Luego de reconocernos con besos, lágrimas y risas, nos quedamos mirándonos como padre e hija, también necesitamos recuperar el aliento, las continuas muestras de afecto nos dejaron cansados.—¿Cómo se produjo este milagro? No lo entiendo, te seguí la pista hasta donde vivías, pero me informaron que te fuiste de un día para otro y desde ahí ha sido imposible localizarte—. Marcos es el primero en hablar, sigue emocionado y exaltado.
—En realidad es una larga historia, en otro memento te la contaré. Es increíble cómo la vida mueve sus hilos y entrelaza el destino de las personas, lo cierto es que quién me dijo dónde estabas fue Alejandro—. Mi padre está perplejo, sin entender qué pito toca el hombre que acaba de conocer esta misma tarde.
—¿Alejandro Sandoval? ¿Qué tienes tú...? —Comienza a comprender, a caer en cuenta, entonces abre los ojos desmesuradamente—. El niño es... —Sus palabras se diluyen a medio camino.
—Si, Augusto es tu nieto—. Confirmo por él.
Los ojos castaños de mi padre enmarcados en unas profundas ojeras se iluminan, demostrando lo feliz que le hace la noticia. Otra vez la risa no se hace esperar. Mi corazón se acelera ante su muestra de amor.
—¡Es precioso, hija, maravilloso y...! —En un segundo todo cambia, pues comienza a llorar. Baja sus cara para sollozar copiosamente y creo saber el motivo, le asalta el remordimiento, al recordar como me exigió deshacerme de mi bebé. No puedo permitir que se torture con sucesos que pertenecen al pasado, debemos mirar hacia el futuro y agradecer que tenemos la oportunidad de ser una verdadera familia, así que con un tono dulce que salen de mi corazón lo consuelo.
—Ya papá. no llores más, por favor—. Presiono mi mano sobre su hombro y me inclino para verle la cara—. Dejemos el pasado atrás, mejor concentrémonos en le futuro y en lo que nos ofrece.
—Hija mía, es que recuerdo las horribles cosas que dije, como te exigí que te deshiciera de ese hermoso niño y me lleno de vergüenza y remordimiento—. Confiesa entre sollozos y respiración temblorosa.
—Pero no sucedió, está aquí entre nosotros—. Le recuerdo extrayendo dos pañuelos desechables del cubo sobre la mesita auxiliar y se los entrego para que limpie sus lágrimas—. Ay, papá, si vieras lo inteligente que es Augusto—. Le cuento para animarle. Prefiero que hablemos de cosas alegres y surte efecto, pues mi alegría natural lo motivan a dejar de llorar y sonríe.
—Es increíblemente hermosos, sus ojos son iguales a los de Claudina, y no se queda quieto—. Agrega limpiando su rostro con los pañuelos desechables. Me río. Tiene poco de conocerlo y ya se dio cuenta que está lleno de energía.
—Es lo único que heredó de nuestra familia, los ojos azules.
—No, Valería, el porte y la gallardía de ese niño demuestra sin duda alguna que es mi nieto—. Asegura con elocuencia. Me vuelvo a reír. Mi padre, el retrato de la modestia. Genio y figura hasta la sepultura, que espero sea dentro de mucho, pero muchos años.
—¿Me estuviste buscando? —Le pregunto por aquello que me muero por saber.
—Por supuesto, desde hace un par de años—. Asegura categóricamente—. Tu madre se entristeció cuando nos dimos cuenta que no volverías, que era un hecho que te habíamos perdido. Al principio nos ganó el orgullo y la soberbia, esperamos que te doblegara y buscara nuestro amparo... pero al comprender que eso no sucedería, comenzamos tu búsqueda, luego me enfermé y... todo se complicó. Ha sido muy duro estos últimos años... Dios me está castigando por como te traté y te di la espalda cuando más me necesitaba—. Me cuenta desbordado de arrepentimiento y dolor. En algunos tramo de su historia su voz se quiebra y aunque estoy feliz de que tengamos la oportunidad de solventar nuestro problemas, por otro lado me gustaría olvidarlo todo, como si fuera un morral que me quito de la espalda y me deshago de él. Tal cual tomo sus manos y mirándolo firmemente le expreso mi deseo.
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Cuando Tenga Alas ©
Любовные романыAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...