capitulo 34 Impulso

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"Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero nunca dudes que te amo".

Estoy segura que si alguien me corta las venas no botaría sangre. Suspiro. ¿Por qué siempre es lo mismo, yo celosa por una mujer? ¿Por qué no puedo tener una simple y tranquila relación como cualquier chica? ¿Por qué siempre me pasa lo mismo? Confío en Alejandro, y cómo siempre sucede, me demuestra lo poco que le intereso. Necesito tomar aire, siento que me asfixio en el salón de fiesta, hay demasiado ruido de alborotados niños por doquier. No consigo suficiente oxigeno y estoy a punto de colapsar. Ubico con la vista a mis niñas antes de salir de la fiesta, Naty está con su padre y la susodicha, personifican la imagen de una familia feliz. Por mí, él y Aurora que se pudran. Lili habla con una chica de su edad, así que me permito tomar un momento para mí, seguro si me ausento un par de minutos no me extrañaran.

Fuera del salón para mis desgracia no es diferente, al ser sábado el centro comercial está abarrotado de personas. ¡Fuck! Hacia un extremo de la galería encuentro una banca que para mi fortuna está totalmente desocupada y no tan retirada del salón de fiesta. Ya sentada suelto el aire dejando caer los hombros. Me siento agotada, aun antes de volver de las vacaciones esta relación no marchaba bien. Está bien, dije que tendría paciencia, pero la situación se ha tornando pesada y cansona, siempre hay algo que nos impide ser felices, sus miedos, mi padre, su madre, el dinero, cuanta mujer se le ocurra aparecer. Vuelve los recuerdos que me perturban y que no hemos aclarado, su cara cuando le dije a los chicos que era mi esposo, solo lo hice pensando en él, para que se sintiera tranquilo, en cambio se incomodó. Otra vez me molesto. Debería irme y dejar todo atrás, acabar con este amorío que últimamente solo me hace sufrir... ¿Pero y las niñas? Las adoro, no sé cómo vivir sin su cariño, me necesitan tanto como yo a ellas, además, aunque me duela admitirlo, a Alejandro lo amo demasiado, tanto, que no sé cómo alejarme. Ojalá consiguiera la forma. Me siento en una encrucijada, sin saber adónde tirar.

—¡Valería! —Reconozco esa voz. Alzo la vista hacia el balcón del piso de arriba y quien me mira desde ahí sonriendo es de David, guapo como siempre, aunque para mi sorpresa con el cabello corto.

Oh, qué alegría me produce verlo. Me levanto saludando con la mano y también sonriendo. Él me pide que lo espere ahí y baja corriendo las escaleras para venir donde lo espero con los brazos listos para recibirlo. Nos fundimos en un abrazo sincero y afectuoso. Encontrarme con David es la bocanada de aire fresco que tanto necesitaba. Qué feliz me hace verlo. Es maravilloso volver a estar con mi amigo.

—¡David, estoy tan feliz de verte! ¡No te imaginas cuánto! —Confieso con abrumadora sinceridad aún dentro del fuerte abrazo.

—Igual me sucede, Valería. Qué suerte es conseguirte aquí—. Asegura con voz profunda. Me aparto apenada por mi efusiva muestra de cariño, incluso tengo que pestañear extra para apaciguar las lágrimas. Qué boba.

—Mira lo linda que estás—. Me toma de las manos y me echa el ojo de cuerpo entero—. En realidad tú siempre has sido linda, pero ahora luces despampanante—. Agrega galante y me guiña un ojo.

—No seas exagerado—. Desestimo ruborizada, así que me concentro en su cabello—. ¡No me lo puedo creer, David, te cortantes el pelo! —Exclamo mientras le alboroto la corta cabellera. Uno de los atributos que me encantaba era su pelo largo, pero corto también le luce genial. Como sea David es guapo. Lo bueno es que viste igual, eso no ha cambiado, una simple camiseta marrón con el símbolo de los ThunderCats (dibujos animados sobre felinos cósmicos), un jeans clásico y converse negras.

Cuando Tenga Alas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora