Cuando Tenga Alas ©

Capitulo 3 Tan Sólo Una Mirada

Al llegar a la facultad voy directo a mi clase de Administración Financiera y ahí está David, reservando un puesto para que lo acompañe. Es tan dulce y me gusta un montón. No es como los otros chicos que conozco, él si tiene metas, quiere labrar su propio futuro a fuerza de voluntad y trabajo, quizás el que no haya nacido en cuna de oro es la razón que lo motiva a luchar por alcanzar el éxito, pues estoy segura que mi amigo David cumplirá todos sus sueños.

No es de extrañar que a Sara le guste, con esa piel canela que contrasta con sus ojos de igual color; alto sin exagerar y delgado sin ser muy flaco. Y que me dicen de su cabello castaño cortado desprolijo al estilo rockero. Lo mejor que tiene David, que es súper agradable y sencillo. Ahora bien, aunque hablamos de todo y hasta tenemos nuestras diferencias musicales (él es más de Coldplay y yo de Maroon 5, y le fascina Ricardo Arjona, eso no se lo perdono), no da señales de querer algo conmigo a parte de una amistad, pero estoy segura que le gusto.

—Hola linda, ¿hiciste el trabajo? —Me pregunta en cuanto me siento a su lado y me regala su gran sonrisa.

Me encanta como el chico sonríe, se le ilumina toda la cara y muestra sus lindos dientes. El par de incisivos de arriba son un poco más grande del resto, como los de un conejito adorable; que le otorga a su sonrisa una simpatía extra. Qué monada es este chico, no se puede negar.

—Sí, aquí está. ¿Quieres que lo comparemos?— Él afirma de acuerdo conmigo, mirando directo a mi cara y su cercanía, además del significativo modo como me mira, sin perder detalle de mi expresión, me sobrecoge. Me da un no sé qué por dentro que me acelera el corazón.

Coloco un mechón de mi rubia cabellera detrás de mi oreja mientras saco el informe de mi bolso. Sé que David no ha dejado de mirar mi perfil, pero no me incomoda, por el contrario, me gusta despertar su interés. Esta son la clase de cosas que me hacen suponer que siente algo por mí más que un cariño de amigo, pero me frustra que no me invite a salir o me corteje. Soy de la vieja escuela y me sentiría más cómoda si él da el primer paso.

Con los respectivos trabajos en mi mesa pasamos un rato leyéndolos y dando las opiniones pertinentes, hasta que el profesor comienza la clase y nos sumergimos en el tema de hoy, "La planificación de la inversión". Una vez fuera del aula caminamos por el pasillo hablando de tonterías sobre la materia que recién terminó. Me agrada la forma en la que habla, suave y pausada, exponiendo las opiniones con inteligencia. Con David me relajo y el desanimo que por lo general me sucede con otras personas desaparece.

—¿Vas a la fiesta de Jaime? —Cambia de tema y me asombra que él también esté enterado de la reunión, por lo visto todo el mundo ira.

—No lo he decidido, pero supongo que sí—. Contesto con simpleza, mientras por dentro repito sin cesar: Que me invite. Que me invite. Que me invite. Que me invite.

—Qué bien. Entonces que te parece sí tú...

—¡Hola! ¿Qué tal? ¿Cómo van? —Nos vemos interrumpidos con la presencia de Sara,

¡FUCK! ¡David estaba a punto de invitarme a lo de Jaime!

—Bien, Sara. ¿Qué cuentas? — Molestando, ¿no ves? David le pregunta por cortesía, pero se le nota al igual que a mí la molestia por la interrupción. La tontarrona no se entera de nada, por estar descaradamente mostrando ojos de empalagosa enamorada, tanto así, que David termina ruborizado.

—Feliz, y tú tienes mucho que ver, de hecho estaba pensando que sería maravilloso el que tú y yo fuéramos juntos a la fiesta de Jaime. Por favor, di que vas a ser mi pareja. Di que sí.

¡No, él quiere ir conmigo! Grito por dentro, sin creer que esto esté pasando. Para colmo se cuelga a suplicar con las manos juntas, montando un espectáculo de lo más bochornoso. No sé dónde mirar, así que creo que llegó el momento de huir.