Deby Nova y Franco de Vita, Por última vez.
Estoy hundido en un pozo profundo, donde su luz cada vez es más lejana, su magia no llega donde estoy, sólo hay frío y oscuridad, en esta inmensa soledad, es mi alma desprovista de su amor.
Miro las fotos disponibles en Internet, Valeria luce espléndida, como una reina, no es la sencilla chica que me espera sentada en la cocina de mi apartamento y salta sobre mí en cuanto llego. Son dos. Entonces no es de extrañar que una pregunta torturadora ronde en mi mente, ¿Cuál es la real, mi chica o esta muñeca de porcelana? Me cuestiono en lo interno mientras que con mi dedo acaricio su perfecta imagen en el monitor. ¿Quién más las habrá visto? ¿Quién más sabrá de su compromiso? Seguro todos, menos yo, ¡el imbécil...! Siempre sucede, el interesado es el último en enterarse. Otras fotos llama mi atención, en ellas se muestra junto a ese hombre, esta vez saliendo de un restaurante, ella del brazo de él, sonriendo. Parece alegre. ¡No tiene derecho a tocarla! Oh, cuánto lo odio. Las peores son las de su cumpleaños. Me he enterado que se comprometieron ese día, y la fulminante realidad me quita la venda de los ojos. He estado equivocado y he sido un iluso, fue una fútil quimera al creer que podía ser mía. Es a ese mundo al que pertenece, donde encaja perfectamente, asiste a elegantes cenas e importantes compromisos y el sujeto, tipico hombre con el que se esperaría que se casara, alguien que exuda riqueza. Viendolo bien, nunca tuvo la intención de compartir ese día junto a nosotros. ¿Por qué iba a preferir estar con unos pobretones, que simplemente tenían una torta de porquería y unos míseros pasapalos, cuando la cena en su honor constaba de por lo menos tres tiempos, según la reseña social? Los celos van haciendo su destructivo trabajo hasta que me corroen por completo. No podré soportar semejante humillación. ¡Yo jugando al enamorado cursi, mientras ella me ponía los cuernos! ¿Cuándo pensaba decírmelo? Froto con desespero mi cabeza una y otra vez, buscando ordenar el caos en mi mente. Ahora entiendo por qué cuando le dije que estaba decidido a revelarlo todo, de pronto se opuso. Recuerdo con claridad su excusa, quería esperar graduarse para decírselo a sus padres. La muy ladina estaba dando tiempo, ¿para dejarme? o, por el contrario, ¿proponerme ser amantes? Me siento tan ridículo en estos momentos, yo defendiéndola a capa y espada contra mi propia madre y ella solo me mentía... ¡No! ¡No! ¿Por qué dudo? Es Valeria. Ella es buena y noble, hasta hace poco era virgen, todo lo que sabe lo ha aprendido conmigo, entre mis brazos. Siempre me ha hecho sentir que su amor es sincero. Sí, tiene que ser así, me lo ha demostrado infinidades de veces, con su constancia, dulzura, entrega. Una persona no es capaz de mentir tanto, estaríamos hablando de una arpía de las peores, y Valería no es así, es un ángel. Sé que hay una explicación para todo la confusión reinante, debe haberla.
—Hijo, ¿qué piensas hacer? —La voz calmada de mi madre me recuerda que espera a que tome una decisión.
Hundo la cabeza entre mis brazos desmoronándome. Marta está impaciente esperando que le informe mi proceder, pero la realidad es que no tengo idea de qué hacer. No puedo pensar coherentemente, el maldito dolor en mi pecho imposibilita cualquier acción o pensamiento coherente. Dentro de mí se libra una batalla, entre mi ángel, mi chica perfecta y una descarada mentirosa. Dios, no ve que mi vida se derrumba.
—¡No puedo, mamá! ¡No sé qué demonios hacer! —Admito rendido ante el dolor. Es mi madre, no pienso ocultarle que la noticia me ha devastado.
—Yo sí—. La escucho decir, pero mi mente sólo se concentra en Valeria, riendo, contándome de sus viajes, junto a mis hijas haciendo las tareas, mientras me espera en lo alto de la escalera..., haciendo el amor.
Levanto el rostro y miro sus fotos una vez más, lucen un impresionante collar, supongo que son diamantes, y mis complejos me hacen sentir ridículo, yo obsequiándole una simple cadena de plata. Esta es su vida, donde pertenece, rodeada de joyas, de lujos, de cenas elegantes, de casas que asemejan palacios, y sus padres, destilan clase, de verás que son una familia de portada, años luz de la mía. Como dice mi madre, con ellos tiene el "con", conmigo el "sin". ¿Cuánto iba a durar? Con el tiempo terminaría cansada, hastiada de las carencias, cuando está acostumbrada al lujo, a tener todo a manos llenas. Junto a mí seria trabajo, problemas, deudas, y más trabajo, al final acabaría odiándome.
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Cuando Tenga Alas ©
Storie d'amoreAunque mis alas estén rotas, sé que llegado el momento conseguiré... volar. Valería: Quien todo lo tiene en medio de una gran soledad. Alejandro: Quien tiene mucho que perder y nada que arriesgar. Lo que parece imposible se convierte en realidad...