Capitulo 46 Te pienso sin querer 👶

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Dúo: Juan Carlos y Fernando; No Es Fácil Para Mí. También viejita.

El tiempo pasa y no se detiene. Los días se convierten en recuerdos, a veces buenos y otros no son los mejores. Así es la vida, imparable, ingobernable y lo más conveniente es adaptarse a esos cambios. Es muy difícil mantener una coherencia absoluta a lo largo de la vida, uno es cambiante, se esfuerza, templa el alma, y aún así las cosas son mutables, hay que valorar el poder de cambiarnos y mantener la esencia de lo bueno. Recordar que tras la adversidad y los momentos difícil, siempre viene la calma, ese instante, que por cualquier circunstancia, convierte el caos en una realidad en donde todo vuelve a tener sentido y se muestra la dirección para conquistar tu destino, y es ahí, que la adaptabilidad es fundamental. Yo estaba en ese rumbo, concretando mi futuro. Así dejé diciembre atrás con sus melancólicas festividades, haciendo de tripas corazón y con el aliciente que las próximas, Augusto las disfrutará conmigo. Enero marcó el fin de mi etapa como estudiante, al concluir con el pensum académico, sólo faltaba algunos procesos administrativos y recibiría mi título profesional, una meta más que alcanzar. En ese aspecto de mi vida me siento satisfecha y sumamente orgullosa de mi misma, a pesar de mi condición y de los múltiples problemas que enfrenté, conseguí terminar mis estudios con excelentes notas. Febrero transcurrió entre el consultorio y los tigritos que mataba para ganar dinero extra. Reza el dicho, "Dios te quita, pero también te da"; lo he comprobado. En un cerrar de ojos se me arrebato lo que más amaba, como sucede con los terremotos, no lo ves venir, de ese modo ocurrió, pero se me ha concedido la gran fortuna de conocer personas maravillosas que me han marcado profundamente. Cada una es única y especial a su modo, Amalia entre cuidados y consejos maternales; mis fieles amigas con su alegría y compañía; no sabría que hacer sin las largas y agradable llamadas de Deniel, y aunque está lejos de mí, lo siento como un gran apoyo. Clemente, el padre sustituto que la vida puso en mi camino, es un jefe respetuoso y considerado que consiento con galletas, incluso su esposa ha resultado tan encantadora como él. Ahora lo más importante y predominante que me ha ocurrido, es el privilegio de gestar en mi vientre el ser que más amaré en mi vida, aquel que ha causado el mayor impacto en ella, Augusto, por él haría lo que fuere.

Lo que aún el tiempo no ha podido curar es el persistente dolor del recuerdo. Después de mucha reflexión llegué a la conclusión que fui como una ola impetuosa, que soberbia choca contra la firme roca, con la ingenua idea de arrasarla. Así era mi amor por él, intenso, rebelde como una ola, no escuchaba ni entendía de razones, solo deseaba desplegarse vigorosamente y arrasar con todo a su paso, tanto era su fuerza, que me destrozo en el proceso. Y pensar que era lo que buscaba, un amor tan fuerte que te rompa los miedos, pero no que me rompiera a mí. Quisiera poder meter la mano dentro de mi cabeza, literalmente y sacar de ella todo lo que me perturbe, no recordar la suavidad de su pelo, cuan adorable se veía al retirarlo de la frente, la tersa piel, el placer que sentía con sus labios pasando de peca en peca y mis manos aprisionaban su vigorosos brazos que viajaban...

-¡Valería... saca a ese hombre de tu cabeza! -Me exijo incorporandome en mi cama abrumada, sonrojada y respirando intensamente. Estoy caliente, más que aceite de churro. Este es otro de los síntomas incómodos del embarazo, mi libido, va hacia arriba como transbordador espacial.

Oh, ¿cómo voy a sacar de mi cabeza aquello que no logro sacar de mi corazón? Me levanto agobiada, y como el trabajo es una excelente terapia, haré precisamente eso, coser bastante para olvidar mis deseos no satisfechos. En el estar Amalia me lleva ventaja con la costura. Tomamos algunos trabajos sencillos de remiendo, sin embargo, ella está en otra labor, se ha propuesto hacerle una cobija al niño con su nombre bordado.

-¿Qué tal la siesta? -Me pregunta mientras me siento en la mecedora al lado de la suya.

-Bien-. Es cuanto contesto. Tomo mi cesta de costura y me pongo con el ruedo de una falda. No me atrevo a contarle de mis sueños mojados con el padre de mi hijo, los oídos de Amalia no están actos para historias triple X.

Cuando Tenga Alas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora