Capitulo 60 Difícil Decisión ↔

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Conduzco en silencio de camino a mi casa, las niñas también se mantienen calladas, sumidas en sus propios pensamientos. Lili a mi lado mira a través de su ventanilla y Naty atrás con los ojos cerrados, pero sin dormir, lo sé, la conozco bien. La contemplo por el retrovisor y vuelve la punzada que no me ha abandonado desde su desmayo. La preocupación me tiene muy agobiado, sólo de pensar que mi hija esté en peligro, me siento desfallecer. No tendré paz, ni sosiego hasta salir de toda duda. Presiono con fuerza el volante de mi vehículo, con la nueva ola de angustia en forma de dolor de estómago... Tranquilo, Alejandro, la fortaleza es la clave, recuerda el dicho que va de la mano con la recomendación de Valería, no dejarte vencer por la preocupación, más bien ocuparse en buscar un especialista.

Mi rubia, pienso en ella y es inevitable que una sonrisa aflore de mis labios. Siempre tan constante. Es un gran alivio saber que cuento con su mano amiga. Ella junto a mi hijo son la fuerza adicional que necesito para seguir a delante... Si ese medicucho no existiera todo seria perfecto.

—Papá, ¿por qué el médico dijo que Augusto era su hijo? —La pregunta de Naty rompe con el silencio en el interior del vehículo.

Caray, debemos estar conectados, justo pensaba en lo mismo, aunque viéndolo bien, tampoco es tan raro si consideramos que el asunto nos afecta por igual. Lili también me mira, no preguntó, pero demuestra el mismo interés de su hermana en saber qué pito toca el matasanos en la vida de Augusto. Ellas escucharon lo que nos dijimos y la forma como nos comportamos, su curiosidad está más que justificada, sin embargo, lo que diga tiene que ser con tacto, sobre todo por Naty, que en últimas fechas se ha vuelto susceptible.

—Hijas, ustedes deben entender que Valería ha estado mucho tiempo sola—. Lili se gira para mirar a su hermana, anticipando lo que vendrá, luego vuelve a mirarme a mí—. Bueno, el médico... es su... novio—. Confieso con mucha tristeza. Y el dolor se traslada a mi pecho en forma de aguijones

—¿Cómo dices? — Lili pregunta desconcertada y Naty se inclina hacia adelanta asombrada con la noticia.

—Sí, Valería tiene novio. No es de extrañar, es una mujer maravillosa y hermosa—. Confirmo la noticia y al mismo tiempo les explico la causa principal de por qué su padre es un idiota consagrado.

—¿Y tú? ¿Es que acaso ya no te ama? —Ahora es el turno de Naty de preguntar.

—No, nena, ya no me ama—. Contesto con voz agria mirando la vía por la cual conduzco.

—Recuerda que ella lo dijo—. Agrega inesperadamente Lili, sumando un peso extra a mi maltrecho corazón.

—¿Habló con ustedes? ¿Qué dijo? —Interrogo despegando un segundo la vista de la carretera para ver a mi hija mayor. Ella Derrama sobre mí su lástima y mirada triste.

—Sí, nos confeso que ya no te amaba—. Responde simplemente y baja la vista apenada por mí.

Regreso la mirada a la vía. Lo que no sabe es que su padre es el único culpable, el autor intelectual de que Valería ya no lo quiera. La aparte de mi lado y el tiempo se encargó de socavar lo que sentía por mi. Vuelvo a ver a mi hija mayor y luego por el retrovisor a la menor y sus ojos se han colmado de lágrimas. Yo soy el causante de que sufran por la ausencia de la Rubia. Los tres perdimos mucho en esa habitación del motel. Lo principal e imposible de remplazar, a la persona que tanto amamos, la oportunidad de ser una familia junto a ella, de ver nacer y crecer a Augusto, su dulzura, su magia... La lista sigue y se vuelve infinita mientras más lo pienso y voy descubriendo posibilidades que se me escaparon de las manos por mi cobardía.

—Ya veo... —Aclaro mi garganta. Es hora asumir mis pecados ante mis hijas—. Deben entender que fui yo quien apartó a Valería de nuestro lado. Ella luchó con uñas y dientes por ustedes, por quedarse con nosotros, dispuesta a sacrificar sus privilegios y comodidades por ser parte de nuestra familia, aún así yo me negué y la rechace... Y la verdad, hijas, es que le rompí el corazón, a Valería no le quedó otra alternativa que irse y seguir con su vida, y ya ven... con el tiempo me olvidó—. Trago grueso por los infinitos sentimientos que revivo al recordar los eventos del pasado.

Cuando Tenga Alas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora