus rodillas. Al sentirme entrar se incorpora inmediatamente y estira los brazos para que la abrace. Lo hago de inmediato, la estrecho pegándola a mi torso, con tanto anhelo como el de ella por estar juntos. Con la cara oculta en mi pecho solloza mientras la arrullo.

—Calma, Valería, ya pasó. Te juro que no volverá a estar cerca de ti—. Lo prometo con la seguridad de lo inquebrantable.

—Tuve tanto miedo, no podía sacarlo del apartamento, lo intenté—. Me cuenta mientras llora aferrada a mi torso. Su mención es referente a mis hijas, qué nobleza, siempre preocupada por ellas.

—Ese maldito está loco, no tenias manera de enfrentarlo—. Le recuerdo como consuelo, aún con el nudo en la garganta mientras la acaricio la cabellera.

—No quería que estuviera por las ni... —No es capaz de terminar la frase porque el llanto se recrudece.

—Ya rubia, no pienses más en eso, trata de olvidar—. Intento consolarla, pero me escucho tan banal. Es que yo mismo sigo perturbado por lo cerca que estuvimos de una tragedia...

—Quise darte tiempo, sabía que tú vendría a mí—. Eso que ha dicho me ilumina el entendimiento. Sé cómo hacer para que ambos nos recuperemos, por lo menos en una primera fase. Me inclino para quedar mirándola de frente, Valería me suelta y yo tomo su lindo rostro por ahora lloroso entre mis manos, para hablarle de corazón a corazón.

—Siempre iré por ti, Valería, no importas dónde estés, yo siempre llegaré a ti a impedir que algo malo te ocurra. Ahora entiendo que nada te iba a pasar, yo lo hubiera impedido. ¿Me crees? —Le pregunto con la misma determinación que emplee para hablarle, mirándola directamente a sus verdes ojos. Ella asiente, confiando que he dicho la verdad. Ha dejado de llorar y ese pequeño avance es señal que vamos por buen camino. Esparzo infinidades de besos en su rostro, necesito que siente todo mi afecto.

Cuando Tenga Alas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora