Freno el vehículo con un chirrido de neumáticos frente a la emergencia de la clínica. Deniel como lo acordado me espera acompañado con un equipo médico. Alejandro se apresura a salir del carro con la niña aun sin sentido en brazos y la acuesta en una camilla. Junto con el personal médico se internan rápidamente al centro asistencial. Arranco el vehículo hacia el estacionamiento de visitantes. Una vez aparcado, Lili, Augusto y yo salimos corriendo tomados de la mano hacia la emergencia. En la recepción del lugar, me detengo para hablar con la chica, mi niño no podrá pasar más allá de la sala de espera.—Lili, aguarda aquí con tu hermano, él no tiene permitido acceder al área de atención médica. Te mantendré informada—. Ella me mira con ojos vidriosos, preocupada por su hermana, y no es para menos.
—Está bien, pero te suplico que en cuento sepas algo de Naty, venga a decidirme, estoy muy asustada—. Pide al borde del llanto. Acaricio su cara así la conforto un poco.
—Verás que es una tontería, no te preocupes—. Aseguro de modo cariñoso. Asiente pestañeado rápido para evitar llorar. Le regalo una sonrisa y luego me hinco ante mi chiquito que también parece asustado—. Pórtate bien, Augusto, hazle caso a Lili, voy a ir con Naty, seguro ya debe estar mejor—. Con los ojos muy abiertos afirma. Le doy un beso en la mejilla.
Los dejo a ambos tomados de la mano mirándome como entro al área de emergencia. En la sección de pediatría encuentro a Alejandro caminando impaciente de un lado al otro, frente a los cubículos de atención. Sólo una puerta está cerrada, supongo que ahí atienden a la niña. Me acerco y al verme me toma en sus brazos. Tiembla y me angustio al sentirlo tan vulnerable.
—Ya reacciono, abrió los ojos—. Me cuenta con voz temblorosa.
—¿Dónde está? —Le pregunto suavemente. Se aparta y señala con el mentón hacia el cubículo cerrado, como lo supuse—. ¿Deniel está ahí? —Asiente cabizbajo ante mi nueva pregunta—. Es un excelente médico, Alejandro, confía en él, dará con lo que tiene y estoy completamente segura que no es nada malo—. Insisto en lo mismo, pues confío con todo mi ser que es un simple desmayo lo de la niña.
Alejandro no pronuncia ni una palabra, se queda mirando el piso con un decaimiento aplastante. Su extrema preocupación se acrecienta cuando la puerta del cubículo se abre y aparece Deniel con su bata blanca sobre el uniforme azul. Mi novio se comporta como profesional, no hace ningún gesto mientras se acerca a nosotros. Lo acompaña otro colega y una enfermera. Estos dos siguen su camino dejándonos a los tres. Dirige la mirada a mi persona y me da un simple guiño de ojos, en retribución le ofrezco una tímida sonrisa.
—Bueno, ya la niña reaccionó, está algo confundida. Le hice un reconocimiento, y según mi opinión todo está normal—. Tanto el padre como yo al escuchar las alentadoras palabras dejamos escapar el aire aliviados. ¡Lo sabía! —Le extrajimos sangre para hacer unos análisis de rutina, solo me preocupa lo palidez de su cara, de resto la consigo bien—. Culmina su explicación de manera calmada.
—También me di cuenta de su palidez—. Comento de forma automática, Alejandro me toma del brazo y me gira para quedar frente a frente.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Me pregunta con suavidad.
—Precisamente te lo iba a comentar antes que los niños nos interrumpieran—. Nos miramos por un segundo, él asiente conforme. De pronto siento una extraña sensación y miro por instinto a Deniel, y cómo no, me come con los ojos, se ha enojado. Si no estuviéramos en su lugar de trabajo ya me habría reclamado el trato de confianza con mi ex.
—Entonces en cuanto tenga los resultados volveremos a conversar, por ahora permanecerá en observación por un par de horas, si todo sigue normal, podrán irse—. Después de su expedita y seca información, haciéndome entrever su disgusto, guarda silencio y nos mira a ambos. No sé qué hacer, así que a falta de palabras sonrío. Alejandro si que dice algo, rompiendo la tensión del silencio.
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Cuando Tenga Alas ©
RomanceAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...