Capitulo 11 Amigos

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"Ser amigos es interpretar miradas, entender silencios, perdonar errores y guardar secretos".

Sigo de pésimo humor y, aunque me propuse zanjar el asunto de una vez por todas, todavía me siento mal por lo que Valería me soltó ayer y la forma en que lo hizo, con altivez. Sé que debería conseguir un mapa y ubicarme, pero sigue molestándome. ¡Carajo! Arrastro la mano sobre mi rostro. Mejor sigo trabajando, que sí es mi deber, no estar perdiendo el tiempo en pendejadas de adolescente. Hablando de pendejadas de adolescente, es segunda vez en la mañana que José me pasa por un lado refunfuñando. Deja la caja que cargaba sobre otra y no pierde la oportunidad de tirarme malos ojos. ¿Pero qué coño le pasa a este muchacho? Espero que sea cosa mía, porque sería lo único que me faltaba.

—José, pásame la relación del deposito. —Le pido para comprarla con la relación digital, haciendo una fugaz auditoría. Ambos estamos en el almacén haciendo el chequeo semanal.

—Por favor, José—. Me corrige en el mejor tono sarcástico.

Levanto la mirada de mi tablet y se la clavo hasta que me entrega la dichosa carpeta. ¿A éste que bicho le picó?

—¿Te sucede algo? No creas que no he captado tu forma de mirarme y no me ha gustado para nada como me has hablado. ¿Acaso me perdí tu cumpleaños o el día de tu santo? —No se la dejo pasar y lo increpo de una vez.

—Nada de eso, jefe, sólo me arrecha que haga llorar a la Valería. No sé por qué se empeña en ser tan maldito con ella—. Da riendas suelta a su lenguaje más florido y este es otro que en menos de 24 horas me deja pasmado con su altanería. Parece que se le olvida mi jerarquía.

—¿¡Pero a ti qué coño te sucede?! ¡¿Cómo crees poder hablarme de esa forma tan grosera?! Ahora sí me saqué la lotería—. Le reclamo su osadía metiendo mentalmente a la rubia en el mismo saco.

—¡Por la Valería hago lo que sea! —Casualmente él también la involucra, como si fuera, para colmo, un caballero de brillante armadura.

—Y a ver Romeo, ¿qué le hice a tu Julieta? Que yo recuerde nada—. Le pregunto.

—A ciencia cierta no lo sé, lo que fuera, hizo que la pobre bajara llorando del apartamento. Por su bien no me lo contó, hasta lo protegió inventando una excusa, pero estoy seguro que algo le hizo. A ver suelte, ¿qué fue? —Cruza los brazos creyendo que me tengo que justificar ante sus cuestionamientos. Ni en esta vida ni en otra.

—Mira como tiemblo del miedo, José me va a poner en mi lugar—. Luego de burlarme de él lo miro seriamente—. ¡No te debo ninguna explicación! ¡Ya faltaba más, le salió padrino a Valería! Hablaré con ella, si se ofendió por lo que sea, le daré una disculpa, pero únicamente a Valería, tú no tienes vela en este entierro, ¿me oíste? —Le señalo categóricamente.

Me le quedo mirando por un segundo, con un mensaje silencio: "Estas cerca de forma parte de la lista de desempleados". Decido irme a mi oficina antes de hacer algo llevado por la rabia, no es buena consejera. Ya en otro momento haré el inventario, cuando me encuentre de mejor humor, pero como José insista en seguir por ese camino tendré que despedirlo. En el fondo me agrada, es trabajador y honesto, pero otra cosa es permitirle que me increpar para defender a esa muchacha cada vez que quiera.

Maldición, Valería estuvo llorando. No puedo evitar que se me encoja el corazón al saber que la hice llorar. ¿Por el recordatorio? Ella me enfrentó sin vacilación, siempre es tímida, hasta asustadiza diría yo, pero ayer fue lo contrario, su arrojo fue firme y directo, ni siquiera le tembló la voz...  ¿Saben qué? Dije que no iba a darle más vuelta al asunto, es más, no tengo ni por qué aclara nada con Valería, es un hasta aquí.

Cuando Tenga Alas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora