Franco de Vita; Y Tú Te Vas.
Ten cuidado con lo que desees.
Lloro amargamente dentro de mi auto. No sé cuánto tiempo pasó así, sólo lloro y lloro. ¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Tan engañada estuve? Es que me cuesta creer que Alejandro me haya mentido tanto, simplemente no lo entiendo. Puedo aceptar que me sedujera para llevarme a la cama, y muy facilita que caí, recuerdo a mi pesar, pero por qué insistió una y otra vez jurando que no la quería y ahí está, comprometiéndose y dentro de poco casado con Aurora.
—¡Por Dios, Alejandro se va a casar con Aurora! —Grito sujetando con fuerza el volante, mi mente se niega a aceptarlo como verdad. Oh, si no estuviera dentro del vehículo ya habría vomitado. Rodeo mi estómago con un brazo intentando contener las ganas de vomitar, mientras continúo cuestionando lo que me he enterado. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Apenas llevamos menos de dos mes desde que nos separamos y ya se va a casar. Se lo tenía muy bien guardado. De pronto si lo repito una y otra vez, lograré fijarlo en mi mente.
—¡Qué te den! ¡Qué te den muy duro, Alejandro! —Grito en forma de catarsis mientras me seco la lágrimas. Ya basta de sufrir por un mentiroso que no vale una de mis lágrimas. Tengo que pensar en mi bebé, debe ser lo primordial de aquí en adelante... Y pensar que todavía tengo pendiente ir a mi casa. Como resultaron las cosas aquí, no quiero imaginar cómo será allá, ni esperanzas tengo, porque estoy más que segura que no recibiré apoyo de mis padres, mas no tengo opción, debo intentarlo. La realidad es que no puedo mantenerme sin la ayuda económica de ellos, si debo hacer algún sacrifico por mi hijo, este es uno. Aspiro hondo y enciendo el motor del vehículo y tomo rumbo hacia mi casa.
Diez minutos después he dejado atrás el último puesto de seguridad y detengo mi vehículo frente a las escalinatas que conducen a mí casa. Las tenues luces de los reflectores destacan el aire mediterráneo de la edificación. Es hora de enfrentar el nuevo desafío que también se manifiesta con ansias que asaltan mi estómago. Ojalá que no sea una señal de que me prepare para la siguiente decepción. Subo las escaleras y de inmediato la puerta principal se abre y me recibe la leal Mirian.
—Señorita, qué alegría. No estaba enterada que venia—. Su sonrisa es sincera a pesar de su discreto reproche. En esta casa odian la falta de formalidad, las sorpresas o los imprevisto y Miriam es la que paga los platos rotos.
—Fue una decisión de ultimo momento—. Le digo como excusa. La mujer gira la cabeza desaprobando. Sé perfectamente lo que me va a decir.
—Sabe que a sus padres no les gusta que llegue sin anunciarse.
—Bueno, ¿pero cuándo hago lo que se supone que debo hacer? —Le recuerdo encogiendo los hombros y le entrego mi bolso.
—Nunca, por eso la admiro tanto—. Contesta riendo con complicidad.
—Mirian, dime, ¿ellos están? —Le pregunto de camino hacia el estudio, donde es probable que esté Marcos.
—Sí, su madre está en su habitación y su padre como siempre en el estudio. ¿Comió? —Siempre ella preocupándose de mi alimentación.
—No, pero prepararme algo ligero y acompáñalo con fruta, por favor, Mirian, lo necesitare después que hablé con Marcos.
—Sí, señorita, se lo tendré listo en su cuarto.
Después de una sonrisa de agradecimiento toco la puerta del estudio. Escucho la voz profunda de mi padre anunciando que pase. Bueno, aquí voy. Giro el picaporte y procedo a entrar. Marcos está distraído mirando unos papeles detrás de su escritorio, como siempre vestido con su traje a la medida e impecable. Levanta la vista e inmediatamente frunce el ceño. No esperaba la visita de su persona menos favorita.
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Cuando Tenga Alas ©
RomanceAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...