Su celular suena insistentemente, pero él lo ignora con una sonrisa nerviosa.No puedo creer que Alejandro me haya mentido de esta forma, y dejado en manos de este patán. Él siempre tan atento, abierto a escucharme, tan cercano a mí, pasamos mucho tiempo hablando de todo, y pensar que sólo era por interés hace que quiera llorar. ¿Para qué? Para llegar hasta Marcos. Es asqueroso. Me parte el alma, si no tuviera al lado a este sujeto las lágrimas rodarían por mi mejilla. No entiendo por qué las personas solo me ven como medio para llegar al dinero.
Mi subconsciente me tortura con esta pregunta ¿desde cuándo lo sabrá? Ya comprendo por qué aceptó tan rápido que fuera la niñera de sus hijas, a pesar de la pésima opinión que guardaba de mí. Lo que me supera, incluso más que descubrir la verdad de sus segundas intenciones, es que no tuvo la valentía de decírmelo él mismo, pedirme que intercediera ante el banco, tuvo que enviar esta lacra asquerosa para que abogara por él, y para colmo, con intensiones poco decorosas. Me ha lanzado en mi cara que me podría acostar con los dos. ¿Qué me consideran? ¡Dios! ¡¿Tan ciega estuve que no pude descubrir que era un ruin cobarde? Claro, sólo ve una niña estúpida a la que puede manejar a su antojo.
—Entonces, Valería ¿qué dices? —Me presiona cada vez más inquieto, quizás el constate repique de su móvil lo tiene al borde. La persona que lo llama es muy insistente.
Retiro su asquerosa mano de mi muslo. Su cercanía en el reducido espacio comienza a molestarme, así como la repulsiva colonia que usa en exceso.
—¿Qué tengo qué hacer? —Le hablo sin exteriorizar ninguna emoción, la procesión va por dentro.
—Sabía que podíamos contar contigo, se lo aseguré Alejandro—. Comenta satisfecho, —Primero habla con tu padre.
—No seas idiota, —lo interrumpo sin ocultar mi desdén. Estos dos son tan burdos e incompetentes que no conocen los niveles de jerarquía. —Marcos no se inmiscuye en esos asuntos. Tengo que hablar con el señor López, es quien tiene la comisión de aprobar todos los prestamos—. Tengo la gentileza de explicarle.
Conozco al mencionado, ha cenado en varias ocasiones en mi casa, es un hombre amable y siempre cortés conmigo. En algún momento me ha sugerido hacer las practicas profesionales bajo su tutela.
—Perfecto, nena, tú mueve los hilos como consideres conveniente. ¿Quieres subir? —Señala hacia arriba.— Podemos hablar más cómodos en mi apartamento, llegaremos hasta donde tú quieras—. El embaucador me da a elegir con gentileza.
Ahora es el turno de mi celular que empieza a sonar. Que le dé gracias a los Ángeles que me interesa saber quién me llama, de no ser así juro que le cruzo la cara con una merecida bofetada. Para mi sorpresa es Alejandro, debe querer saber qué decidí.
—Es Alejandro—. Le informo a su secuaz.
—No contestes, ya hablaré en su momento con él, —trata de desestimar la llamada, pero me parece extraño y no ayuda su perenne intranquilidad. ¿Por qué parece un flan cuando le menciono a su compinche?
Ahora entra un mensaje del canalla. Debería ignorarlo, pero la curiosidad puede más que mi dignidad, tengo que quitarme la venda de los ojos y es precisamente saber hasta qué bajo pretende llegar, como conseguiré mi propósito. Leo el mensaje:
Alejandro
¡Valería, atiende el maldito móvil ya! ¡MALDICIÓN!
Vaya, qué talento, consigue intimidarme a través de un mensaje. Me entra otra llamada y de inmediato le contesto.
—¡¿Por qué no contesta cuando te he llamado la primera vez?! —Grita furioso, sin siquiera dejarme hablar—. ¡¿Dónde diablos estás?! ¡¿Dónde te llevó?! —Se escucha desesperado.
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Cuando Tenga Alas ©
RomanceAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...