—Hoy será un día exitoso y lleno de oportunidades—. Me digo a mí misma una y otra vez la estúpida frase de autoayuda, mirándome en el espejo de mi habitación.Estoy plenamente consciente que lo que hago es basura y precisamente por mi falta de convicción no resulte, pero en estos momentos me adhiero a cualquier salvavidas para seguir a flote. Aprovecho el raro suceso de estar frente a un espejo para mirar detalladamente mi reflejo. Muestra una chica demacrada y demasiado delgada, sin mejilla, en su lugar aparecieron unos hundimientos oscuros, el cabello opaco y sin vida.
—Lavarme el pelo más a menudo no estaría mal—. Mi voz se escucha más ronca de lo habitual. Me van a confundir con un transformista y para colmo creo que agarré un virus estomacal. Definitivamente estoy pa' los perros, más fea y me agarran de mascota. Suspiro dejando caer la cabeza entre mis brazos, apoyada en el lavamanos. Qué importa mi apariencia, si es un día exitoso o no. Salgo del baño y para cambiar de ambiente me voy a sentar frente a la ventana, así seguir matando el tiempo en nada productivo. Me quedo pensando por unos instantes.
La habitación que ocupo en la residencia estudiantil está ubicada en un ala que mira hacia la calle principal, desde mi ventana se puede ver quién entra y sale del edificio estudiantil. No es que me importe saber, por el contrario, me tiene sin cuidado quién llega o se va, sólo es el único pasatiempo que por los momentos encuentro tolerable, y no tengo la necesidad de hablar con nadie. Parezco un zombie, después del nefasto episodio de la llamada y al fin calmarme a pesar que lloré como una histérica, juré por los calvos de Cristo que jamás lo volvería a llamar. Tendría que verlo arrodillarse sobre piedras ardientes mientras le clavan puñales para obligarme a dirigirle la palabra alguna vez. Aunque lo amo y esto segura que siempre lo amaré, tomé la resolución de no dejarme morir y seguir con mi vida. Es patética, pero es mi vida al fin y al cabo, además es la única que tengo. No tengo otra guardada dentro de una maleta y Alejandro no podrá conmigo, no le daré más ese poder. Con esa determinación he continuado, poco a poco, un paso a la vez, hasta alcanzar mi objetivo que es volver a ser una persona normal. Hablando de seguir miro el móvil y es hora de ir a clase. Respiro hondo y me levanto.
Llego al salón asignado donde imparten la materia "Análisis Económico" y busco el puesto más alejado del bullicio de los estudiantes que ya se encuentra reunidos hablando de sus cosas. De última en la fila me siento a esperar al profesor. Estar en clases trae el recuerdo de un viejo amigo. ¿Qué será de David? Seguro feliz en su avance profesional. Debe estar a punto de graduarse. Qué distinta hubiese sido mi vida de haberle elegido a él. Debí seguir con mi rutina, con amigos de mi edad, asistiendo a la universidad, a fiestas de vez en cuando, en fin, cosas propias de mi generación. Pero no, me empeñé en ser el desahogo de un hombre que...
—¡Hola!
Pestañeo varias veces así ubicarme en el espacio y tiempo correcto de donde provino esa voz. La miro, es una chica pelirroja, de rizos suaves y largos, rostro atractivo, ojos grandes así como expresivos, y pecas esparcidas a lo largo de su nariz y pómulos; su modo de comportarse es igual de chispeante que su cabellera. La he visto en clases, aunque no quisiera es imposible no notarla, a todos le sonríe, con todos habla, parece que le pagan para ser amigable, como esos malditos modelos en los comerciales, pero resulta que a mí me repele tan afable comportamiento, la consigo molesto y demasiado feliz para mi gusto. Ella insiste en sonreír mientras espera que le responda el saludo. ¿Saben quiénes sonríen siempre? Los psicópatas. Debería ver hasta cuánto aguanta sonriendo como un payaso.
—¿Quería saber si podías ser parte de nuestro grupo? Necesitamos una más para el trabajo que el profe Chávez asignó—. Continúa ya que no abro la boca.
Oh, sí, el bendito trabajo grupal, que deseaba hacer sola, pero el idiota del profesor ordenó hacerlo en grupo, como si yo estuviera para socializar. A mi no me gusta volar en bandadas, soy más como un búho solitario.
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Cuando Tenga Alas ©
RomanceAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...