Capitulo 56 Todo Está En Los Detalles

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Alejandro me mantiene pegada a su firme cuerpo y su fresca fragancia masculina llega a mis fosas nasales, comenzando a despertar sensaciones que juraba ya no existían. Es tiempo de detener el inapropiado acercamiento.

—Alejandro, ¿qué haces? Por favor, sueltame—. Le exijo. Lo hace a medias, retira su cara lo suficiente para hablarme, pero sin llegar a soltarme.

—Disculpa, es que estoy tan feliz y... —Deja la frase a medio camino mirando con atención mi cuello.

¡Rayos!

—¡¿Eso un chupón?! —Pregunta iracundo agarrando mi mentón y gira mi cara así apreciar mejor la lesión del cuello.

—¡No tienes derecho a agarrarme y no es tu problema si tengo un chupón! —Me muevo hasta conseguir safarme de su dominio y con mi mano tapo mi cuello, ocultando la evidencia.

—Se lo dijiste a tu novio, ¿verdad?

—Quedamos en eso, ¿no? —Le recuerdo.

—¡Maldito medicucho de porquería, me envió un mensaje! —Exclama por todo lo alto. Él estará pasmado, pero yo más con sus ínfulas de novio engañado. ¿Quién se cree éste?

—No digas tonterías y no te permito que te expreses así de él—. Lo reprimo con firmeza.

—¿Hiciste el amor con él? ¿Dime? —Exige violentamente tomando mi brazo. Abro los ojos asombrada con su atrevimiento. Juraría que está celoso.

—Alejandro, el niño—. Le recuerdo la presencia de Augusto, que ha dejado de jugar para ver cómo el energúmeno de su padre maltrata a su mamá. Me suelta de inmediato entrando en razón, aspira profundamente y con sobriedad se dirige al niño.

—Lo siento, Augusto, papi no debió tomar a si a la mamita. A las mamis se quieren—. Se inclina y me da un casto beso en la mejilla, para mostrarle al niño cuál debe ser el comportamiento correcto. Augusto lo celebra dando brincos y aplaudiendo, sólo por eso no le doy un empujón para alejarlo de mí—. Ahora vamos a caminar, nos hará bien—. Lo toma de la mano, sin embargo, antes de irse, me lanza una mirada llena de recriminación, juzgándome. Seguro piensa que soy una zorra. Yo alzo el mentón con altivez. Me resbala su puritanismo.

Los veo marcharse a los dos de manos agarradas. A mí también me hace bien que se aleje, Alejandro estuvo a punto de estallar como una bomba, pero no habría estado mal que antes de irse se hubiera disculpado conmigo. Busco una banca para sentarme y pasar la rabia. Esta nueva realidad está resultando demasiado agobiante para mi gusto, por un lado Deniel celoso, además sensible y cómo culparlo. En la otra esquina, Alejandro con sus exigencias y arranques de celos, creyendo que todavía tiene derechos sobre mí. Está perdido años luz. Para completar debo disimular frente Augusto, que está atento a todo. Qué culebrón se ha convertido mi vida. Debería tomar pastillas de meimportauncarajo, aunque termine ingiriendo una sobredosis. Pero hablando en serio, la situación es dura, ni sé por dónde enfrentarla. Me encuentro confundida, nerviosa, preocupada al no tener ni una idea de cómo acabará todo este conflicto y las repercusiones que originará. Suelto el aliento dejando caer los hombros...

Un rato después vienen corriendo hacia donde me encuentro sentada. Me río, soy la línea de llegada. Están en una competencia de carreritas, por supuesto Alejandro deja que Augusto tomé ventaja, aún así mi hijo se esfuerza en ser más veloz. Ambos vienen riéndose y me contagian la risa. Me levanto de la banca y recibo a mi chiquito en brazos. Tiene las mejillas coloradas, sudado y respira agitado.

—¡Mami.. gané a papá..., gané! —Grita eufórico a pesar de su cansancio. Alejandro regresa de mejor humor, riendo al igual que su hijo.

—Sí, mi chiquito, eres rápido—. Digo con mis labios en su mejilla.

Cuando Tenga Alas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora