Para ser el primer día después de mi reposo obligatorio ha sido una tarde bastante tranquila. Es bueno volver a la oficina, atender mis funciones como directora del banco, soy una mujer profesional, para esto me formé, para trabajar; pero como dice mi padre, los procesos del banco son eficientes y marchan sobre rueda, y a pesar de mis dos semanas de ausencia las cosas sigue en orden.
Sonrío con mi mano en el vientre. Mi embarazo los tiene a todos muy contentos, desde mis papás hasta las niñas, y aunque no estaba en nuestros planes, es una maravillosa oportunidad de vivir la experiencia ahora como familia. Las circunstancias son distintas, resulta hasta novedoso sentirme rodeada de personas preocupadas y atentas que me cuidan con amor. El primero es Alejandro, no deja que mueva un dedo, aunque me encuentro completamente recuperada y el peligro inicial ya ha sido superado. Fue muy difícil que me dejara regresar hoy al trabajo, incluso puso peros a mi vestimenta, tuve que desistir de mi tacones y para llevar la fiesta en paz y darle el gusto al hombre, opté por usar una zapatillas planas. El vestido negro con ribete blancos que uso luciría estupendo con unos tacones altos.
Leo el informe que me ha dejado el señor López encima de mi escritorio antes de la reunión pautada para mañana a primera hora. No quiero que nada se me escape, en ella estará presente mi padre, que también regresa a sus funciones, "a medida máquina" como la advertimos Claudina y yo. Si no cumple esa condición volverá de reposo a la casa. Hay que evitar el estrés a toda costa y al mismo tiempo que ocupe en algo la mente, así se termine de recuperar y dejar atrás la enfermedad. Seguro Marcos logrará superar su condición y retomar su vida por completa, entonces Claudina pondrá toda su atención en organizar mi boda. Lo quiero en grande, por todo lo alto y mi madre es la persona idónea para lograr tal fin. Si hay alguien que sabe de fiestas fastuosas esa es Claudina. El propio Alejandro se asombró con mis deseos, pensaba que prefería una fiesta íntima. Quiero
que todo el mundo se entere y vean lo felices que somos, mi hermosa familia. Basta de ocultar y esconder.Es genial como las personas que amas y te aman se encuentren entusiasmada con el embarazo, las chicas en especial. Ellas hablan y hablan, desean que sea niña, seguro para tratarla como su muñeca. Mi Augusto, que nació con justo lo necesario, pero inmensamente amado por todos aquellos que lo rodearon, la primera Amalia, quien tejió su mantita, la que todavía usa, pasando por mis amigas, que me ayudaron con la sencilla decoración de la habitación en la vieja casona, donde fui tan feliz y protegida. Clemente con su cuidados y atención, y... cómo olvidar a Deniel, desde la distancia preocupado por mí. Pienso en esos momentos, y los siento tan lejanos, años luz de mi actual vida.
Sin evitarlo pienso en él ¿Qué será de su vida? Después de nuestra triste despedida no hemos vuelto a hablar, no sería correcto, ni para Deniel, ni mucho menos para Alejandro. EL anillo que un día me entregara como señal de compromiso, lo dejé sobre la mesa antes de irme, ya no me correspondía usarlo, nuestras promesas fueron rotas. Es el último recuerdo que guardo de él, con el torso desnudo sin mirarme. Me fui con lágrimas en los ojos. Jamás podré olvidarle, es imposible, significó mucho en mi vida. Ruego a Dios que sea feliz, y que todos sus planes y proyectos se concreten. No tengo dudas de que la mujer que la vida le depare será muy afortunada, como en algún momento me sentí yo.
Limpio mi rostro, las lágrimas son caprichosas y cuando se antojan en salir no hay manera de detenerlas. Suena mi móvil y al mirar la pantalla una sonrisa aparece. Es mi adorado tormento. Seguro quiere saber cómo paso la tarde.
—Dime, ogro—. Contesto con dulzura.
—Hola, princesa, necesito que vengas al supermarket principal—. Va directo al grano.
—¿Y eso? —Pregunto intrigada. Juraba que me llamaba para saber cómo me encontraba.
—Tengo un problema con las cañerías y necesito que vengas a buscar a Augusto, por ahora no es lugar conveniente para él—. Corro los ojos.
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Cuando Tenga Alas ©
RomantikAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...